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Documentos de la historia de Granátula de Calatrava

Reflexión en la ponencia de la Leyenda Negra


Ahora que va a hacer un año de las jornadas sobre la Leyenda Negra en Granátula me apetece compartir este recuerdo y esta reflexión.

No hay mayor libertad que la educación, que por cierto se “mamá” en casa, la cultura y el conocimiento de la historia.

No hay mayor cárcel que la ignorancia que normalmente conduce a la mentira.

No hay mayor condena que observar impasible como te dicen lo que eres cubriéndote con un negro manto, ni siquiera cuando te alaban cambiando ese manto por un rosa con tono de romanticismo.

Nada como conocer el pasado, estar orgulloso del origen y mirar al futuro de frente.

Nada como ser cada uno lo que quiere ser sin dejarse llevar por lo que dicen que eres.

Orgulloso de la civilización española que personalmente considero que es de las más importantes después de la griega y la romana, de las que por cierto bebe: de la griega la filosofía y de la romana el ordenamiento.

Recuerda que tienes mi ponencia completa en https://donoso.es/?p=3411

Toque de campanas en Granátula

Os dejo el video que Juan Manuel subió con el toque de campanas de nuestra iglesia de Santa Ana. Un homenaje al que fue sacristán durante tanto tiempo, Matías.

1. Ave María. 2. Ángelus o “Toque de Puchero”. 3. Vísperas. 4. Oraciones. 5. Ánimas. 6. Tránsito. 7. Doble. 8. Señal de Muerte Adulto. 9. Señal Muerte Niño. 10. Entierro Niño. 11. Honras. 12. Entierro Adulto. 13. Bautizo. 14. Boda. 15. Misa Diaria (Tercia). 16. Misa de Domingo (tercer toque). 17. Repique. 18. Repique II. 19. Fuego o Arrebato. 20. Repique III.

Granátula de Calatrava en el siglo XVIII

Os dejo este artículo que en su momento me envió mi amigo Juan Manuel Donoso Gómez.
Y es que Granátula no era un paraíso idílico en el s. XVIII. Además de la extrema pobreza en la que vivía la mayoría de la población, este siglo fue muy duro: se documentan malas cosechas, fenómenos meteorológicos adversos como inundaciones, sequías, pedrisco, granizo y fuertes heladas; también plagas de langosta,  epidemias de malaria, gripes, etc. que provocan algunas caídas demográficas momentáneas dentro de un crecimiento significativo de la población.
En 1712 Granátula había conseguido la independencia plena frente a Almagro, ciudad de la que había dependido en algunos aspectos hasta ese momento. A pesar de formar parte de uno de los países más importantes de la época, con un vasto imperio en declive, la situación era deprimente para la población. La población local era predominantemente agrícola (con cereal, olivo y vid) y ganadera (la oveja estaba muy extendida), analfabeta y profundamente religiosa. Donde valores como la honra, es decir, el respeto y estima que tenían las personas sobre uno mismo era muy importante. La religiosidad era muy fuerte: La Inquisición velaba por el mantenimiento de la Fe. De ahí su enorme poder en el pueblo con una de las casas más importantes, ubicada en la calle el Santo y hoy Casa Rural. Una sociedad imbuida en las fiestas religiosas a lo largo de todo el año. Con ellas se “pedía a Dios, la Virgen y todos los Santos por la protección de las cosechas, la llegada de las lluvias, la buena salud, etc.” Significaba además uno de los medios de entretenimiento de una población deprimida por los problemas y adversidades diarias, con una fatigosa vida agrícola, sometida a la dura climatología que amenazaba las cosechas y por tanto al sustento alimentario anual.
En lo que se refiere a la agricultura el regadío era importante , predominando el secano y la baja productividad. Las técnicas de rotación de cultivo y descanso de la tierra eran poco innovadoras, con algún abono natural, con el arado romano como utensilio básico (perduraría hasta el s. XX), jornadas laborales de sol a sol, etc. Los rendimientos del cereal eran bajos, al tratarse de una agricultura de subsistencia: en las tierras de secano se estima que por cada grano sembrado se recogerían 4, aunque la diferencia estribaba en la climatología de la campaña, las zonas y tipo de suelo, con más rendimiento en la zona de la Vega del Jabalón frente a las zonas de cerros o sierra. Peculiares son los sistemas de medidas utilizados en la agricultura, totalmente diferentes a los actuales (toneladas, hectáreas, etc.), aunque todavía se utilizan.
La fanega era la medida de peso para cereal, áridos, etc.  equivalente a unos 55,5 litros aunque esta equivalencia era variable según el cereal que se midiese. Por ej. la fanega de trigo equivalía a 44 kilogramos, dependiendo del grosor del grano; y la fanega de cebada correspondía a unos 40 o 42 kilogramos, porque su peso específico es menor, su grano es de tamaño mayor y presenta más paja. A pesar de que la hectárea (ha.) se haya impuesto en España como medida de superficie y represente 10000 m², la fanega era la medida de superficie en aquella época y ha llegado hasta nuestros días para medir parcelas o superficies. La conversión sería fácil: la fanega son unos 6459,6 m². Por tanto, aproximadamente una fanega y media es una hectárea. A su vez la fanega estaba dividida en 2 almudes (medida ya olvidada del vocablo popular); o en 12 celemines (todavía se puede ver en escrituras antiguas de fincas);  o 2 cuartos; o en 4 cuartillas.
Con una agricultura de subsistencia, sometida a una dura climatología, siempre hubo problemas de abastecimiento de productos de primera necesidad. Todo esto provocaba consecuencias directas sobre la población: hambre, desnutrición, agravamiento de enfermedades, etc. En época de malas cosechas los productos se encarecían y complicaba su adquisición por parte de la mayoría de la población. Esto se trasladaba a la estatura media, mucho más baja que la actual: algunos estudios a nivel nacional sitúan la estatura media del siglo XVIII entorno a los 1,6 metros, cuando actualmente la estatura media está en 168 (promedio entre la estura media de hombres y mujeres). Alimentación que también afectaría al grosor y calidad de huesos o a una esperanza de vida que giraba entorno a los 25 años.
El mantenimiento de las tasas de natalidad y el ligero descenso de la mortalidad general y mortalidad infantil iban dibujando un acentuado crecimiento de la población. A lo largo del s. XVIII, Granátula experimenta un crecimiento significativo de la población, entorno al 30 %, superando los 2000 habitantes, aunque con avances y retrocesos en el padrón municipal debido épocas de hambre y a epidemias sobre todo que afectan a la población de entre 0 a 7 años. Como se dijo el aumento de la población es uno de los factores que originará el motín de 1766.
La sanidad pública estaba representada normalmente por un médico que no tenía ni mucho menos los conocimientos de los médicos actuales. El hospital estaba ubicado en la Calle las Indias, hoy de Ramón y Cajal. El barbero era una alternativa en aquella época en toda España. Famosos son los servicios dentales con instrumentos y herramientas que tenían usos para animales o para bricolage de la época; o las sangrías consistente en extraerle sangre al paciente a través orificios hechos en las muñecas, brazos, etc sumergiendo estos miembros en agua caliente con el objetivo de renovarla, fortalecer al paciente y curarle de enfermedades. En la época predominaban los remedios de hierbas y parafarmacia. Enfermedades como las apendicitis podían causar la muerte si eran muy graves. Las fracturas abiertas significaban en la mayoría de los casos la amputación del miembro para evitar las infecciones. Las fracturas mal curadas ocasionaban cojeras en las extremidades inferiores, o dolores crónicos de por vida si se producían en el resto del cuerpo. Enfermedades como osteoporosis o artrosis estarían muy presentes en toda la población en edades tempranas por la mala nutrición y tareas cotidianas (labores agrícolas, etc.). Los resfriados y gripes eran en la época hasta mortales por las bajas defensas de un sistema inmunitario mal alimentado, con carencia de vitaminas y proteínas esenciales.
La dieta era baja en calorías, por la carestía de alimentos de la época, predominando los hidratos de carbono (el consumo de pan y legumbres era habitual), seguido de proteínas y grasas, presentes en huevos de todo tipo de aves, leche, queso, etc., en los productos de la matanza del cerdo o en la carne de oveja, cordero, vaca, toro, o incluso de caballo, buey, aves de corral o aves silvestres (paloma, pato, tordo, gorrión), así como en la carne de caza (con la perdiz, la liebre, el conejo y algún jabalí). Productos como el pescado eran consumidos habitualmente, especialmente durante la cuaresma. El problema era que llegaba de la costa en malas condiciones. Una solución era exprimirle limón encima para contrarrestar el fuerte olor que desprendía tras días de transporte. Se consumía también pescado local, procedente del río Jabalón. Todo ello con una amplia variedad de frutas, verduras y hortalizas procedentes de los huertos locales. Para conservar los alimentos no había cámaras frigoríficas. Lo más parecido eran las cuevas de las casas para conservar los alimentos o pozos de nieve, como el documentado en Granátula en la carretera de la Ermita, a unos 300 m. del pueblo. Estos eran normalmente propiedad de los Ayuntamientos y eran administrados en régimen de arrendamiento. En Granátula se tiene constancia del mismo desde principios del siglo XVIII. Servía para almacenar hielo y nieve recogido en el invierno. Este hielo y nieve servía para aminorar la fiebre de muchas enfermedades como la malaria en época de epidemias. Fueron típicos por toda la Mancha, por ej. Almagro tenía dos. A veces los ayuntamientos toman cartas en el asunto ante epidemias, a modo de iniciativa de protección de la salud pública, y dictan órdenes del precio al que se debe vender la nieve y el hielo para tal fin, evitando la especulación.
El comercio estaba muy monopolizado por el Estado y las tiendas de ultramarinos eran el principal recurso para abastecerse. La Plaza Vieja, actual Plaza de España, era el centro en este sentido encontrando el mercado de abastos, carnicería, etc. Las monedas habituales de la época fueron los reales, maravedís, cuartos (como aparece en el texto del pasquín), etc. Durante el siglo XVIII sus valores sufren variaciones. El maravedí era la moneda con el valor más bajo. Por encima estaba el ochavo (2 maravedís), el cuarto ( 4 maravedís) y el real de vellón (34 maravedís). Múltiplos del real de vellón era el ducado (11 reales), el peso (15 reales) y el doblón (60 reales). Además de las monedas de vellón circulaban otras de diferentes metales con valores muy superiores y con otras denominaciones aunque la población al ser pobre no tenía grandes sumas para la compra-venta habitual, de ahí la profunda crisis y hambre de la época.
En cuanto a la sociedad, la mayoría de la población la formaban los pequeños propietarios y sobre todo jornaleros, dependientes prácticamente de su fuerza de trabajo para mantener a su familia. La situación de estos años les afecta considerablemente porque durante este siglo XVIII andan en el límite de convertirse en pobres de solemnidad, es decir, en personas que subsisten de la caridad. Eran los más proclives a los desórdenes sociales y a protagonizar motines de subsistencia. Estos jornaleros eran una especie de “proletariado rural” formado por asalariados, peones o temporeros, dependientes de los grandes casas y fincas. Su salario variaba según recolecciones e iba desde obtener un puñado de monedas, ropas y calzado a tan solo la manutención y un camastro donde dormir. Remuneración que contrastaba con otros oficios como los de la construcción, donde un maestro podía cobrar de 10 a 20 reales sin contar comida y techo donde dormir;  o el salario de los oficiales amasadores o los peones que llegaban a cobrar entre 5 o 10 reales. Los mejor pagados eran los cargos públicos, ya de por sí una clase social privilegiada, que recibía altos ingresos.
Esta carencia de dinero para comprar alimentos básicos llevaba a la población a buscar otros medios para alimentarse. Por ej. la matanza donde los embutidos, etc. se obtenían al sacrificar el cerdo después de haberlo alimentado todo el año con harinas y productos de deshecho. Otro medio era poseer un huerto propio donde se obtenían frutas, hortalizas y verduras de todo tipo.
Cuando había necesidad de otros productos básicos o servicios era necesario trasladarse a otras localidades para encontrarlos. Aparece aquí el concepto de distancia que se aproximaba a la de un hombre que caminaba a pie, que a veces posee su asno o caballo (medio de transporte y de trabajo muy exclusivo en la época); o se enrola en algún coche, tartana, galera, carro, etc. Algo que ha perdurado hasta bien entrado el s. XX. Las carreteras eran caminos de tierra apisonada por el tránsito diario de todo tipo de vehículos, animales y personas. Las jornadas hacia Almagro duraban un día si se iba y venía a pie; varias horas o incluso otro día si se iba en burro. Almagro era el centro administrativo, judicial, etc. de la comarca y el reclamo de la mayoría de los productos y servicios que no se encontraban en Granátula. Algo que se ha ido sustituyendo por Ciudad Real en las últimas décadas del siglo XX. No obstante se iba a por lo imprescindible o por causa mayor. El puerto del “Reventón” era un enemigo más contra el largo camino polvoriento, seco y caluroso en verano; embarrado y frío en invierno; y a veces inseguro por la existencia de bandoleros y ladrones.
Dentro de Granátula existen familias como los López Carretero, los Nieto, Fontecha, López Cañizares, etc. que destacaban económicamente y luchan como veremos por los cargos públicos a lo largo de esta etapa final del Antiguo Régimen. Incluso podríamos clasificarlos por diferentes grupos según su trayectoria familiar: hidalgos de descendencia guerrera; hidalgos de ejecutoria (latifundistas de fortuna); hidalgos empobrecidos; labradores acomodados; labradores “de medio pesar”; pequeños burgueses que tenían el molino, un viñedo, etc. Recordemos que en esta época final del Antiguo Régimen surge una primera burguesía, en este caso rural, que especula y comercializa con ciertos productos agrícolas. Como se dijo anteriormente; en el siglo XVIII surge el grupo de los poderosos, fruto de la unión entre los hidalgos y villanos ricos. Se beneficiaron de las crisis agrarias durante el s. XVIII. Sus miembros   controlaban el municipio y sus amplias esferas de influencia. Tal es así que se perpetúan en el poder consiguiendo los cargos públicos en Granátula. Para ello estaban aliados estratégicamente con otros familiares o personajes ajenos a la misma. Por ej. Los Fontecha y los Carretero, a pesar de sus rivalidades, también se apoyaron mutuamente en ocasiones. Con ello controlaron el municipio entre 1758 a 1766, consiguiendo una hegemonía imparable y rentables usufructos, con sucesiones en las Alcaldías y lucros con los pastos. Se alternaban disimuladamente sin burlar la legalidad. Durante este periodo disfrutaron de propios, manejo de los caudales y granos del pósito, reparto de impuestos, ostentación de la primera instancia judicial, etc.
Junto a estas familias acaparan un enorme poder social cargos públicos como el del cura, el médico, el maestro, etc. Podemos decir que salvo las zonas de nueva urbanización como el Parque, Piscina y campo de fútbol; cercados y chalet del final de la calle Aldea y calle las Pilas, el final de la calle duque de la Victoria, etc. el casco urbano era prácticamente igual al actual.
El municipio carecía de alumbrado público y red de suministro de agua en las viviendas, siendo los pozos públicos o los de dentro de las casas los lugares de captación del agua. Tampoco había calles pavimentadas como las actuales, siendo la mayoría de tierra apisonada por el tránsito peatones y todo tipo de bestias y vehículos. En la época de lluvia se convertían en barrizales. Tampoco había red de desagües ni de alcantarillado público. Sólo existían los corrales para realizar las necesidades, verter los desperdicios, etc. donde animales y aves domésticos los aprovechaban. Esta carencia de alcantarillado facilitaba que el agua se acumulara formando lagunas en diversas partes del pueblo siendo focos de infecciones y epidemias como veremos más adelante.
La higiene personal era básica y no había conocimiento por parte de la población de infecciones por microorganismos. La ropa de vestir, ropa interior o calzado eran muy diferentes a los actuales, tanto en material, en comodidad o en cuanto al mantenimiento de la “higiene” de la misma. A esto hay que añadir que la gente tenía un contacto directo y continuo con sus bestias de carga y animales de compañía, animales de cría, etc. ubicados en corrales con todo tipo de vertidos. Esta relación era tan cercana que a veces, por necesidad propia de la época, se compartían habitaciones con los animales para recibir su calor en el invierno, el forraje para dormir mejor por las noches o porque no existía más espacio, confundiéndose la vivienda con las cuadras. Al estar en continuo contacto con ellos y sus excrementos aumentaban las posibilidades de infecciones. Estas casas estaban hechas en su mayoría con pareces de tierra, techos de material vegetal y sus suelos no estaban impermeabilizados como los actuales (con ladrillos, baldosa o gres) facilitando la humedad en las épocas de lluvia y a la larga infecciones, gripes, etc.
Aunque es en el siglo XVIII cuando se empiezan a construir los cementerios modernos como medida sanitaria (alejados de la población para evitar agentes patógenos y olores), en Granátula y pueblos de alrededor, los difuntos se seguían enterrando cerca de ermitas, iglesias, etc. dentro la localidad, lo que provocaba olores nauseabundos en épocas de calor y sobre todo en épocas de epidemias, cuando la mortalidad se disparaba, facilitando la propagación de la misma. La Mancha era una zona muy dada a estas catástrofes durante el siglo XVIII: se documentan epidemias de “fiebres tercianas” (es decir, malaria o paludismo)  con muchas muertes. Tal es la necesidad de realizar sepulturas que a veces se realizaban sin ningún tipo de orden ni metodología, provocando la exhumación de cadáveres de pocas semanas o meses. Cuando la densidad de fallecidos era alta se extraían los huesos de las sepulturas más antiguas y se llevaban a habitaciones aisladas. Iglesias, monasterios, etc. contaban con osarios donde los huesos eran depositados sin ningún tipo de criterio. Por ej. la Iglesia de Santa Ana tenía una habitación para tal servicio en el cuarto trastero.
La Granátula que esperaba a Espartero a finales de este siglo (nacería el 27 de febrero de 1793), tenía varios focos de infecciones importantes. Tanto es así que había continúas epidemias de paludismo (o malaria), por tener zonas de inundación en el mismo casco urbano fruto de la propia orografía y de la carencia de alcantarillado. Zonas como el Navajo, calle las Pilas, los barrancones (al final de la calle Aldea y calle Herrería) eran las zonas hacia donde tendía a acumularse el agua en la época de lluvias, por ser las zonas “más bajas” del municipio. El problema proviene de las lluvias procedentes de la sierra que tenemos al norte de la localidad, con cerros entorno a unos 700 a 900 metros, que vierten parte de sus aguas hacia Granátula, que también tiene forma cóncava (recuérdese que estamos en un maar y durante toda la historia ha facilitado la aparición de lagunas en su depresión). Actualmente este problema está resuelto por la red de alcantarillado y por las acequias que retiran ese agua de los arroyos hacia el oeste (Barranco de las Minas) y hacia el este (parajes de Canal y Montero, cerca de la carretera del Moral). Pero en aquella época no existían estas soluciones con lo que todas las aguas iban hacia el pueblo formando lagunas. El estancamiento del agua y la llegada del buen tiempo con altas temperaturas (durante la primavera y el verano) era el caldo de cultivo para que afloraran enfermedades como el paludismo. Por ej. el parásito del paludismo encontraba en este ambiente su medio natural. La base de su transmisión son los mosquitos hembra. Al alimentarse de sangre humana introducen un parásito de la especie Plasmodium. La malaria o paludismo podía ser mortal a causa de los estados febriles, náuseas, diarreas, etc. agravado también por la desnutrición, hambre, resfriados, complicación de otras enfermedades como neumonía, etc.
En Granátula como en La Mancha se documentan durante el siglo XVIII todo tipo de enfermedades como el mencionado paludismo, gripes, etc. además de enfermedades por carencia de vitaminas como el escorbuto; o problemas derivados del hambre y la desnutrición, por ej.  problemas dentales, producidos por la mala alimentación y el escaso cuidado dental, con la ausencia de muchas piezas dentales desde edades tempranas y sobre todo según avanzaba la edad.
Las más graves eran las epidemias de paludismo, que se repetían cada ciertos años de manera más o menos intensa, con casos aislados durante la primavera-verano de cada año.
No solo en Granátula ocurría esto. En toda España y en La Mancha aparecen este tipo de enfermedades que reducían considerablemente la población: Miguelturra sufrió graves epidemias a lo largo del s. XVIII por tener lagunas e inundaciones, Moral, etc. Incluso la población de la “pedanía” de Granátula, cercana a la finca de la Caridad, Añavete, tuvo que emigrar hacia Granátula y Moral a finales de la Edad Media y durante la Edad Moderna para librarse de esta enfermedad producida por las lagunas de Añavete. Caso que también se extendería a la población de Zuqueca.
En 1785 por ej. se produjo una de las epidemias de paludismo más importantes en La Mancha aunque Granátula no estuvo muy afectada. Contaba Granátula con algo más de 2000 habitantes. En la relación de enfermos redactada por el párroco, alcalde, médico, etc. había 172 personas enfermas, de las que murieron 6. En muchos pueblos cercanos la situación de los enfermos fue tal que la epidemia coincidió con la cosecha de cereal por lo que faltaron “brazos” para realizar las tareas agrícolas, lo que originaría la falta de grano, con la consecuente subida de precios y salarios. Las familias ricas y pobres pasaban hambre y muchos labradores debían vender sus reservas de grano para comprar medicinas.
En el siglo XVIII cobra especialmente interés la creación de pósitos, almacenes de venta y préstamo de grano. Aunque también había otros como la Casa de las Tercias, o almacenes privados. Los pósitos debían ofrecer sus stock a precios prefijado por el gobierno local y nacional. Como se dijo anteriormente eran la salvación ante épocas de malas cosechas porque la población podía obtener grano y harinas para fabricar pan (base de la comida de la época). A los agricultores les permitía asegurar la simiente ante épocas de mala cosecha, a través de préstamo con sus correspondientes intereses. En Granátula por ej. el pósito estaba ubicado en la plaza de la Constitución, en la actual Casa de Cultura. El palacio de las Tercias estaba en la calle el Santo, dando una de sus fachadas al callejón del Santo.
A veces, cuando la carestía era grande y la extracción del grano estaba prohibida, en La Mancha se da mucho el asalto a carruajes con grano. Grupos de personas apostadas en los caminos sustraían el grano por la fuerza a los transportistas. Cuando ya no había nada que “echarse a la boca” los documentos hablan de que la población“…se comía hasta las yerbas por lo que pueblos enteros de la zona enfermaban”.
Otro factor de preocupación, actualmente olvidado, fueron las plagas de langosta. Se dan hasta el siglo XX. Hubo varias a lo largo del s. XVIII. La más debastadora para las cosechas fue la de 1782-3. En Granátula, Calzada, Aldea, Almodóvar, etc. arrasan los cultivos de cereal, olivos y vides. Para combatir el insecto se utilizan diferentes métodos: piaras de cerdos, se hacen corrales de fuego quemando aulagas, zanjas para que cayera el insecto, se cazaban con sacos, buitrones, etc.. Pero no se puede hacer nada. En Granátula los agricultores se afanan en levantar las siembras pero de poco vale dar una reja tras otra si no se espera el tiempo suficiente para eliminar el insecto y permitir la recuperación del suelo.
La climatología es quizá el factor fundamental para la economía agrícola de este siglo. Durante el invierno de muchos años hay heladas, fríos rigurosos y nieves. En primavera se documentan algunas granizadas y pedriscos que echan a perder las cosechas, vides, olivos, frutales, etc. Pero lo que más abundan son las sequías. Algunos especialistas afirman que en algunos tramos del siglo XVIII hubo una climatología ligeramente más cálida producida por la entrada de masas de aire cálido sahariano en la Península. Estas corrientes facilitaron no sólo la sequía, sino las mencionadas epidemias por la corrupción de las aguas estancadas.
Fueron muchos los años en los que las lluvias de abril y mayo, importantísimas  para sacar adelante la cosecha, son nulas o escasas. Concretamente el periodo de 1762 a 1765 es el de peores cosechas, producidos por la sequía, y un factor mas que desencadenaría los motines de 1766 en toda España y el famoso pasquín de Granátula.
Por Juan Manuel Donoso Gómez

