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Recorrido histórico por Granátula

Dentro de la programación cultural de las fiestas del Cristo, en el año 2009 se incluyó una visita histórica por Granátula. De la mano de Juan Manuel Donoso Gómez y de este que les escribe, Juan Jesús Donoso Azañón, nos dimos una vuelta por las calles que rezuman historía.

¿Sabes porque la calle del Santo se llama así? ¿Conoces dónde se ubicaba el molino de viento? ¿Sabes lo que era la casa de la Tercia?

Si te interesa la historia de Granátula mira los siguientes videos, que si bien el sonido era ambiental y de vez en cuando se cruzaban sonidos como el de motos, recogen lo más importante de lo que fue aquella visita.


Historia de la Hermandad del Santo Cristo de la Resurrección

Se ignora la fecha de fundación de esta Hermandad o Cofradía cuyos fines, como sucede en la mayoría de estas instituciones eran de tipo religioso y benéfico, llevando emparejado también el tipo festivo, ya que en la antigüedad la única forma que tenían los pueblos para distraerse sin ser molestados por la autoridad o la inquisición, era apoyarse en la religión.

El dato más antiguo que se posee es del 17 de Noviembre de 1.661, fecha en la que fue bendecida y abierta al culto la Ermita del Calvario, dedicada a la Resurrección del Hijo de Dios, por el Ilmo. Sr. Obispo de Arcadia, y posiblemente levantada por esta Hermandad.

Ermita situada entonces en las afueras de la población, junto al camino (hoy carretera) que conducía y conduce a la ciudad de Almagro, quedando con el transcurso de los años dentro de la población; y al construirse el primer cementerio de Granátula en sus proximidades fue paso obligado por delante de ella de todos los entierros, rezándose así el último responso por el clero parroquial.

En ella se celebró culto en determinadas festividades hasta el año 1.936, en que el fanatismo antirreligioso de entonces asaltó el edificio, fusiló a la imagen del Resucitado, arrojándola después a la noria que había en las inmediaciones (huerto propiedad entonces de D. Carlos Maldonado y. hoy de los herederos de D. Romualdo Donoso) procediéndose días después a la demolición del edificio. En su antiguo solar todavía se sigue instalando (según la tradición y costumbre antigua) el «Huerto de los Olivos » para representar el Prendimiento de Jesús el día de jueves Santo.

Transcurridos los años de la guerra civil (1.936 – 1.939) se reanudó de forma oficiosa el culto al Resucitado en las dos festividades principales (14 de Septiembre y Domingo de Resurrección) Promovido por la devoción de algunos fieles que lo costeaban a sus expensas, celebrándose en la iglesia parroquia una Solemne Misa, ya que no existía ni imagen ni Ermita, hasta que en el año 1.952 se reorganizó la Hermandad con motivo de la donación a la misma de una nueva Imagen del Resucitado por D. Leocadio Azañón Carretero, en cuyo domicilio particular, se acordó quedara depositada dicha Imagen transcurridos los actos litúrgicos en su honor, hasta que con el tiempo pudiera edificarse una nueva Ermita.

Una vez reorganizada la Hermandad, se acuerda seguir con los mismos usos y costumbres». Entre ellos podernos destacar: Los hermanos debían acompañar en el entierro y funeral a los hermanos fallecidos, para lo cual se anunciaba el óbito mediante un toque de tambor que recorría las principales calles de la población al atardecer del día del Fallecimiento. El entierro también iba acompañado del correspondiente toque de tambor al día siguiente con el séquito de todos los hermanos, siendo penalizado con una multa, el que faltara sin causa justificada. Para aquellos hermanos cuyas familias no podían sufragar los gastos reglamentarios del entierro y funeral, la Hermandad los costeaba de sus fondos, pues este era el principal fin benéfico de la Institución, lo que hacía que muchas personas se inscribieran en estas Hermandades, con el fin de tener asegurado entierro y funeral el día de su fallecimiento; siendo por tanto el precedente de las actuales compañías de pompas fúnebres.

Con el escaso remanente ahorrado durante varios años y con los donativos extraordinarios de particulares, Instituciones Oficiales y Cajas de Ahorros, se proyectó levantar una nueva Ermita, en el año 1.982, a donde la piedad de los fieles pudiera venerar la Imagen del Santo Cristo, para lo cual la Corporación Municipal de Granátula presidida por aquellas fechas por D. Francisco Gómez Gómez, cedió en usufructo un pequeño solar de su propiedad, deforma triangular, situada en la calle del Arco, donde se sitúa actualmente la Ermita del Santo Cristo de Resurrección.

