<<Gandi decía hay alimentos suficientes para todo el mundo, pero no para la avaricia de unos pocos>>. Y la avaricia es la base del sistema capitalista implantado en el mundo moderno.
Toda crisis siempre supone un estado de shock del que, en un primer momento, parece prácticamente imposible salir; fase a la que seguirá la rebelión contra la realidad pudiendo tomar en su salida dos caminos distintos: la resignación final o la metamorfosis. Toda metamorfosis supone un tremendo esfuerzo, desarrollo, cambio; esfuerzo que no puede ser sustituido ni aminorado ya que sino el resultado no es el esperado.
La naturaleza, de la que deberíamos haber aprendido mucho más, nos enseña la metáfora perfecta para quien emprende un camino de búsqueda y transformación, cómo es la existencia del gusano / crisálida / mariposa. Un mismo ser que transita en su vida por tres estados. Toda la información genética de la mariposa, con sus alas, sus colores, su posibilidad de vuelo y belleza, está latente en el gusano pequeño y terrenal, húmedo y oscuro que se arrastra medio ciego e ignorante, quizás, de su destino final. Llegará el momento de retirarse de esa vida, de formar un capullo que lo aísle y le posibilite morir a lo que era para surgir transformado. Es un proceso que se intuye arduo, oscuro, solitario, doloroso, difícil. Un estado plagado de incertidumbres, en los que se va tornando cierto sólo el esperar, sólo el buscar en uno mismo, sólo el reconocer aquello que ya no nos sirve y que se debe abandonar.
Si el proceso de la crisálida llega a buen término, otro ser, que aparenta ser de otra especie distinta y mucho más evolucionada al gusano original, surge radiante a la nueva vida.
Es un camino sin atajos difícil de comprender en la sociedad actual, en la que se tiende a eliminar el esfuerzo: aprenda en dos días, adelgace con ejercicio pasivo, etc. Si en el camino de la metamorfosis del gusano a crisálida se nos ocurre hacer más leve el esfuerzo de salida y ayudamos al gusano a salir del capullo haciendo un agujerito en el mismo para que aflore más fácilmente de la cápsula, la mariposa no volará porque el esfuerzo de rotura y salida, extenuante, que hace el gusano para salir, es el que también hace que desarrolle sus alas, y hace que consiga la fuerza en sus músculos necesaria para poder volar después.
La transformación depende de cada uno, y en la sociedad de toda ella en su conjunto. El cambio por el cambio no sirve. Al transformarse debe reinventarse cada uno, debería reinventarse la sociedad. El futuro será una batalla entre la dualidad de la cultura y la consciencia frente a la pareja representada por el conflicto y el egoísmo. Para mí lo importante no es la realización de los deseos sino lo que los deseos hacen para que nos realicemos. El verdadero regalo que un humano puede recibir es desvelarle sus talentos y acompañarle en el desarrollo personal. Ahora bien este pensamiento no encaja en la cultura del pelotazo y riqueza fácil y rápida.
La salida de la crisis de este país llamado España, su futuro, pasa por la formación y por la cultura del esfuerzo. Educación, cultura y formación, y desde luego en estos momentos no es admisible una bajada en la inversión en innovación y desarrollo. Y la llamo inversión porque no es un gasto sino que, volviendo a la naturaleza, significa sembrar para recoger mañana.
La salida de la crisis implica reinventarse. España tiene que saber qué quiere ser de mayor. EEUU y Alemania saben lo que quieren ser. Tardarán más o menos en absorber la crisis pero al final por ejemplo en Detroit, y después de la tremenda crisis actual de los vehículos, desarrollarán el motor eléctrico o el de hidrógeno y empezarán a fabricar, cientos de miles, y saldrán. Sin embargo ¿qué es lo que quiere ser España? Sol y Paella es una configuración gastada, en declive, ¿qué queremos ser de mayores?
Ahora que parecemos ir sin rumbo, ahora que la crisis es más profunda y parece que ha tocado fondo es cuando más valor toma esta pregunta y debe hacernos reflexionar a todos, y más a los que tienen en sus manos el rumbo de este barco llamado España. ¿Qué queremos ser en el futuro? La Investigación más desarrollo más innovación no puede ir sin capitán, sin rumbo. Si España se configura en el pasado con sol y paella poco sentido tiene el I+D+I, sobre todo si no se realiza el cambio necesario en el turismo evolucionando del mercado maduro en el que estamos, en el que además hay muchos competidores esperando entrar a más bajo precio y con una oferta muy similar -Turquía, norte de África, los países Balcánicos-. Quizás exista un nicho en las energías renovables donde no deberíamos perder esos primeros puestos de cabeza que ahora ostentamos. El porvenir se fragua en el presente y para ello hay que trazar las líneas que llevan hacia él, hay que trazar el rumbo con políticas orientadas a ello.
Pero el futuro tiene que ir por el trabajo, en esas líneas trazadas. No tiene sentido que sólo se desarrollen las actividades subvencionadas, que sí bien pueden ser el germen para que nazca el producto, no puede permanecer invariablemente de por vida. Y también la salida de esta crisis pasa por el paso de empresarios a emprendedores sociales, no basta sólo es crear una empresa sino que ésta debe estar inserta en el medio donde se desarrolla, que es mucho más que la creación de recursos, de valor y compartirlos con la sociedad.
Hará falta por tanto solidaridad, abolir fronteras, no perder la memoria y crear las regulaciones necesarias y sobre todo dar luz a la buena gente.
No hay vuelta atrás, y aún el momento de la meta es lejano para muchos de nosotros. Hagamos, entonces, un coliseo de crisálidas. Seres que habitan el misterio de la transformación. Tal vez, ese proceso, ese oscuro y desconocido proceso, pura promesa de luz y vuelo, de belleza y libertad, donde uno no es lo que fue pero aún tampoco lo que puede ser, sea el acto sagrado, el verdadero arte de ofrecer la búsqueda como acto de confianza y fe en la posible evolución.