Ponencia sobre la Leyenda Negra 30 de octubre de 2022

Querida María del Prado, Prado, amiga y además familia, nuestro apellido Azañón nos une, y también Donoso, curiosamente intercambiados.
Querido alcalde Félix, Eva, y demás miembros de la corporación municipal.
Queridos contertulios.
Queridas amigos que hoy habéis venido a escuchar lo que os voy a decir.
Granatuleños.
Para mí es un verdadero honor compartir los hechos históricos que sucedieron entorno a la época histórica que vivió Espartero relacionados con la Leyenda Negra. Para un economista que, además, y de forma aficionada, le encanta la historia compartir con el plantel de personajes ilustres estas magníficas jornadas, es todo un reto.
Permitirme como ponente Granatuleño que antes os comente algo de mi pueblo.
Vamos a por ello, y si me permiten la licencia haré como las obras de teatro, varios entreactos y actos.
Antes de empezar

Granátula de Calatrava

Pequeño pueblo con nombre de extraña lengua, Granátula, y que dependiendo de las interpretaciones pudiera ser “los Graneros de la Tía Tula” –creencia popular de la reina íbera Tula-, o “pequeña Panera o Granero” aludiendo a la fertilidad de su suelo, o incluso del término “Granata” manifestando el color rojizo o mejor dicho granate de su tierra y que en el pueblo vecino da nombre al mismo: el Almagre.

Población que surge de las entrañas de la tierra cual colada volcánica quedando plasmada en cerros, maares, cráteres y fumarolas. Evocar como fueron aposentándose moradores en el cerro de los Castillejos, como rendían culto a sus dioses. Como llegaba más gente procedente de otras culturas: visigoda, germana, romana. Y así imaginar a la ciudad de Oreto anclada en la falda del Jabalón floreciendo al igual que sus vegas y asistir a los Concilios de Toledo juntamente con sus obispos. Adoptar la cultura sarracena y descansar en sus baños árabes. Renacer de las cenizas en Zuqueca cual ave Fénix.

Siempre la vida continúa y quizás de la extinción de Oreto y de Añavete, en torno a la laguna de Valdeleón, en el cráter de un volcán, si créanme todos estamos hoy en un maar volcánico, un cráter, en el que fueron aposentándose moradores formando la población. Y así aquellos monjes militares pudieron cabalgar por su valles y lomas con el escudo en el pecho de una cruz con las puntas en forma de flor de lis.

Deseo evocar en la memoria cómo se cumplió el sueño de sus habitantes y convertirse en Villa independiente. Honrar y compartir el deseo del hijo de un carretero de Granátula que declinó ceñirse la Corona de España y abrazar el lema de “cúmplase la voluntad nacional”.

Introducción. Enmarcando la Leyenda Negra

En el siglo XIX, corrió la Leyenda Negra, como un arma arrojadiza contra los españoles con la que se “flagelaban” los propios habitantes de este país. La idea de que España, de ser español, era algo más que un arma antiespañola, ya que buscaba una expresión de la inferioridad de sentirse hispano (a lo mejor les suena también ahora), cuando no era un artículo arrojadizo políticamente. Ha sido y es el gran tópico del identitario español, compartido por todas las corrientes ideológicas, desde las conservadoras a progresistas, desde las hispanófilas a las hispanofobicas.

A comienzos del siglo XX, Julián Juderías llamó “leyenda negra” al tópico “de la España inquisitorial, ignorante, fanática, (…) enemiga del progreso y de las innovaciones”. Y, aunque achacó su origen a la opinión extranjera, también insistió en que, “apenas iniciada la decadencia de nuestra patria”, en la misma España salieron “por doquiera, como ahora”, pesimistas dispuestos a irradiar la leyenda.

En mi conferencia hoy voy a hacer un recorrido por ese pensamiento de última mitad del siglo XVIII y del siglo XIX, uniendo los sucesos que en aquel momento pasaban en España, los intereses de los países europeos, el principal Inglaterra y también, por supuesto, Francia (que nos había colocado su dinastía real con los borbones), que chocaban con la hegemonía de nuestro país en América, el comercio y a la ambición del oro y plata que llegaba por barco. Y como granatuleño haré mención del más ilustre hijo que dio Granátula, Joaquín Baldomero, nuestro General Espartero, y la relación con Simón Bolívar, el libertador según le conocen en Hispanoamérica, al que también podemos apodarle con los adjetivos de dictador y dueño de esclavos (lo decía el mismo).

La independencia de los países hispanoamericanos tuvo su momento álgido con la invasión de España por Napoleón Bonaparte, fomentada por el comportamiento de los gobernantes, y sino como muestra un botón, el hijo de Carlos IV, Fernando VII, deseaba ser familia de Napoleón, dejando de ser parte de la familia y en particular de su madre María Luisa de Parma a quien atribuía todos los males suyos y de la patria.

Algunos personajes de la época

El rey Carlos IV, le quedaba grande el cargo, voluble y fácilmente manejable, falto de ambición y sin dote de mando. Le llamaban El cazador, lo único que le interesaba era la caza. En una conversación con su padre le dijo “Padre, hay una cosa que no entiendo… Si todos los reyes lo somos por la gracia de Dios, ¿cómo es posible que haya reyes malos? ¿No deberíamos ser todos buenos? Carlos III lo miró piadosamente y murmuró como para sí: “Pero ¡qué tonto eres, hijo mío!, ¡qué tonto!”

Su mujer, la reina doña María Luisa de Parma, que era todo lo contrario: la ambición que le faltaba a su marido la tenía ella en exceso, al igual que las ansias de mando. No era guapa, pero si voluptuosa, inteligente y manipuladora, y tiraba de los hilos de la marioneta de su marido y políticamente de D. Manuel Godoy, incluyendo la cama (se dice que tuvo los últimos cuatro hijos con él, y que el hijo pequeño, D. Francisco de Paula, era igualito que Manuel).

El tercero en discordia, D. Manuel Godoy. Más que en discordia en concordia, ya que manejaba al rey y se acostaba con la reina. Y con ese impulso hizo carrera en “cuatro días”, llegando a ser el Generalísimo, omnipotente de esta España. Por cierto, juntamente con Espartero llegó a obtener el título de Príncipe sin tener sangre real, en este caso de La Paz, por el vergonzoso acuerdo de la Paz de Basilea en la que España cedió parte de la Isla la Española a cambio de la retirada de Francia de los territorios conquistados de Cataluña, Navarra y País Vasco, y todo por estar en una contienda en la que nos iba ni nos venía, en una coalición contra Francia.