Molino de agua Calatrava

Fuera de los yacimientos arqueológicos, y ya en una época más reciente, nos encontramos con un nuevo tipo de molino que no precisa la utilización de la fuerza animal. Nos encontramos ante el

Molino de AGUA. Las primeras referencias de la sustitución de la fuerza humana o animal por la fuerza hidráulica, como fuente de energía para el funcionamiento del molino, la encontramos escrita por Antipates de Salónica, que en el año 84 a. C. ya nos habla de un molino de agua de rueda horizontal. Vitrubio, en el año 25 a. C. en su libro X, descubre la existencia de la rueda vertical movida por agua y aplicada a la molturación del grano (aceña). Posteriormente los árabes lo perfeccionan e introducen un nuevo elemento el Arubah, parte importante en el molino de cubo (en este caso la rueda que mueve el eje es horizontal).

A Granátula, sin dudar por la influencia de los «ingenieros del agua» – los árabes – llegan estos molinos. Era muy fácil de deducir que sí teníamos río ¿por qué no se iban a aprovechar sus aguas?. Y así fue. En la Vega del Jabalón quedaron sepultados para siempre tres sofisticados molinos, que por orden de la corriente fluvial recibieron los nombres de Molino Moro, Molino de Calatrava (fotografía de la derecha) y Molino de Columba.

El molino de agua es un molino rudimentario que se venía utilizando desde las primeras épocas del cultivo, consistía en dos grandes piedras planas y circulares con orificio central por donde pasaba un eje, su funcionamiento es tan interesante como primitivo. El agua se elevaba por una construcción de piedra o mampostería y aprovechando el desnivel del terreno abastece a una alberca alrededor de tres metros de profundidad que empujada por el agua del canal ejercía una gran presión.

Una vez lleno este depósito se abría el saetín o saetilla desde la sala de la molienda y con la presión y potencia del chorro, se movían y giraban violentamente las palas o cucharas del rodezno, y la piedra volandera, unida a él por la maza, en su rozamiento con la fina, molturaba el grano que caía por la tolva, convirtiéndolo en harina.

El esquema de un molino de agua es el siguiente:

Canal, también llamado Caz que era la presa que tomaba las aguas canalizadas del río y las vertía en el cubo o alberca como puede verse en la imagen. El cubo o la alberca estaba construido en piedra o en mampostería. En él se almacenaba el agua y mediante una compuerta se controlaba su salida hacia el rodezno. El conducto que conducía el agua hasta éste se denomina Saetín, y termina en una válvula (botana) que era accionada desde dentro del molino y que regulaba el caudal.

Rodezno o Rodendo: Aspas horizontales a la corriente y al molino. Está emplazado físicamente debajo del molino en el cárcavo (cueva excavada en la parte inferior). Cuando el agua pasa desde el canal empuja las cucharas o palas del interior del rodezno moviendo el eje que transmite el giro a la piedra corredera. El rodezno se apoya en una viga inferior, el sopuente. La altura del sopuente era regulable mediante el levador, que se accionaba desde dentro del molino, permitiendo su engrane o no con la piedra molturadora.

A través de un eje o acial transmitían un movimiento de giro a la muela superior. El acial se ajustaba en su parte superior al orificio central de una pletina de hierro que, a su vez, estaba incrustada en la muela superior; el movimiento de rotación del eje se transmitía a la muela a través de dicha pletina (maza o espada).

La muela inferior estaba anclada en una estructura fija, por encima del rodezno. A dicha base se sujetaba un sistema para regular la altura de la muela superior respecto de la inferior, con el fin de obtener la harina mas o menos fina.

El grano, depositado en la tolva se vertía a un canal que gracias a la vibración hacía caer de forma continua y pausada el grano al círculo central de la muela superior. La separación entre las dos muelas era mayor en la parte central, por donde iba entrando el grano, e iba disminuyendo hacia el exterior, por donde salía la harina. Entorno a las muelas existía un delantal de madera (el harnero) que impedía que la harina se derramase. Esta se vertía por un canal hacia una pileta donde se recogía para su posterior envasado en sacos y transporte. Toda la estructura de madera, desde la tolva de entrada del grano hasta el canal de salida de la harina, se sometía a un movimiento vibratorio, que ayudaba a la entrada del grano y a verter la harina al harnero.

