Si deseo adentrarme en la historia y desvelar algo que no por ser repetido deja de ser mentira: Espartero no bombardeo Cataluña por ser independentistas ni catalanistas, esas expresiones sencillamente son falsas. El bombardeo obedecío a otro tipo de política, otros intereses, que como podremos ver más adelante, coinciden con el desarrollo industrial en Cataluña, la pérdida de la América española y las idelas de liberalismo y librecambismo que defendía Espartero.
Durante sus dos años de regente, Espartero, ayudado por su camarilla y teniendo por mentor al embajador inglés lord Clarendon, reparte enchufes y congela las reformas que aguardaban los grupos progresistas y liberales. Esto generará sordo descontento, acrecentando cuando el gobierno declara que las juntas y los juntistas, creadas en toda la geografía nacional y que han nombrado una junta central en Madrid, no hacen falta. Aceptan a regañadientes los juntistas,pero los sectores más radicales del partido progresista, que dirige Olózaga, se apartan de él. Será el fermento del republicanismo, con levantamientos de este carácter en Barcelona en 1842; los sublevados, organizados en batallones de milicias, crean una Junta como gobierno provisional, presidida por un antiguo militar. Personaje clave en la revuelta será Abdón Terradas ,socialista utópico que habia sido nombrado alcalde de Figueras y que no había aceptado jurar ante la reina. El mal de fondo de la revuelta reside en la implantación de aranceles a productos de primera necesidad, algo que el pueblo odiaba porque encarecía los alimentos. Con permiso de las Cortes, Espartero viaja a Barcelona y desde el castillo de Monjuich bombardea a la población civil. Ahogada en sangre la sublevación y pasados por las armas sus cabecillas, se impone al pueblo una contribución extraordinaria de doce millones de reales.
La política de Espartero no sólo suscitaba antipatía de los radicales,sino de la propia burguesía. El librecambismo,de inspiración inglesa, chocaba con los deseos proteccionistas de los fabricantes catalanes que veían peligrar sus productos por la competencia extranjera. Incapaz de comprender esto,Espartero,utilizando una vieja y socorrida óptica, reduce los problemas nacionales a problemas de órden público; cuando en verdad eran motivos económicos los que subyacían.
Los elementos más conservadores de la sociedad nunca cesaron de conspirar contra Espartero, tomando como punto de apoyo a la reina María Cristina, desterrada en París junto a su marido morganático Muñoz, quieres contaban con la simpatía de los gobiernos de Luis Felipe, celosos de la influencia inglesa en España.
El grupo de problemas para Espartero estaba ligado al desenvolvimiento económico del principado catalán. Por una parte, España se encontraba en los indicios -casi en el mero esbozo- de la revolución industrial. De los dos campos clásicos de este desenvolvimiento en el modelo británico (la metalurgia y el textil) sólo el segundo había experimentado un desarrollo neto, en Cataluña ,durante la segunda mitad del siglo XVIII. Ahora bien,este emporio de riqueza textil descansaba sobre la amplitud del mercado español coetáneo: toda la América española. La Emancipación hizo por eso que el mercado interior,peninsular,pasara a convertirse en la última posibilidad de subsistencia de aquel núcleo industrial. Y precisamente contra él podia apuntar el cambio político si se llevaban a la práctica los planteamientos económicos del liberalismo estricto: el librecambismo. Si el liberalismo llegaba en ello a sus últimas consecuencias,la industria textil catalana prodría competir difícilmente con la británica en el propio mercado español.
En esta defensa se apiñaban todos los productores:los empresarios y los obreros, que veían el espectro del paro detrás de la disminución de los aranceles. Pero éstos, además, tenían otros motivos que los separaban y enfrentaban a los patronos; motivos laborales que desde 1839, en virtud de una real orden de María Cristina, podían encontrar su cauce de expresión en las sociedades de socorros mutuos que esa normativa permitía establecer.
Espartero, en otras palabras, tenía que sacar también adelante la liberalización del país junto a o por encima de los intereses de las clases productoras catalanas.
La primera cuestión yacía en la desmovilización y el tradicionalismo de los españoles. Las instituciones liberales estaban ya. Habían sido establecidas entre 1834 y 1840 por los Gobiernos y las Cortes de María Cristina. La guerra había hecho imposible, no obstante, que la liberalización se completara,haciendo realidad el carácter representativo de estas instituciones.
Por otra parte, la tradición liberal anglosajona tenía creados ya los instrumentos para hacerlo: los partidos políticos. Así que lo primero que hubo que organizar en España fue esa forma de participación.
En resumen, el levantamiento de Cataluña y el bombardeo de Espartero no tuvo como origen la independencia Catalana, sino el enfrentamiento contra la política liberal y de librecambismo económico que chocaba frontalmente con el desarrollo industrial en Cataluña basado en la venta a toda España y a hispanoamérica de los productos manufacturados, presión que se verá incrementada por la independencia de América lo que dejaba a España como único mercado donde vender los productos hechos en Cataluña. Espartero no solo por creencia, ya que era un liberal convencido, sino por la necesidad del desarrollo de una España que ni siquiera había empezado la época industrial excepto en Cataluña, decide bajar los aranceles y permitir la entrada de productos, la mayoría textiles, de cara a satisfacer las necesidades de los españoles y españolas de la época; favoreciendo la competencia y permitiendo una bajada de precios. Sin embargo esto provocó el levantamiento de Cataluña deseando mantener sus prevendas en cuanto al mantenimiento de un mercado cautivo y cerrado al exterior con unos aranceles muy elevados; errando tanto Espartero al reducir el problema a un problema de orden público y la burguesía catalana quien no supo ver en el liberalismo la oportunidad que representaba la venta de sus productos en todo el mundo, en lugar de pretender mantener el monopolio en España.