Hay que unir que España estaba en medio de dos flancos
• Los ingleses que no podían vernos y ambicionaban lo que había sido España y sobre todo los barcos de oro y plata, más plata que oro, que desde América llegaban a nuestro país, y sobre todo lo que deseaban los aristócratas ingleses era el comercio y ser los banqueros de Hispanoamérica;
• Y los franceses que se les había quedado pequeño su territorio y deseaban expandirse, emparentados por los Borbones.

El cuarto, el que luego sería rey, Fernando VII, con pocas luces, pero con ambición, y que hacía honor a ese refrán que dice, y perdonen, que “un tonto jode a un listo”. Manejable, en este caso por el representante de la Santa Madre Iglesia el cura D. Juan Escoiquiz. No podía ni ver a su padre, al que consideraba tonto, ni a su madre, por aquello de que sí que era lista y utilizaba todas sus armas, incluyendo la entrepierna, y por supuesto odiaba a Godoy porque era quien de verdad “cortaba el bacalao”.

En la carta fechada el 11 de octubre, dirigida por el príncipe al Emperador Napoleón, “solicitaba la mano de una francesa vinculada a la familia”. En la misma el príncipe Fernando se ponía “de rodillas”, ante “el héroe mayor que cuantos le han precedido, enviado por la Providencia para salvar a Europa del trastorno total que la amenazaba, para asegurar los tronos vacilantes” y afirmaba tener la voluntad de resistir su “casamiento con otra persona, sea la que fuere, sin el consentimiento y aprobación de V.M”.

Y para no dejar las cosas al azar, planeó envenenar a su madre, y sino apresar a los reyes, Carlos IV y María Luisa. La trama fue descubierta y cuando le interrogaron echó la culpa a su mujer, muerta un año y medio antes.

Sobre Bolívar hay que decir que nació en Caracas en 1783 de una familia de origen vasco muriendo su padre cuando tenía tres años y poco después su madre en 1792. Al cuidado de la familia en 1799, viajó a España. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y la rectoría moral e intelectual del Marqués de Ustáriz, recibió la educación propia de un gentilhombre que se destinaba al mundo y al ejercicio de las armas: amplió sus conocimientos de historia, literatura, matemáticas, francés, esgrima y baile. En Madrid conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, de quien se enamoró. En mayo de 1802 contrajo matrimonio con María Teresa. Los jóvenes esposos viajaron a Venezuela, pero poco duró la felicidad de Simón. María Teresa murió en enero de 1803. El joven viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y Madrid, y se estableció en París desde la primavera de 1804.

En la capital del naciente Imperio Francés vivió los placeres de una vida social, mundana y los estímulos de orden intelectual, frecuenta el teatro, tertulias y salones, bebe de las ideas de la ilustración y conoce a bellas mujeres. Viaja después a Italia. En Roma jura no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta que haya logrado libertar al mundo Hispanoamericano de la tutela española.

Resentido contra la corona española. Siendo una persona muy rica nunca pudieron obtener en su familia los añorados títulos nobiliarios, peleando en Madrid por ellos tras pagar por la financiación del convento de Monserrat, que no pudo obtener ya que para ello era necesario demostrar la pureza de Sangre. Su bisabuelo tuvo un lance amoroso con una negra. Los títulos fueron también perseguidos por el hermano de su madre, la familia Palacios. No le fueron concedidos porque en el árbol genealógico faltaba una persona, la bisabuela. En cuanto a la animadversión también la tuvo con Espartero, luego hablaremos.

Espartero hijo de un carretero de Granátula de Calatrava que llegó a rehusar la corona de España, de una manera muy sutil “por sus muchos años y su poca salud”, ya que según dijo textualmente “en Madrid andan cegados por el polvo y el humo de las ruinas de lo que han destruido y quemado, y quieren sacar la ascua con mi mano: pero yo soy viejo, y a perro viejo no hay tus tus”.

Espartero demostró desde niño sus dotes para el mando y la batalla, ya conocen ustedes que en taller de su padre hizo un cañón con un trozo de madera hueco, un muelle y una cigüeñuela, que disparaba piedras a toda velocidad, para combatir en las batallas de “La Pedrera”.

Joaquín Baldomero se alistó muy joven participando en la batalla de los Puentes de Ciudad Real el 27 de marzo de 1809 (confundiéndose con el de Ciudad Rodrigo, error que se fue copiando de unos autores a otros y así aparece en multitud de sus biografías), donde las tropas españolas fueron derrotadas en la defensa del Puente Nolaya, batiéndose en retirada hacia Almagro y posteriormente a Santa Cruz. Intentó alistarse como voluntario desde ese momento, ya que no tenía la edad exigida, no llega a los 17 años, cosa que en mi opinión llevó al error que hubo en la fecha de nacimiento en su historia militar.

La primera acción bélica formal en la que participó fue en la batalla de Ocaña, desastrosa para las armas españolas. Tras este fracaso, al reorganizarse nuestras tropas se alistó en el Batallón de Honor de la Universidad de Toledo, formado exclusivamente por estudiantes universitarios; pasando de aquí a la Academia Militar de la Isla de León (Cádiz), de donde salió con la graduación de Subteniente.

Terminada la guerra de la Independencia se alistó en la expedición que al mando del General Morillo se dirigía a apaciguar nuestros territorios de América, que deseaban la independencia de España, para lo cual ingresó en el Regimiento de Extremadura con el grado de Teniente (2 de diciembre de 1814), partiendo de Cádiz el 1 de febrero de 1815.

En América, a donde llegó a primeros de abril de 1815, fue donde empezó a destacar entre sus compañeros, pues fruto de sus estudios en la Academia de Ingenieros creó, entre otros, reductos, trincheras, levantamiento de planos topográficos, etc., de máxima utilidad para el desarrollo de las operaciones militares. A sus estudios universitarios deberá su cultura para desenvolverse con soltura entre compañeros, subordinados y superiores. Cualidades a las que hay que añadir su valentía y arrojo personal en los innumerables combates contra los insurrectos; lo que le hace ir ascendiendo profesionalmente y siempre por méritos de guerra, llegando a Brigadier y el 11 de octubre de 1823 y se le nombró Jefe del Estado Mayor del Ejército de Perú a los 30 años. En mayo de 1824 es tal el prestigio alcanzado por el brigadier Espartero que el virrey La Serna no dudó en encomendarle la misión de ir a España a exponer de palabra, al rey Fernando VII y su Gobierno, cuanto allí estaba sucediendo.

Espartero cuenta en la Biografía Novelada “Lo que siempre quise contar de mi vida” que: “Fui a palacio donde el Ministro de Estado, el Marqués de Casa Irujo, y el Rey me recibieron. El Marqués habló de mi valor, cosa que no era lo que venía a discutir. También le contó sobre mis ideales políticos, que como ya he dicho no eran precisamente coincidentes con el absolutismo. Por mi parte describí claramente la situación de desamparo y de peligro en la que estaban las provincias de Ultramar. Vi cómo debatían el Marqués y el Rey, como había puntos de complicidad, guiños de ojo, y movían la cabeza negativamente. Lo único que obtuve fue un mazo de puros. El monarca no volvió a recibirme y del Marqués tampoco obtuve instrucciones sobre los problemas de América, ni tampoco fondos ni material de guerra. Unas meras misivas que en mi opinión no llegaban ni a consejos.”

Si me permiten expresar una idea: ¡Cuán diferente hubiera sido si en el momento del levantamiento en Hispanoamérica el rey Fernando VII hubiera cruzado el Atlántico, hubiera visitado las ciudades importantes y hubiera sido flexible con el gobierno y constitución!

Cumplida esta misión en España, embarcó de nuevo el 9 de diciembre de 1824, en el puerto francés de Burdeos con rumbo a América, siendo ese día el de la batalla de Ayacucho por la que se perdió el virreinato del Perú para España, sin que Espartero participara en tal batalla como se le ha querido atribuir. Una parte de la leyenda negra que le persiguió ya que le llamaron despectivamente Ayacucho, con desprecio por haber perdido América.

En mayo de 1825 desembarcó en el puerto de Quilca desconociendo la derrota de las tropas españolas, siendo hecho prisionero de los seguidores de Bolívar y tratado con una inhumanidad de las que no hay ejemplo, pero esta parte de la historia la dejaremos para un poco más adelante.

La paz firmada con el Abrazo de Vergara le encumbraría, llegando a ser regente del reino, presidente del gobierno, y príncipe de Vergara, entre otros títulos de la más de veintena que acaparó.

Enmarcando la edad contemporánea con algunos hechos previos

En esos años entorno al siglo XIX, se produjo un vacío de poder al que hay que añadir la Leyenda Negra que tejieron franceses, holandeses, italianos y alemanes, pero principalmente holandeses e ingleses. Esa leyenda negra fue calando en lo más hondo del sentir hispanoamericano e increíblemente en los propios españoles peninsulares.

La revolución francesa vino con los derechos del hombre, unos derechos de los que se gozaba en los territorios españoles extra peninsulares hacia cientos de años.

Si no le dan creencia a esta afirmación piensen que en 1512 ya se promulgaron las Leyes de Burgos, una de las primeras leyes de la Monarquía Hispana para su aplicación en América, en las que se decía textualmente “que las mismas ayuden a que se cumpla la justicia de los naturales, indios o indígenas”. Historiadores americanos como Haring las describen como el primer “Código General para el Gobierno e Instrucción de los aborígenes americanos”.

En las leyes de Burgos se alcanzaron una serie de principios:
• Los indígenas tienen absoluta libertad con respecto a sus vidas.
• Los Reyes Católicos son el mayor exponente católico que tienen los indios por su compromiso evangelizador.
• Existía la posibilidad de obligar a los indios a trabajar con las premisas de que el trabajo fuese tolerable y que el salario fuese acorde a las horas trabajadas. El mismo tenía que ser justo, pero existía la posibilidad de pagar en especie y no en dinero.
• Se justificaba la guerra a los indios si los mismos se negaban a ser cristianizados y para el mismo fin se creó una institución llamada El Requerimiento. La conquista sólo se justificaba si los indios se negaban a ser evangelizados. Este punto es el que se puede lanzar contra los españoles, España era católica, apostólica y romana depositaria de la única fe.
• El Rey Fernando El Católico hizo encargo a los dos más destacados representantes de la junta de Burgos que incluyan dos tratados más, destacando el de la necesidad de informar a los indios de los derechos del rey de Castilla con un requerimiento antes de someterlos pacíficamente o hacerles la guerra.

Se estableció una regulación del régimen de trabajo, jornal, alimenticio, vivienda, higiene y de cuidado de los indios, también se les ordenó la enseñanza de la catequesis a los indios y se condenó la bigamia.

Sobre las leyes de Burgos, comparto la opinión de que algunos de sus artículos pueden ser consideradas precursoras de los Derechos Humanos. España aprobó el matrimonio interracial en 1514, mientras que Estados Unidos no lo hizo hasta 1967, cuatro siglos y medio más tarde. En la Provincia española de Florida se celebró el primer enlace entre un segoviano, Miguel Rodríguez, y una mujer sevillana de raza negra, Luisa de Ábrego.

España Creo 32 universidades para ricos, pobres, indígenas e hispanos, es más la pureza de los indígenas daba derecho preferente al ingreso. Fundó 25 hospitales grandes y más del doble medianos. Y fundó un rosario de ciudades. Surge una pregunta ¿sí los españoles se dedicaban a expoliar, para que crean todo esto, no era mejor traerse todo el oro y plata que invertirlo en el desarrollo allí? Y ahora que tanto se habla de los derechos laborales, Felipe II firmó las leyes de Indias que profundizaban en los derechos de los trabajadores indígenas, recogiendo por primera vez la jornada laboral de 8 horas.

La ambición de Gran Bretaña fue creciendo. No le bastó lo que había conseguido con el tratado de Utrech, 1714, que puso fin a la guerra de Sucesión Española, con concesiones comerciales con el imperio español de América, las posesiones de Gibraltar y Menorca, la licencia para comerciar con esclavos denominada “asiento de negros” y la posibilidad de comerciar con navíos de más de 500 toneladas con el “navío de permiso”. Inglaterra trazó un plan que desembocó en la Guerra del Asiento. Esta guerra enfrentó a las tropas del reino de Gran Bretaña y las Españolas de 1739 a 1748 principalmente en el Caribe, y terminó enlazando con la primera guerra de sucesión austriaca. La acción más significativa fue el sitio de Cartagena de Indias en 1741 donde las tropas inglesas con 27.000 hombres y 186 navíos fueron derrotadas por las españolas con 4.000 soldados y 6 navíos de línea.

Este éxito fue posible por la información facilitada por los servicios de inteligencia españoles, espías hablando en castellano llano, infiltrados en la Corte Inglesa y en el cuartel general del Almirante ingles al mando de la operación, Edward Vernon. El plan conocido por los españoles los llevó a preparar la contraofensiva, adelantándose, cayendo los ingleses en la red tejida, por Blas de Lezo magistralmente.

Sobre los espías, si me lo permiten, les dejo lo que Martín Azañón cuenta sobre uno poco conocido, Domingo Abadía, catalán que de corta edad fue a Cuevas de Almazora, en Almería. Allí la influencia árabe andalusí le llevó a querer conocer más del mundo musulmán. Su ilusión era conocer la cultura árabe desde dentro, y para poder hacerlo necesitaba financiación. Presentó a Godoy su plan científico de viaje a África. Godoy pensó que sería una buena oportunidad de expandir España al norte de África y Oriente Medio, por lo que le presentó a Badía una misión a realizar en la corte de Muley Suleimán, sultán de Marruecos. Se trataba de conseguir que el sultán solicitase la protección de España para defenderse de la sublevación de las tribus opositoras. España entraría en Marruecos y con el pretexto de ayudar contra la revolución invadirían Marruecos. Y quien iba a conseguir que se sublevasen las tribus, “Ali-Bey”. Quien iba a decir que esto que pretendía hacer con Marruecos en 1801, se lo haría a España posteriormente Napoleón, con la “Guerra de las Naranjas”, lo único que consiguió amén de dejar que las tropas napoleónicas entrasen en España y la conquistasen.

El caso es que la corte española puso el dinero para que Badía, con su personaje, un gran señor musulmán educado en Europa y nacido en Arabia, Ali Bey el-Abbassi, tío del profeta Mahoma. Y allá que se fue a la corte del sultán Suleimán que estaba en esos momentos en Tánger. Le llevó un presente y se hizo con la confianza del sultán a la vez que negociaba con los jefes de las tribus opositoras el levantamiento. Ali Bey construyó una tapadera magnífica. El sultán le llegó a considerar como un hermano, le regaló una finca y un par de mujeres del harén, una blanca y otra negra.

Badía descubrió que el sultán estaba preparando el asalto a España. Y como antes necesitaba controlar las tribus levantiscas del Atlas llegó a proponer a Ali Bey que se uniera a él para reconquistar Al-Ándalus. Bueno lo dejo aquí, porque cuando Badía volvió a la corte ni Carlos IV ni Fernando VII le hicieron caso, y la información que trajo se la vendió a los franceses, contando entre ella los planos de la Meca, siendo la única persona no árabe que había logrado entrar hasta la fecha.