Las estrías de la muela superior se desgastaban por el uso y se tenían que cincelar periódicamente. Para mover y voltear la muela se contaba con el dispositivo llamado cabria. Sobre la estructura en la que descansaban las muelas se levantaba una percha en ángulo, reforzado con un cartabón. Al final del brazo de la percha se colgaba unas pinzas de hierro que se cogían a los orificios esculpidos en los laterales de la muela. Con el peso, las pinzas se cerraban sobre la muela. La muela era izada y volteada para proceder a su reparación.

Por último y antes de proceder a su envasado la harina era preparada eliminando posibles impurezas y granos no machacados adecuadamente. Esta operación denominada criba se efectuaba en el cedazo que consta de un rodillo con palas giratorio (semejante al que actualmente llevan las modernas segadoras), cerniendo la harina molturada.

Y cómo no podía ser de otra forma el agua era devuelta a la naturaleza pudiendo ser reutilizada otra vez en otro molino corriente abajo. En la siguiente fotografía podemos ver la boca de salida del agua del molino Calatrava.

Sobre la antigua ermita del Santo Cristo de la Resurreccion

Las personas más ancianas han conocido la ermita del Santo Cristo en la actual calle del Duque de la Victoria, algo más adelante de la intersección con el camino de la Fuente. Esta ermita fue destruida durante la guerra civil, al igual que las imágenes del Santo Cristo y de Nuestra Señora de la Concepción. Históricamente se conocía por el nombre del Calvario, en cuanto allí existían tres cruces de piedra al modo del Calvario y se representaba la crucifixión de Cristo.

Los primeros datos que se conservan acerca de este Calvario son de 1593, ya que hablando de la cofradía de la Santa Veracruz, los Visitadores de la Orden mandan a esta cofradía: «Otrosí os mandamos que tengáis mucho cuidado en el sostenimiento y reparos del Calvario del dicho lugar que se hizo a costa de la dicha cofradía para que siempre esté bien tratado y decente». Probablemente por estos años sólo existirían las tres cruces antes mencionadas, sin ermita ni imagen alguna. Consta que a finales del siglo XVI, y luego el siglo XVII, iba allí la procesión penitencial de la cofradía de la Santa Cruz, el Jueves Santo por la tarde; el Viernes Santo por la tarde iba en procesión la cofradía de la Soledad, recorriendo las estaciones del ViaCrucis, y en este Calvario rezaban – escenificaban varias estaciones, entre ellas la Crucifixión, marchando la procesión hacia otras cruces que estaban más adelante hasta finalizar el recorrido.

Hervás, en 1882, habla de la ermita del «Calvario, dedicada a la Resurrección del Hijo de Dios, y abierta al culto por el Ilmo. Obispo de Arcadia el 17 de noviembre de 1661». Muy probablemente fue construida a costa de la cofradía de la Vera Cruz en 1661, en una época en la que se construyeron otras ermitas como la de San Blas o S. Sebastián, y de esta fecha sería la imagen del Santo Cristo. De este siglo XVII apenas hay datos de esta ermita; tan sólo hay someras menciones en los testamentos (como el de la mujer de Francisco Cañizares, que deja en 1664 «otra misa al santo Cristo de la Resurrección») o bien en las visitas que se hacían a los pueblos, que mencionan «ermita de la resurrección», la cual se dice que «es pequeña, y está extramuros» o bien «ermita de la Vera Cruz, extramuros».

Desde mediados del siglo XVII hasta 1936 apenas hay más datos de la ermita. Su superficie era de 115 m2; presidía la ermita la imagen del Santo Cristo, sin otra imagen hasta comienzos del S.XX, en que se lleva allí la imagen de la Concepción (a la que tanto rezaba Marino «el barbero»). Muchas personas dejan misas en el siglo XVII y XVIII a esta imagen, y alguno, 10 celemines de tierra en la Veredilla porque le dijeran misas en su altar.

Parece que no existía cofradía del Santo Cristo hasta mediados del S.XIX, ya que la fiesta del 14 de septiembre era del Stmo. Cristo de las Ánimas, advocación y cofradía que nada tenían que ver con el Cristo de la Resurrección. Hasta bien entrado el S.XIX, en que se crea la cofradía del Santo Cristo de la Resurrección, el reparo y limpieza de la ermita eran a cargo del administrador de la Fábrica de esta ermita, para pasar posteriormente a cargo del capitán de la cofradía.

En el S.XIX se van arruinando el resto de ermitas, pero esta ermita no se arruina o vende. El porqué hay que buscarlo en dos factores: por un lado es una ermita pequeña, que se puede sostener y reparar sin apenas gastos; pero sobre todo, se mantiene porque hacia 1830 se construye el cementerio a su lado (Cementerio Viejo).