La creación de la Leyenda Negra

Con todo lo dicho anteriormente, intereses, experiencias y derrotas inglesas, Inglaterra encontró un arma muy valiosa: “la leyenda negra”, reforzada en la segunda mitad del siglo XVI, se mantiene hasta el siglo XIX, suavizándose a partir del Romanticismo. La concepción sobre la religión y la iglesia mezclada con la hegemónica económica y militar española no es que molestasen a Inglaterra, es que ponía en peligro su propia concepción de Estado.

Los tres puntos principales eran:
• Inglaterra se oponía a la hegemonía político-militar española en el continente y por esa razón prestaba ayuda a los rebeldes holandeses en las Provincias Unidas y a todos los enemigos de España en Francia y Alemania.
• En segundo orden, Inglaterra se oponía a España en el plano religioso porque la monarquía inglesa, cabeza de la Iglesia Anglicana, se había erigido en defensora del protestantismo frente la católica romana defendida por España y el Papado.
• Finalmente, Inglaterra se resistía a la pretensión española de monopolizar el comercio marítimo con América y restringir la colonización del nuevo continente por otras potencias europeas.

Esta enconada rivalidad política, religiosa, marítima y colonial habría de servir como caldo de cultivo para la difusión de ese conjunto de imágenes negativas y adversas sobre España y los españoles. A tenor de esa leyenda, España se presentaba como una potencia expansionista y opresora, el temible brazo armado de la Contrarreforma católica y brazo ejecutor de Roma.

También propagaron una imagen de los españoles que aún sigue en buena parte. El carácter nacional de los españoles sintetizaba todos los vicios y defectos imaginables en el ser humano: violento, cruel, fanático, intolerante, vanidoso y fanfarrón. Tales atributos tomaban como referencia al conquistador de Indias cruel, al inquisidor fanático y torturador, y al hidalgo altanero.

A partir de la crisis del imperio español a la vez que se dejaban de utilizar en buena parte los anteriores calificativos se introdujeron otros como son para España el de “decadente” y para los españoles el de “perezosos”.

El movimiento independentista americano

El caso es que, en el inicio interesado de la Leyenda Negra, y con el caldo de cultivo de vacío de poder ante la invasión napoleónica, al que hay que añadir la lucha por las distintas Juntas Supremas que surgieron en España por mantener el control y poder territorial, y la guerra contra la invasión francesa, que no se sabía si era apoyada por los reyes en su destierro en Bayona, surgió el movimiento independentista americano.
Este no fue como se ha extendido una guerra contra España sino una guerra civil entre las dos formas de pensar que se había en hispano América, la de desarrollo y ser gobernadas por el reinado español y la que había extendido la aristocracia criolla sobre la libertad y opresión española, y el negocio que presumían que les daría poder y dinero con Inglaterra. Y eso es así porque piensen ustedes que de todos los que combatieron allí tanto de un bando (independentista) como de otro (realista) eran casi todos americanos ya que en los ejércitos no había más de un 10% de tropas españolas peninsulares.

Por otra parte, se ha extendido que este levantamiento se produjo por la abolición de la esclavitud. Todos los libertadores fueron criollos de clases altas recibiendo educación superior por parte del imperio español, y como Bolívar, incluso viviendo en Europa y en España. Algo sobre lo que no se escribe, es más se calla, es que Bolívar fue esclavista llegando a tener más de dos mil.

En medio de aquella situación surgió la figura al que llamaron libertador, un semidios al que las mujeres para visitar su quinta en Bogotá tienen que cubrirse las espaldas. Bolívar fue un dictador. En Perú se auto proclamó el primer dictador de Hispanoamérica. La opinión que tenía Simón sobre los peruanos no era especialmente buena. En una carta a Francisco de Paula en 1825 afirma que “los quiteños y los peruanos son la misma cosa: vicioso hasta la infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios, y los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio moral que los guie”. Intentó imponer su proyecto de Constitución al Perú para proclamarse él mismo presidente vitalicio del Perú, y así gobernar hasta su muerte. Llegó a ser promulgada pero una rebelión cívica forzó su derogación siendo anulada. Un año después de esto Bolívar como presidente de Gran Colombia declara la guerra al Perú, iniciando la guerra colombo-peruana que duró más de un año y que termino con Gran Colombia al quitarle al Perú los territorios de Tumbes, Mayras y Jaén, y el Perú renunciando a recuperar Guayaquil.

Sobre la crueldad, en 1813 el decreto de lucha o muerte en el que se pasaba por las armas a todos los españoles que no luchasen en contra de su propio país, miles de españoles fueron asesinados incluso a los que estaban convalecientes en un hospital, los sacaban de la cama y los remataban en la calle. Detrás había también un motivo económico, ya que las propiedades de los españoles pasaban a financiar la guerra y las arcas del movimiento.

A todo esto, las colonias que iban independizándose pasaban a ser dependientes de a Inglaterra quien pasaba a controlar el comercio e intercambio, entregándoles buena parte de las tierras y de los recursos. Simón Bolívar en la Gaceta de Caracas en 1814 diría “nosotros por mucho tiempo no podemos ser más que un pueblo agricultor, capaz de suministrar las materias más preciosas a los pueblos de Europa”.

Crueldad que no sólo era contra los españoles nacidos en España, sino también contra los que oriundos de américa no comulgaban con su forma de pensar. Bolívar sitió a Santa Fe de Bogotá, cuyos dirigentes eran todos nativos de allí, y durante 48 horas dio libertad a sus tropas para que usasen y cogiesen todo lo que pudieran en la ciudad (incluyendo mujeres).

Antes he citado que en Hispanoamérica había una forma de pensar por los indios y la clase media y los no tan indios que se sentían complacidos con la administración española, ya que España llevó la cultura y el progreso a América. Y como muestra un botón: Era más próspera que muchos países europeos, había alcantarillado, salud y cultura. Esquivel Obregón en su libro “Influencia de España y los Estados Unidos sobre Méjico”, en 1918 escribió que “El jornalero de la época virreinal de 1792 podría comprar 23 medidas de 100 kilos de harina al año, en 1891 solo podría comprar 9,71 y en 1908, ya nada más que 5,35. Hemos desandado así el camino del progreso”.

Y esto es así porque después de la independencia se entregaban los territorios a las manos Inglesas. En una carta dirigida en 1815 por Simón a Maxwell Hypstop afirmó “qué inmensas esperanzas presenta esta parte del nuevo mundo a la industria británica… al mismo tiempo se puede entregar al gobierno británico las provincias de Panamá y Nicaragua para que forme de estos países el centro del comercio del universo por medio de la apertura de canales, que, rompiendo los diques de uno y otro mar, acerque las distancias más remotas y haga permanente el Imperio de la Inglaterra sobre el comercio.

En Perú la imagen que se tiene sobre Bolívar es diferente. Perú no demostró interés en estas guerras, es más no tuvo libertador “propio” debiendo llegar los ejércitos de Bolívar desde Colombia, Juanjo San Martín desde el Río de la Plata y Bernardo O’Higgins desde. El pueblo peruano prefería alistarse en el Ejército Real del Perú defendiendo la permanencia en España. El bando peruano estaba compuesto en su mayoría por soldados ajenos al Perú (neogranadinos, venezolanos, argentinos y mercenarios europeos). En el bando realista, si bien los oficiales eran casi todos españoles, los soldados eran mayoritariamente indios y mestizos oriundos del Perú.

Bolívar hizo pagar a Perú la falta de adhesión a su persona. Declaró la anexión de Guayaquil y otros dos territorios a Colombia. En 1825 Sucre organizó una asamblea y en acuerdo con aristócratas del Alto Perú declaró la independencia creando un nuevo país, Bolivia. Además, intentó ceder todos los puertos del sur dividiendo al país en cuatro, si bien no lo consiguió.

El absolutismo y la influencia de la Constitución de 1812, “La Pepa”

Para esta parte permítanme utilizar la tertulia que en el libro Martín Azañón de Bolívar, en un viaje que hizo a Europa pasando por Cádiz, con personajes ilustres como Argüelles, Calatrava y Pedro Quevedo, hablando sobre la Constitución que estaba en proceso de elaboración:

Bolívar: —España está en guerra contra los franceses ya que no desean ser ocupados. Sin embargo, están ocupando Las Américas desde hace más de trescientos años, ¿no les parecen incongruentes ambas cosas?

—Está comparando cosas totalmente diferentes. Los territorios de Indias son parte de lo que hoy es España. En las cortes constituyentes forman parte, como uno más, los representantes de cada territorio, considerando iguales a todas las personas hayan nacido aquí o en ultramar, —respondió Calatrava.

—Está hablando de una Constitución que no existe. Lo único cierto es que es el país del absolutismo, donde un monarca por el hecho de haber nacido y ser reconocido parte de la familia real (de sobra es conocido que muchos de los hijos reales son bastardos), es quien ejerce el poder sobre todos sus súbditos —afirmó Bolívar.

—Está usted diciendo cosas muy gruesas. Nuestro sistema es de representantes del pueblo elegidos por el mismo y son los que gobiernan, mientras que la monarquía ejerce la jefatura del Estado. No pretenderá decir que es mejor la tiranía de los que se elevan hasta un cargo siendo elegidos por unas promesas que nunca cumplen y que una vez en el poder hacen todo lo posible para mantenerse en el mismo torciendo leyes, o bien se autoproclaman dictadores —respondió D. Pedro Quevedo-.

—Mire usted señor Bolívar —intervino Argüelles, el más liberal de todos—, es cierto que nuestra constitución todavía es un proyecto. Pero será la más avanzada e igualitaria del mundo, ya quisieran los franceses algo parecido. La soberanía recae en la Nación, no en el rey, la monarquía será constitucional y los poderes se separan, se establece el sufragio masculino universal, la libertad de imprenta, la libertad de industria, la abolición de los señoríos, el derecho a la propiedad y la ciudadanía española de todos los nacidos en cualquier parte del territorio de la corona española.

—Me dicen que están representados todos los territorios y sectores en las cortes constituyentes, ¿de verdad lo creen? La mitad de los asientos están ocupados por eclesiásticos y buena parte de la otra mitad por representantes de la estructura actual: militares, regidores, síndicos, etc. Los representantes reales del pueblo llano son los menos.

—Cierto que hay una representación elevada del clero y estructuras—respondió Argüelles—. No se puede pasar de un sistema absolutista a uno liberal sin contar con lo existente. Llevaremos a todo el pueblo de un sistema a otro por voluntad y decisión propia.

—Hay bastantes curas tan liberales como pueden ser los demás. Y como ejemplo uno muy cercano, el de Algeciras, que predica: “¿Cuándo acabaremos de entender que la política de los Estados debe ser la justicia y la igualdad de acciones, en pesos y medidas y en nivelar a los hombres por sus méritos y no por eso que titulan cuna? Abrazaré, Señor, tiernamente y estrecharé en mi pecho entre los brazos a un negro, a un etíope si lo veo adornado de merecimientos y virtudes; miraré, por el contrario, con execración y oprobio y escarnio a un grande de la Nación, por otra parte, prostituido”, —replicó D. Pedro Quevedo.

—Creo que se están equivocando y no están teniendo en cuenta a todos los ciudadanos. En el ámbito territorial no se trata de España, de que seamos colonias, hay que respetar el lugar dónde se nace, soy venezolano. Hay un ejemplo cercano muy diferente como es el de los Estados Unidos. El sentimiento está en la calle y no podrán pararlo.

—Amigo Simón, pero qué nos cuenta. Todos somos ciudadanos, no hay colonias. Hay virreyes que gobiernan, la gran mayoría nacidos en el terreno. Pareciera como si usted estuviera incitando a la rebelión. ¿No estará hablando por boca de los indianos mestizos que ansían el poder?

—No se equivoque o se deje llevar por intereses propios. La interpretación que hace de la creación de los Estados Unidos, con la inclusión del federalismo, es una estrategia centralizadora con el objetivo de pasar de una Confederación inicial de trece Estados, con poco poder central a un centralismo. En nuestra constitución todos son ciudadanos españoles —dijo El Conde de Toreno.

La Pepa fue elaborada con representación de todos los españoles, peninsulares y de ultramar. La libertad de gobierno que ansiaban en América estaba contenida en ella, la igualdad, la de autogobierno que en parte ya estaba implantada con los virreinatos.

El levantamiento de Rafael de Riego en España, el trienio liberal, de 1820 a 1823 y la vuelta del absolutismo en 1824, todos estos cambios políticos supusieron que muchos de los aristócratas americanos, criollos normalmente deseasen el autogobierno para poder controlar el comercio y el movimiento de la riqueza. Fue un detonante más para la lucha por la independencia americana.

La posibilidad de aplicación de la Constitución de 1812 provocó el levantamiento en otros sitios. En Méjico el cura Miguel Hidalgo, se levantó contra el imperio español, pero en favor de Fernando VII. En Méjico se considera a Hidalgo como el padre de la patria, aunque sin embargo solo se independizó una pequeña parte permaneciendo el virreinato de Nueva España. El primer emperador del imperio mejicano fue Agustín de Iturbide, quien se levantó en contra de la constitución liberal de 1812 ya que él era conservador. Curiosamente la constitución, que hacía a todos ciudadanos españoles, estuvieran en la parte del mundo donde estuvieran, llevo a Iturbide a perseguir la independencia a la vez que hacía pretendía que Fernando VII o Carlos IV fueran los reyes de ese Méjico independiente. Aquí no hubo lucha ya que consiguió la independencia negociando y haciendo capitular el virrey de España. En su Plan de Iguala declaró ciudadanos a los indígenas tal y como había hecho antes la Pepa. Posteriormente Méjico sería fácil presa de las potencias mostrando el interés Francia, Inglaterra, etc. quien en fueron colonizando con los dirigentes americanos. Finalmente, el Méjico actual perdería la mitad de su territorio que actualmente posee Estados Unidos.

La independencia americana, la batalla de Ayacucho 1824

La lucha en Perú después de una sería de victorias para los Realistas y también para los independentistas. Hubo intentos de negociación y de paz con los comisionados españoles (Convención Preliminar de Paz) que le obligaba a mandar negociadores a los demás gobiernos sudamericanos para que pueda tener efecto la misma. Se estipulaba que las hostilidades cesarían 60 días después de su ratificación y subsistiría durante un año y medio, mientras se negociaría un tratado definitivo de paz y amistad. Con este motivo se reunieron en la ciudad de Salta Juan Gregorio de Las Heras con el brigadier Baldomero Espartero, sin alcanzar acuerdo alguno. Entre otras medidas tomadas por el virrey para contener su inminente rebelión, el 10 de enero de 1824 se le ordenó a Olañeta.

Ahí tienen a ustedes a Joaquín Baldomero como representante de España negociando la paz. Espartero no confiaba de las propuestas que se hicieron y no llegó a ningún acuerdo. La Serna le envió a España a informar al rey Fernando VII de la evolución de la guerra y a solicitar refuerzos de tropas y armada española, que habían quedado en nada durante el trienio liberal. Mientras Espartero estaba en España y justo el mismo día que se embargó en Burdeos para su vuelta a América sucedió la batalla de Ayacucho.