La ermita sirve entonces como sala de autopsias, o bien donde se dejan los cadáveres de los «desgraciados» o en caso de ser forasteros. Así se dice de un faccioso muerto por disparos de bala «…cargasen el cadáver en una mula que se había llevado al efecto, y practicado así se condujo a esta población, depositándolo en la Ermita del Santo Cristo de la Resurrección, interim transcurrían las horas legales para el sepelio…»

Hasta 1936 se celebraban en esta ermita las vísperas, misa y procesión del Santo Cristo en el 14 de septiembre, al igual que la salida de la procesión del Domingo de Resurrección o la entrada en el día de San Marcos. Delante de la ermita también se escenificaba el Prendimiento, para lo cual se montaba el huerto de los olivos, que es lo único que queda de todas las representaciones religiosas de Semana Santa que se hacían en este paraje al menos desde el S.XVI.

Nota al dibujo: así reflejó el escribano en 1752 la ermita del Calvario o del Santo Cristo de la Resurrección. En el dibujo aparecen las tres cruces del Calvario, al igual que varios olivos. ¿Estaban plantados allí los olivos o el escribano refleja un huerto que se montaba en Semana Santa? De todas maneras, algo le debió impactar de esta ermita para reflejarla tan fielmente, cosa que no hace con el resto del pueblo.

Excavaciones en Oreto. Aparecen los restos de la iglesia Calatrava que hizo rivalidad con Toledo

Os dejo el artículo retwiteado del períodico Lanza sobre los hallazgos en Oreto

 

Virgen de Oreto y Zuqueca. 150 aniversario Constitución de la cofradía

Nuestro santuario y su enclave tienen una larga tradición histórica ya desde tiempos muy antiguos. Se encuentra dentro del término municipal de Granátula de Cva., en Ciudad Real. Situado junto a la margen izquierda del rio Jabalón, muy próximo a la importante Cañada Real de Andalucía, en el corazón de una gran rica zona arqueológica con vestigios desde la Prehistoria pero, fundamentalmente, de época ibero-romana. Nos referimos a las ruinas de la ciudad de Oretum y sus alrededores.

Iberos, romanos, visigodos, bereberes y finalmente cristianos fueron sucesivamente habitando este lugar.

La ermita en su conjunto tal y como la conocemos hoy es una construcción de marcado carácter defensivo, reedificada en el siglo XIII sobre los restos de una importante basílica y necrópolis visigoda que aún conserva su baptisterio paleocristiano.

Después de haber sido sede episcopal en época visigoda, a partir de finales del siglo XIV (1397) se convertirá en Priorato de Zuqueca por fundación del maestre de la Orden de Calatrava D. Gonzalo Núñez de Guzmán.

En su interior se venera la imagen de Ntra. Sra. de Oreto y Zuqueca. De la relevancia de dicho culto cabe destacar el hecho de que desde el año 1519 el Papa León X promulgara una Bula, según la cual, por asistir para celebrar culto por las festividades de la Virgen María y San Bernardo, se consiguen las mismas indulgencias que peregrinando a Jerusalén.

Su día grande se celebra el primer domingo de marzo, día del Angel y de la Anunciación de la Virgen, con una popular y muy concurrida romería, donde alegres y orgullosos acuden los fieles devotos, desde muy lejos incluso, al encuentro con su Madre de toda la vida.

Como antaño, familias y gentes venidas de todas partes confraternizan en torno a Ella en este lugar que sigue teniendo el poder de convocarnos y seguir vinculándonos con nuestro lejano pasado.

El Santuario permanece abierto cada domingo, aunque puede ser visitado con una llave que se encuentra a disposición en el Ayuntamiento de Granátula de Calatrava.

Es sabido que a lo largo de la Edad Media, en diferentes fechas del año, los devotos de algunos pueblos del Campo de Calatrava profesaban votos en honor de Sta. María de Zuqueca. Desde entonces y apartir del siglo XVII, sólo la villa de Granátula continuó con esta costumbre, de tal forma que ya en el siglo XVIII establece y fija la actual fecha del 8 de septiembre como la mejor para festejar su Patrocinio.