Al llegar Baldomero a Quilca, desconociendo la derrota española, fue encarcelado. Éste al enterarse de que era portador de una interesante correspondencia oficial y de varias gracias concedidas por el Rey al ejército expedicionario dio orden de que me trasladasen a Arequipa. También, seguramente, recordó que había conocido en España a Espartero y que este le había hecho una jugarreta con una dama (en una fiesta había conocido a una mujer de la que también quedó prendado Espartero. Bolívar quedó a la mañana siguiente de acompañar a esta mujer a misa. Baldomero trazó un plan y con la complicidad de sus amigos envió a Bolívar al extremo opuesto de la ciudad y a su vuelta le retuvieron hasta que confirmar la identidad del venezolano, mientras Joaquín se hacía el encontradizo con la mujer y la acompañó tras el plantón).

Tres meses estuvo en la prisión de Arequipa, aislado y esperando la ejecución porque se había dictado sentencia de muerte. De allí pasó a otra cárcel aún peor, la de la isla de Capa Chica, en medio de una laguna de la cordillera de los Andes. Mientras tanto fusilaron al brigadier español Echevarría sin juicio. Espartero pensó: “¡Mi amigo y compañero de fatigas pasado por las armas! ¡Qué sarta de mal nacidos! Nada podía hacerme pensar que mi destino hubiera de ser otro.”

Resultaron infructuosos los esfuerzos de libertarle de sus amigos, y en particular el abogado español Sr. D. Antonio González Olañeta, quien también estaba a la sazón en Perú, de Facundo Infante, Antonio Seoane y Salustiano Olózaga; consiguiendo su traslado al hospital militar dónde la prisión resultó más llevadera.
Y si una mujer pudo ser el motivo del encarcelamiento tan duro, otra mujer pudo ser quien consiguió su libertad. En Arequipa vivía una muchacha muy bella cuyo nombre era Paula de Prado, de 20 años. Espartero la conoció y la cortejó. Paula también conoció a Simón Bolívar. Paula amenizó el baile que se celebró en la casa señorial que le había cedido para residencia temporal don Francisco de Rivero a Bolívar durante su presencia en Arequipa. El Romanticismo nos dice que después del vals, Bolívar llevo a la muchacha hacia una de las puertas y caminaron hacia un pequeño jardín. El Libertador hizo una oferta que era también una ofrenda: Pídame lo que quiera, —dijo. La muchacha recordó al amigo preso y solicitó la libertad del “coronel Espartero”.

Fuera como fuere en la mitad de noche recibió un billete con letra femenina “Mañana mismo tendrá el pasaporte para Quilca, donde deberá hacerse a la vela para España”.

Sobre Ayacucho ahora contaré que todo apunta, como Salvador de Madariaga escribió en su libro sobre Bolívar, que fue una batalla de paripé. Yo también lo creo. Algunas horas antes de la batalla, el general realista Juan Antonio Monet se presentó en el campamento de los patriotas, y mantuvo conversaciones con el general independentista José María Córdoba. Monet propuso deponer las armas y evitar un baño de sangre, pero Córdoba respondió que eso sólo ocurriría si los realistas aceptaban formalmente la independencia del Perú. Luego, tuvieron una conversación en privado. Durante aquel encuentro, los oficiales de ambos bandos confraternizaron. Antonio Tur, brigadier del ejército realista, abrazó a su hermano Vicente Tur, teniente coronel del ejército peruano.

Llegado el momento de la batalla, los soldados realistas vistieron uniforme de gala ­algo muy inusual-. A partir de entonces, sucedieron algunas cosas extrañas: la batalla fue muy corta, teniendo en cuenta que el ejército español tenía superioridad numérica y táctica, intriga saber que fueron derrotados en apenas dos horas.
En medio de la batalla, una crónica escrita por el capitán Manuel Antonio López —un testigo de los acontecimientos— indica que el general realista Gerónimo Valdés exclamó: “Mediavilla, dígale usted al Virrey que esta comedia se la llevó el demonio”. ¿A cuál comedia se refiere? ¿Es posible que hubieran pactado en la entrevista privada entre Monet y Córdoba?, los soldados no sabrían de la existencia de tal pacto, sus oficiales harían un simulacro de guerra con algunas bajas, ¿y al final vendría la rendición? El hecho de que el general independentista Sucre concediera términos muy generosos en la capitulación de los realistas añade elementos a la sospecha.

La moral de los oficiales españoles estaba por los suelos. La mayoría de estos oficiales habían demostrado claras simpatías liberales -muchos de ellos luego formaron parte de la camarilla de los “ayacuchos” en el partido liberal durante el convulso reinado de Isabel II-, y seguramente no tenían gran entusiasmo en luchar en nombre de un rey -Fernando VII- que un año antes había regresado como monarca absolutista, y que ahora perseguía fieramente a los liberales. Sobre estos oficiales pendía la amenaza de que la persecución también los salpicaría, y serían removidos de sus cargos, aun si resultaren victoriosos en el combate. El simulacro de batalla habría sido un intento de salvaguardar su honor, sin necesidad de inmolarse —o enfrentarse a sus propios amigos y familiares en el bando contrario— por una causa en la cual ya habían dejado de creer.
Lo cierto es que la batalla tuvo poco de gloriosa -excepto por los sospechosos uniformes de gala­, que tuvo lugar sin recibir la respuesta del Rey a la misiva de la Serna, la respuesta que traía Espartero, que Joaquín Baldomero no hubiera negociado tal cosa como ya demostró antes en las conversaciones en Salta, y que la composición étnica de los ejércitos no era la de españoles contra americanos, sino más cercana a guerras civiles, incluso con familias divididas entre ambos bandos.

Comentarios de la Independencia Americana

Permítanme que no les dé mi opinión, aunque seguramente ya la han deducido, sino que formen ustedes la propia con lo que dijeron alguno de los protagonistas:
• La América es ingobernable. Los que han servido a la revolución han arado en el mar. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. Estos países caerán infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a las de tiranuelos, casi imperceptibles, de todos los colores y razas, devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad. Los europeos, tal vez, no se dignarán a conquistarlos. Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último período de la América. Simón Bolívar, carta al general Juan José Flores en 1830.
• A la verdad cuando uno considera que tanta sangre y sacrificios no han sido empleados sino para perpetuar el desorden y la anarquía se llena el alma del más cruel desconsuelo. Juan José San Martín, carta a Bernardo de O’Higgins en 1841.
• Nuestros acompañantes, muy atentos con nosotros, trataba a los indios como esclavos, no como hombres. Les mandaban traer provisiones y entregarnos sus caballos sin dignarse a decirles lo que se les pagaría y ni siquiera si se les pagaría. Habiéndonos quedado solos una mañana con uno de estos pobres hombres, no tardamos en hacer amistad, dándoles cigarrillos y mate. Después nos expusieron sus numerosos motivos de queja acabando por decirnos: “Nos tratan así porque somos u nos pobres indicios ignorantes; no sucedía esto cuanto teníamos un rey.” Charles Darwin, “viaje de un mundo naturalista alrededor del mundo, 1839 (Chile).
• Si. Estoy arrepentido en buena parte por haberme levantado contra España y, es por eso, que cuando se celebraron los funerales en Manila del Rey Alfonso de España, yo me presenté en la catedral para sorpresa de los españoles. Y me preguntaron por qué había venido a los funerales del Rey de España en contra del cual me alcé en rebelión…
Y, les dije, que sigue siendo mi Rey porque bajo España siempre fuimos súbditos, o ciudadanos, españoles pero que ahora, bajo los Estados Unidos, somos tan solo un Mercado de consumidores de sus exportaciones, cuando no parias, poque nunca nos han hecho ciudadanos de ningún estado de Estados Unidos… Y los españoles me abrieron paso y me trataron como su hermano en aquel día tan significativo. Emilio Aguinaldo Presidente de Filipinas. Entrevista en ABC en 1958.
• Por cierto, si visitan Madrid en una de las fachadas del Palacio Real de Madrid se encuentran, acompañados por otros reyes españoles, las estatuas de Moctezuma y Atahualpa, los últimos emperadores de los mexicas y de los incas. ¿Por qué? Son los Reyes de los distintos Reinos de la península ibérica y de los territorios de otros continentes que se incorporaron a la Monarquía española.

Cambio de rumbo inglés, “cambio de chaqueta”, nacimiento del Mito Romántico

A principios del siglo XIX surgió una imagen diferente sobre España y los españoles. Se trataba de una percepción derivada del Mito Romántico sobre el país y sus habitantes que haría olvidar interesadamente a la opinión pública británica y a sus gobernantes los estereotipos adversos. Si la Leyenda Negra había nacido de la rivalidad anglo-española en el siglo XVI, el mito de la España romántica iba a surgir en un contexto del espontáneo levantamiento popular contra los ejércitos franceses de Napoleón en 1808. El comienzo de la Guerra de Independencia en España provocó un entusiasmo sin precedentes en Gran Bretaña y generó una nueva sensibilidad oficial y popular hacia España y los españoles. El interés británico estaba en que otro país combatía a Francia ya que los ingleses estuvieron en una guerra interminable con Francia iniciada en 1793 y acabada en 1815. Por eso mismo, Gran Bretaña, enfrentada en solitario al empuje militar napoleónico, recibió con enorme alivio la insurrección española, y se aprestó a concluir la alianza política y militar hispano-británica contra su enemigo común francés.

Como resultado se contrapuso la imagen de la Leyenda a una imagen mítica de nuevo pero contrapuesta: la España Romántica, pasando esta nueva imagen a positiva y ponderativa. Los vicios y defectos de los españoles se volvieron virtudes y perfecciones: la crueldad hispana se convirtió en valentía indómita, el fanatismo en pasión, y la soberbia altanera se hizo orgullo patriótico. Los tipos humanos que encarnaban esta imagen serían ahora los guerrilleros anónimos, los defensores de Zaragoza, los cientos de Quijotes amantes de su libertad e individualidad.

Para ello los poetas románticos británicos como lord Byron, Sir Walter Scott, etc., loarían. Y también los viajeros británicos que durante el siglo XIX se acercaron al país para descubrir su exotismo y hablar de él. De aquí surge la imagen del torero, el bandolero, la gitana, la defensa a ultranza del honor. Todo esto una vez que España había perdido el control y comercio con Hispanoamérica quedando en mano de ingleses principalmente.

Acto final

Hasta aquí lo que les quería contar hoy, sobre la leyenda negra y sobre la época en la que vivió Espartero. Un placer haber podido hoy compartir estas líneas, estos hechos históricos, que espero que les sirvan a ustedes para poder formar su propia opinión sobre la Leyenda Negra y sin pretender que lleguen a pensar que los españoles fuimos ángeles salvadores, sí que España hizo muchas cosas, algunas no tan buenas, pero la mayoría estupendas.

No hay mayor libertad que la educación, que por cierto se “mamá” en casa, la cultura y el conocimiento de la historia. No hay mayor cárcel que la ignorancia que normalmente conduce a la mentira. No hay mayor condena que observar impasible como te dicen lo que eres cubriéndote con un negro manto, ni siquiera cuando te alaban. Nada como conocer el pasado, estar orgulloso del origen y mirar al futuro de frente. Orgulloso de la civilización española que personalmente considero que es de las más importantes después de la griega y la Romana.

Si soy capaz de sacar algunos huecos de mi tiempo, espero que puedan leer más sobre esta época en el libro que estoy escribiendo de “Martín Azañón, en un reino sin rey”.

Gracias de nuevo al Ayuntamiento, a Prado y a todos ustedes por escucharme en estas horas de las cañas y de la comida.

Conjunto arqueológico de Oreto – Orissia – Urit

En Granátula existe un complejo arqueológico impresionante. La parte excavada la valoro en menos del 1%. Dentro del conjunto de la Catedral, de uno de los obispados visigodos más importantes, está la pila bautismal por inmersión, y la Lauda sepulcral del diácono. En fase de excavación de lo que fue la Catedral. Queda pendiente sacar a la luz el Circo Romano. Y musealizar el hammam más antiguo de la península ibérica.

El reino visigodo y su decadencia hasta la caía en manos de la invasión musulmán. La influencia en Oreto.

En Granátula de Calatrava se encuentran los restos del obispado visigodo de Oreto. La lápida del obispo Amador, con silla en el Toledo, fue encontrada. La historia de mi pueblo se extiende desde la época de los íberos, pasando por los romanos y el visigodo, antes de llegar a la época musulmán contando como vestigio de esta época el que posiblemente es el Hamman más antiguo de toda la península ibérica. cuya salida de agua intervino en el mausoleo del diácono enterrado en Oreto.

Aún está pendiente de restauración, pero en breve se podrá disfrutar de la Lauda sepulcral. Los investigadores han recuperado una lauda sepulcral “excepcional” de la Hispania visigoda en Granátula del diácono enterrado en ella hace 1.400 años: un clérigo de 1,70 que murió a los 70 años.

Aurelius Vincentius. Los investigadores del yacimiento arqueológico de Oretum, en Granátula de Calatrava, creen que este es el primer nombre y apellido de un cristiano cien por cien ciudarrealeño. Así se llamó un misterioso diácono (clérigo) asociado al obispado visigodo de Oretum del siglo VI, enterrado en un lujoso mausoleo de la necrópolis visigoda oretana entre los años 580 y 600 de nuestra era.

Entre Leovigildo y Recaredo

Tenía  70 años cuando murió, una edad excepcional para la época, y es posible que en el reino Hispano-Visigodo de Toledo reinaran Leovigildo o Recaredo. “Estamos en un momento de reunificación territorial y de credo, en el que los visigodos abandonan el arrianismo e impulsan el cristianismo”, explica Antonio Manuel Poveda, el profesor de la Universidad de Alicante que codirige  la investigación junto con el arqueólogo ciudarrealeño José Luis Fuentes, de la Universidad de Granada.

Os dejo el video grabado por Lanza sobre la extracción de la Lauda en Oreto.

Y continuando con la historia de los Visigodos y su decadencia os comparto este magnífico video del Instituto CEU de Estudios Históricos. Como la decadencia del reino visigodo facilitó la conquista islámica. Conquista que llegó a Oreto, que pasaría  Urit y Zuqueca.

De “SIKKA” a ZUQUECA: Un topónimo caminero de Oreto (Granátula de Calatrava)

Os dejo este artículo de ANA M. GARCÉS TARRAGONA (a quien quiero hacer este pequeño homenaje desde aquí, por su vida dedicada a las excavaciones de Oreto en Granátula) y PEDRO J. RIPOLL VIVANCOS ripicorreo@gmail.com

El artículo está disponible aquí Microsoft Word – azuqueca09pdf.doc (biblioarqueologia.com)

Entresaco algunas partes del documento e imágenes

Zuqueca (Granátula de Calatrava, prov. Ciudad Real) representa un conjunto arqueológico de primer orden a nivel regional en Castilla-La Mancha. Las fuentes coinciden al exponer una continuidad de poblamiento en este lugar prácticamente ininterrumpida desde, al menos, la época hispanorromana (GARCÉS et alli, 2000; 2009). Así lo indica la hipótesis de un templo romano localizable en el entorno periurbano de la ciudad de Oreto, con evidencias de una necrópolis tardorromana que pervive en época hispanovisigoda y, quizás, durante los primeros momentos de ocupación beréber, con los mozárabes; un baptisterio tardorromano; un edificio de carácter religioso de época visigoda; los restos islámicos hallados recientemente, entre los que se documentan un complejo palaciego con su baño; y las complejas descripciones del santuario tras la reconquista.