Consecuencia de la honda devoción de los granatuleños sienten y profesan a su Virgen y Patrona será la creación de una de las Hermandades Marianas con más historia de la provincia de Ciudad Real: la Cofradía de María Santísima de Oreto y Zuqueca, cuyas primeras Ordenanzas y Constituciones están fechadas y aprobadas por el Cardenal Arzobispo de Toledo y su Consejo de Gobernación el 24 de octubre de 1850. Como cabe suponer por otros datos -la fecha de 1807 que aparece en el Estandarte de la misma, por ejemplo- ésta debía existir ya con anterioridad, pero sólo a partir de 1850 oficialmente.

Los integrantes de la Cofradía serán los encargados de organizar y sufragar los cultos y cuanto estos conllevan, año tras año; de recabar fondos y administarlos en su favor; de honrar, sufragando misas, a los hermanos desaparecidos; y de cuidar, conservar y restaurar el santuario, la talla escutórica y cuantos enseres y pertenencias componen su Patrimonio, para legarlo a las generaciones futuras.

Los Administradores y la Junta Directiva son elegidos democráticamente cada dos años para ser sustituidos al 50%. En la actualidad cuenta con más de 350 hermanos.

Las principales festividades que celebra la Cofradía son:

– Primer domingo de marzo. Día del Ángel y de la Anunciación de la Virgen. Romería en el Santuario.

– 25 de marzo. Ofrenda con motivo de la Encarnación de la Virgen.

– Noche del 19 de agosto y amanecer del día 20. Se oficia culto en el santuario, por ser la festividad de San Bernardo, y para recuperar la costumbre antigua de ganar Indulgencias Plenarias asistiendo a misa.

– Del 1 al 8 de septiembre, Natividad de la Virgen, Fiestas Patronales en su Honor.

Escultura gótica de madera policromada de principios del siglo XIII. Magnífica talla con rasgos arcaicos y reminiscencias bizantinas. La Virgen está sentada como en el Trono de Dios, con el Niño Jesús sobre su rodilla izquierda bendiciéndonos con una mano y con la otra sujetando la bola del mundo. La escultura original ha sufrido transformaciones y restauraciones a lo largo del tiempo pero no por ello ha perdido esa serenidad y porte característicos, y ese encanto tan especial que la hacen de las más bellas y admiradas.

Virgen Oreto y Zuqueca. Salve.

SALVE A NUESTRA SEÑORA DE ORETO Y ZUQUECA

Salve María,

Reina  piadosa,

madre amorosa,

vida y dulzor.

En Zuqueca nuestra esperanza

logra y alcanza

consolación.


Siempre tu pueblo

Joya de Oreto

con fe y respeto

recurrió a vos.


Los hijos de Eva

claman ahora

a Vos señora

con gran fervor.

Desde este valle

de pesadumbres

miran las cumbres

de tu mansión.


Su ruego pío

jamás fue en vano

pues por tu mano

llegó hasta Dios.


A ti suspiran

en triste llanto

alzan su canto

y dulce voz.

Fiel abogada,

este es mi ruego

escucha luego

sin dilación.


Siempre tu pueblo

Joya de Oreto

con fe y respeto

recurrió a vos


No más retardes,

ya sin enojos

vuelve tu ojos

madre de amor.

Mientras que vivan

en este suelo

vuestro consuelo

no niegues, no.


Su ruego pío

jamás fue en vano

pues por tu mano

llegó hasta Dios.


Y en nuestra muerte

muéstranos clara

la bella cara

del Salvador

Oh clementísima

dulce y piadosa

oye graciosa

nuestra oración.


Siempre tu pueblo

Joya de Oreto

con fe y respeto

recurrió aVos.


Y por nosotros

ruega señora,

oh santa aurora

del sumo Sol.

Para que dignos

vuestros devotos

logren los votos

del Redentor.


Su ruego pío

Jamás fue en vano

pues por tu mano

llegó hasta Dios.

 

Términos del encaje de bolillos

Acerico.- Pequeña almohadilla cuadrangular aplanada, llena de serrín y de diez a quince centímetros de lado. Sujeta con un alfiler en la parte superior derecha de la almohadilla, se pinchan alfileres y agujas para no perderlas al trabajar o acabada la labor.

Aguja.- Clavillo fino, con punta en un extremo y cabecilla en el otro. De varios tamaños, se colocan en el acerico, usándolas según avanza la labor. Metidas en los puntos del picao, sujetan el cruce de los hilos. Son largas, finas e inoxidables, para no manchar la hebra, y con cabecilla de pasta negra, blanca, amarilla… Se distinguen la agujilla, la agujilla fina corta, la agujilla fina larga y el agujón.

Alfileres.- De cuatro a cinco centímetros de longitud, fijan el picao a la almohadilla sobre la que se hace el encaje.