En el presente análisis se desglosan las conclusiones de un estudio para el cual se ha tenido muy presente que los elementos se definen, tanto por su significante en el contexto histórico y geográfico de la raíz árabe andalusí >skk< como por su significado, en relación a la evolución de su poblamiento y las vías que articulan las comunicaciones, profundizando en la correcta definición en torno a la familia de topónimos afines.

Ubicación geográfica

Entre el Cerro Domínguez, pausible ubicación de la Oreto iberorromana, y el de Los Obispos, con la vega del río Jabalón al Norte, se alza el santuario de Nuestra Señora de Oreto y Zuqueca, en el actual término municipal de Granátula de Calatrava (CNIG, 2002: Hoja 811, UTM ED-50: x=437720, y=4290600, Huso=30; IGE, 1887: Hoja 811; Lámina 02, Fig.02a).

El área tiene una ubicación privilegiada en el sistema de comunicaciones, ya que conforma una verdadera encrucijada de caminos y de vías pecuarias que unen el Alto Guadalquivir con la submeseta a través de los pasos de Sierra Morena y el Oeste peninsular con el Levante, favoreciendo su apertura a las corrientes culturales. En la zona se localizan además una serie de asentamientos agropecuarios de origen hispanorromano, situados en la fértil vega del Jabalón y articulados en torno al eje de comunicación entre los dos principales núcleos del territorio: la Caracuel romana (Carcuvium) y el propio Cerro Domínguez (Oretum). Las noticias correspondientes a restos arqueológicos en el entorno se remontan ya al siglo XVI, con el hallazgo en el cercano Cerro de Los Obispos de una lápida funeraria correspondiente a uno de los obispos de Oretum (VARIOS, 1600; HERVÁS, 1882); o la existencia del puente e inscripción romana de Baebio, sobre el Jabalón.

Descripción histórica

El yacimiento arqueológico de “Oreto y Zuqueca”, la Zuqueca de este artículo, se encuentra situado en el llano, al pie del Cerro Domínguez, en el actual santuario mariano homónimo (Lámina 01, Fig. 01c). Manifiesta éste una compleja evolución histórica, desde el siglo IV hasta la actualidad, seleccionando para el presente estudio el periodo comprendido hasta el siglo XII, en el que se suceden los tres topónimos mencionados por diversas fuentes para la zona (Oretum/Oreto, >Urîth< y Zuqueca).

Entre el siglo IV al VI, época plenamente romana, se mantiene el topónimo de Oretum Germanorum, o simplemente Oreto, como vestigio de su antecedente desde el siglo IV a.C al VI d.C, en el Cerro Domínguez y al que no nos referiremos en mayor profundidad, por escasez de espacio, pese a que Manuel Retuerce lo referencia, atestiguando en él presencia de cerámica islámica (RETUERCE, 1998: II, 18).

Del material encontrado en el interior del yacimiento no existen fuentes escritas que permitan su interpretación, salvo los testimonios obtenidos mediante las investigaciones arqueológicas realizadas desde 1996 a través de la financiación de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Los restos in situ de mayor antigüedad pertenecen a una serie de tumbas, dispersas principalmente en la parte norte del yacimiento; restos de dos pequeños asentamientos de hábitat, uno localizado próximo al actual santuario, al Norte del mismo, del que se tiene escasa información, y otro más alejado, al Sur; aunque el testimonio material más importante de esa época es una pila bautismal por inmersión, fechada en el siglo IV, que ya indica la cristianización del lugar.

Se ha comprobado, por los materiales cerámicos encontrados, que el ocaso de los asentamientos descritos se inició, posiblemente, a finales del siglo IV, agravándose quizá en un momento ulterior con la amenaza de las invasiones godas, que debieron afectar al poblamiento rural. El pequeño hábitat meridional debió de quedar al menos semiabandonado, ya que no existe ninguna información documental ni material sobre una posible reocupación concreta de este espacio hasta mucho después.

Tampoco hay noticia que confirme la presencia visigoda hasta el III Concilio de Toledo, en el año 589, donde se menciona la existencia de Oreto como obispado. Las tierras de Oreto, y de toda la Oretania, quedaron dentro del área de influencia visigoda debido al carácter estratégico de la zona, con lo que Oreto se convirtió en parte del reino visigodo, aunque la población debió de seguir siendo mayoritariamente hispanorromana.

Queda confirmada la localización del obispado de Oreto como ciudad con sede episcopal por la aparición de la referida lápida funeraria, correspondiente al obispo Amador, encontrada a poca distancia del yacimiento, lo que es indicativo de la proximidad de la ciudad. Hoy en día ésta puede verse en la iglesia parroquial de la localidad.

Asimismo, resulta llamativo que Suavila o Suanila (según la fuente que se consulte), uno de los obispos conocidos, merced a su participación en el V y VI Concilio de Toledo, porte un nombre de ascendencia claramente visigoda, lo que podría evidenciar un control directo por parte de la nobleza visigoda de los cargos de mayor responsabilidad en el territorio, en detrimento de la aristocracia local; o bien, por el contrario, un fenómeno de fuerte asimilación cultural de esta última para perpetuarse en el poder, teniendo presente que el resto de obispos conocidos cuentan con nombre hispanorromano.

Pese a que la ciudad episcopal de Oreto aún no se ha localizado, las sucesivas campañas de excavaciones realizadas desde el año 1996, han puesto de manifiesto una necrópolis de esta época con cerca de 500 tumbas, de tipología muy variada. Siguiendo el modelo general, este cementerio se debió situar fuera de la ciudad, ocupando el espacio religioso y funerario de época romana. Entre los restos arquitectónicos localizados durante las excavaciones,
además de las tumbas señaladas, se ha excavado un gran edificio religioso-funerario de planta rectangular tripartita que, no sólo se superpuso y rompió las tumbas de época tardorromana, sino que también amortizó física y ritualmente la pila bautismal ya mencionada. El pequeño núcleo de hábitat existente al sur, ya irreconocible debido al prolongado abandono, perdió su identidad cuando las nuevas tumbas se superpusieron sobre los restos de sus muros y los rellenos producidos por los tapiales de las estructuras.

El hallazgo de una serie de tumbas colectivas de época visigoda, con los restos amontonados o incluso impregnados de cal, localizadas principalmente al norte del área excavada, debe de corresponder con las graves crisis documentadas de finales del siglo VII.

A pesar de la explicación generalista en torno al progresivo abandono urbano, o al menos olvido, en el que entraron las antiguas ciudades desde el siglo VII, se tiene constancia que el episcopado oretano subsistía aún en el siglo VIII, de modo que la ciudad seguía manteniendo su importancia y su nombre definía a todo el distrito.

En el siglo VIII, los primeros conquistadores musulmanes ocuparon las antiguas ciudades episcopales, buscando la asimilación entre el >´âmil< islámico y el obispo. En el caso de Oreto, las fuentes mencionan a la ciudad, tanto con el nombre de Oretum como con su transcripción al árabe > Urîth <, desprendiéndose de su atento análisis un posible asentamiento para esta zona de contingentes beréberes sobre un substrato hispanorromanovisigótico. En las excavaciones queda constatada la existencia de una primera serie de nuevas estructuras de hábitat, asentadas directamente sobre las tumbas de época visigoda, datables en la segunda mitad del siglo VIII, con un marcado carácter oficial, con un complejo palatino (Lámina 01, Fig. 01c) que incluye su correspondiente baño (>hammam<).

Entre los materiales hallados hasta el momento, destacan una serie de ollas-trípodes (GARCÉS et alii, 2009; Lámina 01, Fig. 01c), definidas como “elemento guía” para la época emiral en el contexto de los hallazgos efectuados en la zona giennense del Alto Guadalquivir (CASTILLO, 1998; SALVATIERRA & CASTILLO, 2000), rastreables también al sur de Toledo (CABALLERO et alii, 2003), y que corroboran indudablemente unas intensas relaciones entre ambas vertientes de Sierra Morena, basadas en vías de comunicación previas, justificando así la posible definición para esos momentos históricos de una epi-oretania.

Sobre estas primeras estructuras, a partir de la segunda mitad del siglo IX, coincidiendo con el cambio de capitalidad para el territorio, impuesto por Muhammad I con la refundación después del 854 de Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava, prov. Ciudad Real), se documenta en el yacimiento una segunda fase islámica, con la amortización de parte de las estructuras precedentes, y con la construcción de un amplio complejo de hábitat dotado también de elementos de representación, que mantiene en uso el baño. Entre los restos cerámicos asociados, siguen presentes las ollas-trípodes, junto a un conjunto datable en la segunda mitad del siglo IX.

La localización en el propio santuario de un arco de herradura islámico (Lámina 01, Fig. 01c), actualmente en avanzada fase de estudio por los autores, merced a la cofinanciación de la administración, evidencian la importancia del enclave.

Las medidas de Estado emprendidas por Muhammad I, con la mencionada pérdida de la capitalidad por parte de > Urîth < en beneficio de Calatrava la Vieja, conllevaron inevitablemente una nueva articulación en importancia de la red de comunicaciones. La antigua ruta utilizada entre la metrópolis cordobesa, el valle del Guadiana y Toledo, atravesando Sierra Morena por los pasos del Alto Guadalquivir, se desplazó hacia Poniente, reforzándose el tramo del eje axial Peninsular que unía Córdoba, por el Valle de Alcudia y Caracuel, con la ciudad de Calatrava la Vieja, su vado sobre el Guadiana, en busca de Toledo, sin necesidad de desviarse hacia el Este por la otrora capital oretana: Zuqueca.

A pesar de la rearticulación de las comunicaciones, el hecho constatado es que Zuqueca siguiría manteniendo un importante rango a otro nivel: en el área septentrional del paso hacia tierras giennenses, franqueando uno de los vados posibles sobre el Jabalón. La ubicación próxima de los castillos de Salvatierra, primero, y posteriormente del de Calatrava la Nueva, junto con la localización sobre el Cerro Domínguez de una pequeña fortificación medieval, deficientemente estudiada; la descripción de las grandes campañas militares de Alarcos o las Navas de Tolosa; o la presencia de topónimos, como “Cañada de la Plata” o “La Calzada” (Calzada de Calatrava, prov. Ciudad Real), así lo evidencian hasta finales de la Edad Media.

Conclusiones

El significado del topónimo en árabe, teniendo presente el análisis y evolución de las distintas grafías analizadas, desde sus primeras menciones en fuentes andalusíes hasta época moderna, la correspondencia del conjunto de enclaves estudiados con vías de comunicación, cuyas noticias se remontan en su mayoría a época romana, y la constatación de la difusión del topónimo árabe no sólo por la geografía nacional, corrobora, como adelantábamos a título de hipótesis al principio de este estudio, la identificación del mismo con el diminutivo árabe de >sikka<, con el valor de camino con carácter secundario, atajo, desvío o caminejo, en contraposición a los caminos con mayor entidad, vías o calzadas principales de época islámica, herederos todos ellos en buena medida de anteriores vías de comunicación en la zona central de la Península. Sin descartar que, por supuesto, al estar refiriéndose a un punto
concreto de dichas vías de comunicación, designen paralelamente, y por extensión, un lugar de especial referencia en el itinerario caminero de las mismas, coincidente con un enclave de la época con posibilidades de fácil aguada y con la existencia de vados en los cauces señalados, y no una “callejuela” o “zoquillo”.

Aplicando las teorías en torno a la articulación de las comunicaciones en época islámica expuestas por Juan Zozaya (ZOZAYA, 1987: 219 y ss; Lámina 03, Fig. 03a), al que agradecemos también desde estas líneas su infinita paciencia ante las dudas que se han ido suscitando durante la redacción del presente artículo; su situación geográfica, junto a la entidad y evolución de los restos arqueológicos hallados; y la relación con el poblamiento circundante, el enclave del actual yacimiento de “Oreto y Zuqueca” pasó de ser un punto caminero de primera magnitud, en tiempos de la > Urîth < islámica, a ser un elemento referencial de segundo orden en el camino, ya en época medieval cristiana, eclipsada por la proximidad de los castillos de Salvatierra, primero, y Calatrava la Nueva, después, a principios del siglo XIII, pasando posiblemente a denominarse Zuqueca, en algún momento, con posterioridad a mediados del siglo IX o ya entrado el X.

Recordar que podéis leer el documento completo en Microsoft Word – azuqueca09pdf.doc (biblioarqueologia.com)

El Trenillo

Imáganes del trenillo que pasaba por Granátula de Calatrava camino de Montanchuelos. Juan José del pueblo vecino de Granátula ha publicado un libro con la historia de esta línea de ferrocarril que tenía estación muy cerca de Oreto.

Os dejo el video.

Epifanio Novalbos Valbuena. Veterinario y académico. Hijo ilustre de Granátula

Esta tierra manchega siempre ha contado con una importante cabaña lanar. Quizás por este motivo la Mancha ha sido cuna de ilustres veterinarios. En Granátula el día 7 de abril de 1832 nacía el que había de ser Académico de Medicina por sus conocimientos veterinarios D. Epifanio Novalbos Balbuena.

D. Epifanio era el mayor de siete hermanos fruto del matrimonio de D. Antonio Novalbos Torralba y Dª Baldomera Balbuena Moreno. D. Antonio poseía una herrería junto a su vivienda situada en la calle del Carmen número 7.

Fue bautizado por Espartero, no por D. Baldomero sino por su hermano mayor D. Manuel (la Familia Fernández – Espartero contó con tres sacerdotes e incluso Baldomero curso estos estudios antes de que se incorporara al ejército en Ciudad Real).

A los 13 años moría su padre fruto de un accidente en el taller cuando estaba reparando un trabuco que desconocía que estuviera cargado. No tardó en quedar huérfano completamente quedando al frente del hogar al ser el hermano mayor.

Trabajó como herrero en distintos lugares llegando a Calzada de Calatrava donde presto sus servicios en el taller de los Molinas. Precisamente ésta familia contaba con una tradición veterinaria muy importante (don Eusebio Molina Muñoz, fue veterinario militar; y D. Agustín Molina fue uno de los fundadores del Colegio Oficial de Veterinarios de Ciudad Real) influyendo seguramente en D. Epifanio.

El 29 de octubre de 1855 se matrícula en la Escuela de Veterinaria de Córdoba a los 23 años. Con no pocas dificultades económicas y de preparación previa pasó los dos primeros exámenes obteniendo los dos únicos aprobados de su vida. Sí los dos únicos aprobados porque de aquí en adelante las calificaciones mínimas serían de sobresaliente.

Las dificultades económicas fueron subsanadas en parte al ofrecerle el director de la Escuela la escribanía de la Secretaría para que le ayudase en los trabajos administrativos. Al finalizar el segundo curso optó a una plaza de «alumno pensionado» ayudando en los servicios de clínica.

Mostraba su capacidad para la enseñanza ya en su época de estudiante ya que facilitaba gratuitamente a sus compañeros los apuntes extractados y pasados a limpio.

Obtuvo el título de veterinario de segundo al terminar los 3 años el 16 de junio de 1858. Se matriculó en cuarto curso con siguiendo las máxima calificaciones. Para poder cursar el quinto curso contó con la inestimable ayuda de su protector ya que este curso solo podía cursarse en la Escuela de Madrid y las disponibilidades económicas de D. Epifanio eran mínimas. Antes de terminar el quinto curso opositó a las tres plazas de disectores anatómicos que para todo el territorio español se convocaron (Córdoba, Zaragoza y León) obteniendo el número uno y eligiendo la de Córdoba. Tomó posesión de la plaza el 16 de junio, unos días después de terminar la reválida para obtener el título de veterinario de primera clase.

Su afán de perfección y de obtener conocimientos le llevó a matricularse en 1869 en todas las asignaturas de bachillerato, consiguiendo aprobarlas así como la correspondiente reválida, entrando en posesión del titulo con fecha de 17 de junio de 1870.

Pero no quedó ahí sino que por libre cursó la carrera de Farmacia en la Universidad de Madrid, realizando la reválida y obteniendo el título en 1873.

Una gripe se llevó a D. Epifanio, falleciendo a las tres de la tarde del 28 de febrero de 1901.

Vida profesional

Su vida académica se inició en el curso 1859-60 al lado de su maestro D. Enrique Martín con la enseñanza y disección de la Anatomía en la Escuela de Córdoba.

En julio de 1873 se presenta a las oposiciones para cubrir la plaza de disector anatómico y constructor de piezas anatómicas de la Escuela de Madrid. Entre sus contrincantes se encontraba D. Santiago de la Villa quién obtuvo la plaza y que sería su «bestia negra» ya que ambos concurrirían a multitud de puestos quedando siempre D. Epifanio, sin ningún tipo de recomendaciones que si tenía el Sr. Villa, en segundo lugar aunque eso sí siempre con felicitaciones del tribunal.

Así la Cátedra de Anatomía de la Escuela de Madrid sería ocupada por D. Santiago de la Villa. Nuestro querido Epifanio tuvo que conformarse con ser Catedrático de Física, Química y Ciencias Naturales opositando a la plaza que dejó libre el Sr. Villa al venirse a Madrid a ocupar la cátedra de anatomía, que obtuvo con el voto unánime del tribunal.

En Zaragoza estuvo hasta 1875, hasta que por concurso en este año se trasladó a Madrid lugar dónde estuvo hasta su muerte.

Fue nombrado académico de la Real Sociedad Patriótica de Córdoba y su Reino, de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Letras.

D. Epifanio ocupó el sillón dedicado a la sección de Higiene de La Real Academía de Medicina de Madrid el 28 de junio de 1891 con el discurso «Los Enterozoarios del hombre en relación con la higiene», punto cumbre en su carrera.

Para definir lo que fue la vida de D. Epifanio Novalbos Balbuena reproducimos lo que citó D. Dalmacio García Izcara en su discurso de toma de posesión de la plaza que D. Epifanio dejó vacante tras su fallecimiento «Huérfano de padre y madre desde temprana edad y sin mas bienes de fortuna que la nobleza de su alma y gran apego al trabajo que heredó de sus mayores. Fue uno de esos hombres a quienes no les abate la desgracia, sino que en todo momento disponen su ánimo a luchar valerosamente para vencer las más diversas contrariedades, que la vida material ofrece a los desesperados. Con grandes apuros y privaciones, hizo en la Escuela de Córdoba los estudios, mereciendo las mejores calificaciones en todos los exámenes y alcanzó una plaza de pensionado. Parco en aquellas teorías no muy bien cimentadas, era partidario de las demostraciones prácticas; hablaba poco diciendo mucho y a conciencia; era, en una palabra, modelo de concisión y claridad. El tiempo que le restaba de sus habituales ocupaciones, lo dedicaba a sus discípulos para adiestrarlos en demostraciones prácticas. El magisterio constituía para él un verdadero sacerdocio y por eso le consagraba todos sus afanes. Introdujo en las asignaturas que le estaban confiadas, reformas dignas del mayor encomio y los gabinetes puestos a su cuidado fueron objeto, por su parte, de una revisión prolija y consciente y de un aumento considerable de material. Invertía casi todo el tiempo en labores de enseñanza, por la mañana en la cátedra y por la tarde en el laboratorio, preparando y ordenando lo necesario para la lección inmediata. No descansaba.»

Nuestro homenaje a este hombre que por sus propios méritos llegó a ser todo en el mundo veterinario y académico.

D. Anacleto Meoro, obispo de Almería. Hijo ilustre de Granátula

D. Anacleto Meoro Sánchez nació en Granátula el día de 13 de julio de 1778. A los dos días de nacimiento sus padres D. Antonio y doña Josefa lo bautizaron en la Iglesia de Santa Ana poniéndole el nombre de Anacleto José. Fue bautizado por el prior del hábito de Calatrava D. Alonso Treviño y Carrillo y confirmado a los 4 años junto a sus hermanas Eusebia e Hijinia de manos del arzobispo auxiliar de Toledo y titular de Constantina D. Felipe Pérez de Santa María.

Se licenció como letrado, doctor en cánones, ejerciendo posteriormente en el arzobispado de Toledo y en el obispado de Cartagena diversos cargos de judicatura eclesiástica. Fue vicario capitular y gobernador eclesiástico de ésta última en 1825.

La Reina lo propuso para cubrir la vacante de la diócesis de Almería el 12 de septiembre de 1847. El 16 fue designado mediante un real decreto del Ministerio de Gracia y Justicia como Obispo para Almería, con la condición de una nueva demarcación de la diócesis. Acepta el obispado con dicha condición «confiando no en mis débiles fuerzas sino en los auxilios de la divina providencia«.

El nuncio monseñor Juan Brunelli, arzobispo de Tesalónica, inició el proceso en Madrid el 15 de octubre de 1847, terminando con la aceptación por el Papa Pio IX el 17 de diciembre de 1847. Las bulas las firmó el 24 de diciembre de 1847.

Fue consagrado episcopalmente el 9 de abril de 1848 en el Monasterio de la Encarnación de Madrid por Monseñor Giovanni Brunelli, nuncio de Su Santidad, asistido por D. Manuel Joaquín Tarancón Morón, obispo de Córdoba y D. Gregorio Sánchez Rubio obispo de Osma.

Tomó posesión de la diócesis de Almería el día 16 de abril de 1848, asistiendo las autoridades, corporaciones, nobleza y el pueblo.

El 29 de abril el Sr. Meoro escribe desde Murcia al presidente del Cabildo comunicándole que muy probablemente llegará a Cartagena un vapor que va en dirección al puerto de Almería y su intención de embarcar en él.

Se acuerda que los comisarios del año se encarguen de la preparación del tablado y de todo lo necesario adquiriendo, entre otras cosas, «cohetes para su disparo en los tipos y puntos oportunos a la mayor solemnidad». Siendo escasos los recursos de los que dispone la diócesis se acuerda encargar un pectoral para entregarle el día de su llegada y abonar su costo los capitulares. El día 10 de mayo de 1848 llegó el obispo D. Anacleto Meoro a Almería.

La situación en Almería era caótica. Así, contestando a una carta de Brunelli del 19 de septiembre de 1848, D. Anacleto dice textualmente «Es tristísima la posición en que nos encontramos; acaso en Madrid creerían que exageramos… si vinieran a las provincias verían que es certísimo que por falta de recursos, ni el obispo puede cumplir con su ministerio, ni los párrocos en sus iglesias… unos y otros se ven afligidos con la más espantosa miseria, que los templos se ven arruinarse sin poder repararlos y que el culto se da a Dios del modo más indecente, faltando por necesidad a lo prevenido por sagradas rúbricas, teniendo que usar ornamentos y vasos sagrados que deberían estar recogidos…».

La figura de Don Anacleto Meoro es tanto más impresionante si tenemos en cuenta la avanzada edad con la que llega al episcopado, 69 años y medio, y los achaques de la enfermedad de la que muere a los 85 años. Recibe una diócesis paupérrima después de la vacante más larga de la historia (15 años). No se ha obtenido confirmación de la grave enfermedad que le aquejó, pero por el contenido de una carta al Ayuntamiento de Senés en 1855 deducimos que pudiera ser Párquinson: «y ofrece acudir toda vez que las trémulas manos de V.S.I. enarbole el Estandarte de la religión Católica Apostólica Romana».

Quizás uno de los mejores exponentes del pensamiento de D. Anacleto sea la pastoral que escribió sobre la «Armonía entre la Iglesia y el Estado». En un documento dirigido al nuncio en 1858 le pide su intervención ante el Gobierno para que resuelva en bien de la Religión y de la Iglesia para cumplir esta su misión en la tierra. Dice «que los fieles relajan sus costumbres, se veja la Religión y desprestigia el Santo Misterio». En nueve apartados hace exposición de los problemas existentes:

  • Hay indiferencia, no descreimiento, de verdades y prácticas religiosas. Olvido de las obligaciones cristianas. Usura y concubinatos, arruinando las familias y escandalizando la grey fiel. Los divorcios voluntarios sin intervención de la autoridad eclesiástica son muy frecuentes. Alguna vez va a la autoridad civil como conciliación entre conyugues.

Los días festivos y la cuaresma son escarnecidos. Hay robos sacrílegos y desacatos. Las exhortaciones del prelado y los párrocos son vanas. Las exhortaciones fraternales y suaves no vales. Cuando acudimos a la autoridad civil –dice- nos tratan con urbanidad y deferencia, pero hay un código penal que ata las manos. Desea que el Gobierno de S. M. restablezca disposiciones civiles que apoyen las leyes eclesiásticas y prevengan a las autoridades provinciales que den auxilio eficaz a los prelados, castiguen a los contumaces y corrijan lo necesario.

  • Los apuros del tesoro público son, sin duda, la causa de que no se reparen los templos. En dos de alguna consideración están sin templo parroquial. En otros pueblos y aldeas amenazan ruina, otros apuntalados, otros hundidos por la lluvia. Casi todos están afectados y necesitan reparación. Cuanto más se tarde será más costoso. Esto influye en el retraimiento de los fieles. Hay que urgir al gobierno para que libre fondos.
  • El crecimiento de la población exige aumentos de parroquias y ministros. Se proyecta hacer el arreglo parroquial. Envíe –dice don Anacleto- el expediente al Gobierno a fines de 1855 y principios de 1856. Ruego al nuncio active su planteamiento y ejecución entretanto se le permita que la provisión de los beneficios parroquiales sean en propiedad o en economato, pues aunque este último se me acaba de permitir, me coartan a uno por parroquia con determinadas circunstancias. Tengo pueblos con 4.000 almas con solamente tres sacerdotes.
  • La dotación de coadjutores es tan mezquina y la de párrocos tan insuficiente que los primeros apenas si tienen para vivir y los segundos viven sin independencia y decoro. Urge tratar este asunto.
  • No nos quejamos del pago de haberes del clero en esta provincia, pero es de manera tan independiente que desapareció la disciplina eclesiástica. Por decoro de la Iglesia hay que descartar el sistema. Que se encargue al prelado el cupo y él lo distribuya. Ahora somos meros asalariados del Gobierno, como empleados públicos y expuestos a las vicisitudes políticas.
  • Hay necesidad del establecimiento de órdenes religiosas según el Concordato de la Santa Sede y Su Majestad. Es notoria su necesidad. Aquí urge que devuelvan el Convento de Santo Domingo, hoy instituto, el de los mínimos de Vera, cualquiera de los de San Francisco de Albox, Cuevas o Vélez Rubio. Éste lo arreglaría el pueblo.
  • En la primera desamortización se vendieron, como libres, bienes que tenían cargas pías. En la segunda se han redimido muchas memorias. En el intermedio se recaudaron algunos atrasos aplicables a pías fundaciones y el Gobierno los hizo aplicar a la dotación del clero. Las cargas están sin cumplir, en fraude de los fundadores. Es necesario se lleve a efecto el acuerdo anunciado en el art. 39 del Concordato.
  • Es muy conveniente se deje expedita la provisión de las capellanías.
  • Conforme con los obispos, es necesario la celebración de un concilio nacional, y antes o después los provinciales y diocesanos, para cortar muchos males y arreglar los negocios eclesiásticos y que se respeten las costumbres, aunque no dé todo el fruto apetecido. Quizás no habría libertad de sufragios y de discusión y no creo nos auxilien a mandar su ejecución.

D. Anacleto también protestó ante el Gobierno por la prohibición que éste impuso a los obispos de condenar públicamente los impresos contra el dogma y la moral católica, y prohibió en la diócesis el libro titulado «El puro católico».

Expuso siempre la contrariedad y agravio económico que había supuesto la desamortización de los bienes eclesiales «no creen que sea realmente un preocuparse de los pobres –cita D. Anacleto-, ya que está demostrado que con la desamortización no se beneficiaron estos sino todo lo contrario. Los bienes de la Iglesia además de ayudar a desempeñar bien los obispados y las parroquias, servían para los Establecimientos de Enseñanza Pública, Hospitales y Casas de Beneficencia, para mendigos e imposibilitados de trabajar y sus familias, sin contar los colonos, artesanos y braceros que sustentaban sus largas familias de estos bienes eran para ellos una garantía.»

En 1862 la reina Isabel II visitó Almería y el Cabildo en su visita por toda Andalucía. El Cabildo tomó medidas para preparar la llegada de la reina blanqueando la Catedral y realizando un nuevo dosel y comprando cera para la iluminación del templete, templo y otros. Se agasajó a la reina con luminarias en la fachada de la Catedral y una recepción. La imagen de la Santísima Virgen del Mar fue trasladada, como era tradicional en las grandes fiestas a la Catedral. En ella la Reina rezó ante la Virgen y debió llamarle la atención la pobreza de ropas ya que prometió enviarle un manto nuevo.

Durante el pontificado se erigió en la Catedral la Penitenciaría y se hicieron las obras en el Seminario. Así D. Anacleto afronta la gran obra de ampliación del antiguo edificio, duplicando la capacidad del mismo. La ampliación del edificio le traerá contrariedades, sobre todo en las relaciones con el nuncio Monseñor Brunelli. Estas contrariedades se derivan de su de su afán de utilizar un terreno contiguo de las Concepcionistas utilizando las facultades concedidas a los obispos por diez años por el motu proprio del Papa Pío IX. Después de diversas cartas y refriegas se zanjó la cuestión con la advertencia del nuncio de que le da licencia para la compra a las monjas del terreno con la condición de que entregue a ellas el dinero (14.815 reales).

Pero no terminaron aquí las disputas con las monjas. El monasterio de las claras, al no llegar la comunidad a 20 fue enajenado. Así pasaron a convivir en el monasterio de las Concepcionistas. A su llegada D. Anacleto las encuentra viviendo bajo el mismo techo pero no conviviendo. No conseguirá solucionar este problema sino que la solución le llegará en mandato episcopal. Don Anacleto planteará la unión de las dos comunidades. Adjuntará al nuncio el proyecto enviado a Roma. En éste se proponía hacer de las puras y las claras una sola comunidad, ya que ambas tenían la regla de San Francisco y solamente se distinguían por el hábito y poca cosa. Durante 9 años estuvo peleando D. Anacleto con la nunciatura, que sufrió cambio de titular pasando al Monseñor Barili, terminando con el rechazo definitivo por la Santa Sede –El nuncio le insiste en que se respeten las puras totalmente. Ya le insistió él y el secretario de Estado sobre el tema y ahora el mismo pontífice-.

En la tarde del día 2 de enero de 1864, el deán D. Francisco de Paula Gómez Barragán, convocaba con urgencia un cabildo extraordinario, dando la noticia de que ese mismo día a las dos y media de la tarde había fallecido D. Anacleto Meoro y Sánchez, obispo de la diócesis. Recibió sepultura en la capilla de la Esperanza. En su testamento anunciaba su deseo que se entregase a la Catedral el regalo recibido de SS.MM. los Reyes en su visita a Almería el 20 de octubre de 1862, consistente en una caja en la que se contenían un cáliz, patena y cucharita, todo sobredorado con relieves de mucho mérito.

Recorrido histórico por Granátula

Dentro de la programación cultural de las fiestas del Cristo, en el año 2009 se incluyó una visita histórica por Granátula. De la mano de Juan Manuel Donoso Gómez y de este que les escribe, Juan Jesús Donoso Azañón, nos dimos una vuelta por las calles que rezuman historía.

¿Sabes porque la calle del Santo se llama así? ¿Conoces dónde se ubicaba el molino de viento? ¿Sabes lo que era la casa de la Tercia?

Si te interesa la historia de Granátula mira los siguientes videos, que si bien el sonido era ambiental y de vez en cuando se cruzaban sonidos como el de motos, recogen lo más importante de lo que fue aquella visita.


Historia de la Hermandad del Santo Cristo de la Resurrección

Se ignora la fecha de fundación de esta Hermandad o Cofradía cuyos fines, como sucede en la mayoría de estas instituciones eran de tipo religioso y benéfico, llevando emparejado también el tipo festivo, ya que en la antigüedad la única forma que tenían los pueblos para distraerse sin ser molestados por la autoridad o la inquisición, era apoyarse en la religión.

El dato más antiguo que se posee es del 17 de Noviembre de 1.661, fecha en la que fue bendecida y abierta al culto la Ermita del Calvario, dedicada a la Resurrección del Hijo de Dios, por el Ilmo. Sr. Obispo de Arcadia, y posiblemente levantada por esta Hermandad.

Ermita situada entonces en las afueras de la población, junto al camino (hoy carretera) que conducía y conduce a la ciudad de Almagro, quedando con el transcurso de los años dentro de la población; y al construirse el primer cementerio de Granátula en sus proximidades fue paso obligado por delante de ella de todos los entierros, rezándose así el último responso por el clero parroquial.

En ella se celebró culto en determinadas festividades hasta el año 1.936, en que el fanatismo antirreligioso de entonces asaltó el edificio, fusiló a la imagen del Resucitado, arrojándola después a la noria que había en las inmediaciones (huerto propiedad entonces de D. Carlos Maldonado y. hoy de los herederos de D. Romualdo Donoso) procediéndose días después a la demolición del edificio. En su antiguo solar todavía se sigue instalando (según la tradición y costumbre antigua) el «Huerto de los Olivos » para representar el Prendimiento de Jesús el día de jueves Santo.

Transcurridos los años de la guerra civil (1.936 – 1.939) se reanudó de forma oficiosa el culto al Resucitado en las dos festividades principales (14 de Septiembre y Domingo de Resurrección) Promovido por la devoción de algunos fieles que lo costeaban a sus expensas, celebrándose en la iglesia parroquia una Solemne Misa, ya que no existía ni imagen ni Ermita, hasta que en el año 1.952 se reorganizó la Hermandad con motivo de la donación a la misma de una nueva Imagen del Resucitado por D. Leocadio Azañón Carretero, en cuyo domicilio particular, se acordó quedara depositada dicha Imagen transcurridos los actos litúrgicos en su honor, hasta que con el tiempo pudiera edificarse una nueva Ermita.

Una vez reorganizada la Hermandad, se acuerda seguir con los mismos usos y costumbres». Entre ellos podernos destacar: Los hermanos debían acompañar en el entierro y funeral a los hermanos fallecidos, para lo cual se anunciaba el óbito mediante un toque de tambor que recorría las principales calles de la población al atardecer del día del Fallecimiento. El entierro también iba acompañado del correspondiente toque de tambor al día siguiente con el séquito de todos los hermanos, siendo penalizado con una multa, el que faltara sin causa justificada. Para aquellos hermanos cuyas familias no podían sufragar los gastos reglamentarios del entierro y funeral, la Hermandad los costeaba de sus fondos, pues este era el principal fin benéfico de la Institución, lo que hacía que muchas personas se inscribieran en estas Hermandades, con el fin de tener asegurado entierro y funeral el día de su fallecimiento; siendo por tanto el precedente de las actuales compañías de pompas fúnebres.

Con el escaso remanente ahorrado durante varios años y con los donativos extraordinarios de particulares, Instituciones Oficiales y Cajas de Ahorros, se proyectó levantar una nueva Ermita, en el año 1.982, a donde la piedad de los fieles pudiera venerar la Imagen del Santo Cristo, para lo cual la Corporación Municipal de Granátula presidida por aquellas fechas por D. Francisco Gómez Gómez, cedió en usufructo un pequeño solar de su propiedad, deforma triangular, situada en la calle del Arco, donde se sitúa actualmente la Ermita del Santo Cristo de Resurrección.

Molino de agua Calatrava

Fuera de los yacimientos arqueológicos, y ya en una época más reciente, nos encontramos con un nuevo tipo de molino que no precisa la utilización de la fuerza animal. Nos encontramos ante el

Molino de AGUA. Las primeras referencias de la sustitución de la fuerza humana o animal por la fuerza hidráulica, como fuente de energía para el funcionamiento del molino, la encontramos escrita por Antipates de Salónica, que en el año 84 a. C. ya nos habla de un molino de agua de rueda horizontal. Vitrubio, en el año 25 a. C. en su libro X, descubre la existencia de la rueda vertical movida por agua y aplicada a la molturación del grano (aceña). Posteriormente los árabes lo perfeccionan e introducen un nuevo elemento el Arubah, parte importante en el molino de cubo (en este caso la rueda que mueve el eje es horizontal).

A Granátula, sin dudar por la influencia de los «ingenieros del agua» – los árabes – llegan estos molinos. Era muy fácil de deducir que sí teníamos río ¿por qué no se iban a aprovechar sus aguas?. Y así fue. En la Vega del Jabalón quedaron sepultados para siempre tres sofisticados molinos, que por orden de la corriente fluvial recibieron los nombres de Molino Moro, Molino de Calatrava (fotografía de la derecha) y Molino de Columba.

El molino de agua es un molino rudimentario que se venía utilizando desde las primeras épocas del cultivo, consistía en dos grandes piedras planas y circulares con orificio central por donde pasaba un eje, su funcionamiento es tan interesante como primitivo. El agua se elevaba por una construcción de piedra o mampostería y aprovechando el desnivel del terreno abastece a una alberca alrededor de tres metros de profundidad que empujada por el agua del canal ejercía una gran presión.

Una vez lleno este depósito se abría el saetín o saetilla desde la sala de la molienda y con la presión y potencia del chorro, se movían y giraban violentamente las palas o cucharas del rodezno, y la piedra volandera, unida a él por la maza, en su rozamiento con la fina, molturaba el grano que caía por la tolva, convirtiéndolo en harina.

El esquema de un molino de agua es el siguiente:

Canal, también llamado Caz que era la presa que tomaba las aguas canalizadas del río y las vertía en el cubo o alberca como puede verse en la imagen. El cubo o la alberca estaba construido en piedra o en mampostería. En él se almacenaba el agua y mediante una compuerta se controlaba su salida hacia el rodezno. El conducto que conducía el agua hasta éste se denomina Saetín, y termina en una válvula (botana) que era accionada desde dentro del molino y que regulaba el caudal.

Rodezno o Rodendo: Aspas horizontales a la corriente y al molino. Está emplazado físicamente debajo del molino en el cárcavo (cueva excavada en la parte inferior). Cuando el agua pasa desde el canal empuja las cucharas o palas del interior del rodezno moviendo el eje que transmite el giro a la piedra corredera. El rodezno se apoya en una viga inferior, el sopuente. La altura del sopuente era regulable mediante el levador, que se accionaba desde dentro del molino, permitiendo su engrane o no con la piedra molturadora.

A través de un eje o acial transmitían un movimiento de giro a la muela superior. El acial se ajustaba en su parte superior al orificio central de una pletina de hierro que, a su vez, estaba incrustada en la muela superior; el movimiento de rotación del eje se transmitía a la muela a través de dicha pletina (maza o espada).

La muela inferior estaba anclada en una estructura fija, por encima del rodezno. A dicha base se sujetaba un sistema para regular la altura de la muela superior respecto de la inferior, con el fin de obtener la harina mas o menos fina.

El grano, depositado en la tolva se vertía a un canal que gracias a la vibración hacía caer de forma continua y pausada el grano al círculo central de la muela superior. La separación entre las dos muelas era mayor en la parte central, por donde iba entrando el grano, e iba disminuyendo hacia el exterior, por donde salía la harina. Entorno a las muelas existía un delantal de madera (el harnero) que impedía que la harina se derramase. Esta se vertía por un canal hacia una pileta donde se recogía para su posterior envasado en sacos y transporte. Toda la estructura de madera, desde la tolva de entrada del grano hasta el canal de salida de la harina, se sometía a un movimiento vibratorio, que ayudaba a la entrada del grano y a verter la harina al harnero.

Las estrías de la muela superior se desgastaban por el uso y se tenían que cincelar periódicamente. Para mover y voltear la muela se contaba con el dispositivo llamado cabria. Sobre la estructura en la que descansaban las muelas se levantaba una percha en ángulo, reforzado con un cartabón. Al final del brazo de la percha se colgaba unas pinzas de hierro que se cogían a los orificios esculpidos en los laterales de la muela. Con el peso, las pinzas se cerraban sobre la muela. La muela era izada y volteada para proceder a su reparación.

Por último y antes de proceder a su envasado la harina era preparada eliminando posibles impurezas y granos no machacados adecuadamente. Esta operación denominada criba se efectuaba en el cedazo que consta de un rodillo con palas giratorio (semejante al que actualmente llevan las modernas segadoras), cerniendo la harina molturada.

Y cómo no podía ser de otra forma el agua era devuelta a la naturaleza pudiendo ser reutilizada otra vez en otro molino corriente abajo. En la siguiente fotografía podemos ver la boca de salida del agua del molino Calatrava.

Sobre la antigua ermita del Santo Cristo de la Resurreccion

Las personas más ancianas han conocido la ermita del Santo Cristo en la actual calle del Duque de la Victoria, algo más adelante de la intersección con el camino de la Fuente. Esta ermita fue destruida durante la guerra civil, al igual que las imágenes del Santo Cristo y de Nuestra Señora de la Concepción. Históricamente se conocía por el nombre del Calvario, en cuanto allí existían tres cruces de piedra al modo del Calvario y se representaba la crucifixión de Cristo.

Los primeros datos que se conservan acerca de este Calvario son de 1593, ya que hablando de la cofradía de la Santa Veracruz, los Visitadores de la Orden mandan a esta cofradía: «Otrosí os mandamos que tengáis mucho cuidado en el sostenimiento y reparos del Calvario del dicho lugar que se hizo a costa de la dicha cofradía para que siempre esté bien tratado y decente». Probablemente por estos años sólo existirían las tres cruces antes mencionadas, sin ermita ni imagen alguna. Consta que a finales del siglo XVI, y luego el siglo XVII, iba allí la procesión penitencial de la cofradía de la Santa Cruz, el Jueves Santo por la tarde; el Viernes Santo por la tarde iba en procesión la cofradía de la Soledad, recorriendo las estaciones del ViaCrucis, y en este Calvario rezaban – escenificaban varias estaciones, entre ellas la Crucifixión, marchando la procesión hacia otras cruces que estaban más adelante hasta finalizar el recorrido.

Hervás, en 1882, habla de la ermita del «Calvario, dedicada a la Resurrección del Hijo de Dios, y abierta al culto por el Ilmo. Obispo de Arcadia el 17 de noviembre de 1661». Muy probablemente fue construida a costa de la cofradía de la Vera Cruz en 1661, en una época en la que se construyeron otras ermitas como la de San Blas o S. Sebastián, y de esta fecha sería la imagen del Santo Cristo. De este siglo XVII apenas hay datos de esta ermita; tan sólo hay someras menciones en los testamentos (como el de la mujer de Francisco Cañizares, que deja en 1664 «otra misa al santo Cristo de la Resurrección») o bien en las visitas que se hacían a los pueblos, que mencionan «ermita de la resurrección», la cual se dice que «es pequeña, y está extramuros» o bien «ermita de la Vera Cruz, extramuros».

Desde mediados del siglo XVII hasta 1936 apenas hay más datos de la ermita. Su superficie era de 115 m2; presidía la ermita la imagen del Santo Cristo, sin otra imagen hasta comienzos del S.XX, en que se lleva allí la imagen de la Concepción (a la que tanto rezaba Marino «el barbero»). Muchas personas dejan misas en el siglo XVII y XVIII a esta imagen, y alguno, 10 celemines de tierra en la Veredilla porque le dijeran misas en su altar.

Parece que no existía cofradía del Santo Cristo hasta mediados del S.XIX, ya que la fiesta del 14 de septiembre era del Stmo. Cristo de las Ánimas, advocación y cofradía que nada tenían que ver con el Cristo de la Resurrección. Hasta bien entrado el S.XIX, en que se crea la cofradía del Santo Cristo de la Resurrección, el reparo y limpieza de la ermita eran a cargo del administrador de la Fábrica de esta ermita, para pasar posteriormente a cargo del capitán de la cofradía.

En el S.XIX se van arruinando el resto de ermitas, pero esta ermita no se arruina o vende. El porqué hay que buscarlo en dos factores: por un lado es una ermita pequeña, que se puede sostener y reparar sin apenas gastos; pero sobre todo, se mantiene porque hacia 1830 se construye el cementerio a su lado (Cementerio Viejo).

La ermita sirve entonces como sala de autopsias, o bien donde se dejan los cadáveres de los «desgraciados» o en caso de ser forasteros. Así se dice de un faccioso muerto por disparos de bala «…cargasen el cadáver en una mula que se había llevado al efecto, y practicado así se condujo a esta población, depositándolo en la Ermita del Santo Cristo de la Resurrección, interim transcurrían las horas legales para el sepelio…»

Hasta 1936 se celebraban en esta ermita las vísperas, misa y procesión del Santo Cristo en el 14 de septiembre, al igual que la salida de la procesión del Domingo de Resurrección o la entrada en el día de San Marcos. Delante de la ermita también se escenificaba el Prendimiento, para lo cual se montaba el huerto de los olivos, que es lo único que queda de todas las representaciones religiosas de Semana Santa que se hacían en este paraje al menos desde el S.XVI.

Nota al dibujo: así reflejó el escribano en 1752 la ermita del Calvario o del Santo Cristo de la Resurrección. En el dibujo aparecen las tres cruces del Calvario, al igual que varios olivos. ¿Estaban plantados allí los olivos o el escribano refleja un huerto que se montaba en Semana Santa? De todas maneras, algo le debió impactar de esta ermita para reflejarla tan fielmente, cosa que no hace con el resto del pueblo.