Almohadilla, mundillo o telar.- Cojín generalmente cilíndrico, alargado, aplanado y relleno de paja (de centeno), crín u otro material (trapos) fácil de atravesar por alfileres. Se forra con papel fuerte o tela y se cubre de una funda que se quita para lavarla. Oscilan entre sesenta y setenta centímetros de largo por veinte centímetros de diámetro (ancho). En ella, se coloca tenso el picao. Para hacer el encaje, reposa sobre una silla, pared o escalerilla, en la parte superior, y en las rodillas de la encajera, en la inferior. La inclinación provoca tensión en los bolillos y permite ver el conjunto.

Aplicación.- Encaje de imitación de los encajes genuinos, pero con alguna parte obtenida mecánicamente.

Baraja de bolillos.- Número indeterminado de bolillos de igual forma y tamaño.

Bolillos.- palitos como mangos o contrapesos de madera pulida, hueso o marfil. La parte superior semeja una bobina o carrete, prolongado en forma de mango para su fácil manejo, que se pone en el cabo inferior de cada hilo, mientras la punta se prende en la almohadilla. Se compone de mango (parte que coge la encajera para moverlos); caja (donde enrollar el hilo) y cabeza (sujeta el hilo y evita su desrrolle). De quince a dieciséis centímetros y trece a catorce gramos, los de blonda (diez centímetros) son menores, pues el finísimo hilo no soporta el peso del bolillo normal. Unidos en el cabo inferior de cada hilo, la encajera facilita su cruce y teje según el dibujo. Las vueltas y cruces se sujetan con agujas que, a través del cartón, se clavan en la almohadilla.

Bolillos (encaje de).- tejido fabricado sobre un patrón de cartón que se sujeta en una almohadilla y se realiza con varias hebras que se arrollan a unos bolillos que se cruzan entre sí y forman torsiones, tramados y trenzados.

Bolsillo.- pequeña bolsa de tela, algo mayor que los bolillos, cerrada con un cordón o hilo grueso que, a su vez, rodea toda la almohadilla. Sujeta en la parte superior izquierda de ésta, guarda los bolillos y la bobina del hilo.

Cabeza.- remate del encaje en el extremo que no se une a las prendas. Puede llamarse borde inferior o derecho, según se coloque horizontal o verticalmente.

Campo.- fondo de los encajes que se realiza simultáneamente con los nutridos o elementos planos.

Corona.- remate del borde del encaje llamado cabeza.

Cortar.- quitar bolillos de la almohadilla, según avanza la labor.

Cruces.- entrecruzamiento de varias guías para formar arañas o vilanos. Con sólo dos guías, se llama torsión.

Embolillar.- enrollar el hilo en el bolillo.

Engrudo.- mezcla de harina y agua para fijar el picao a la almohadilla.

Entredos.- encaje sin pie ni puntilla que va entre dos telas.

Escalerilla.- estructura trapezoidal de madera, consistente en una pequeña barra de unos veinticinco centímetros de longitud, de la que parten hacia abajo otras dos, mayores que la anterior, hasta alcanzar los sesenta y nueve centímetros. Se unen con un listón a la mitad de la altura. En ella, se apoya la parte superior de la almohadilla.

Escurridor.- trozo de cartón o de hule que rodea la parte superior-anterior de la almohadilla. Colocado bajo los bolillos, evita el roce de éstos con la almohadilla.

Fondo.- zona no decorada del encaje sobre la que se monta o inserta la parte ornamentada.

Macillo.- acción de arrollar todos los hilos para alzar el encaje y continuar la labor o, cuando se acaba, arrollar todos los hilos en un agujón para que no se mezclen.

Mandril.- instrumento punzante para hacer los agujeros del picao y componer el dibujo.

Patas (del encaje).- extremo del encaje.

Picao, dibujo o patrón.- cartulina o papel en el que se imprime el diseño a conseguir y que interpreta la encajera en la confección. Consistente y flexible para su adaptación a la superficie curva de la almohadilla, se sujeta en los extremos con alfileres o engrudo. En algunos pueblos, los colocan en ambas caras de la almohadilla y, al acabar uno, le dan la vuelta a la almohadilla para hacer el otro. Los agujeros picados indican dónde colocar los alfileres que sostienen los puntos.

Pega.- unión de una parte con otra del encaje.

Pie.- extremo del encaje que sirve para unirle a la prenda que va a guarnecer. Se denomina también borde superior.

Punteras.- nombre que también se da a las encajeras.

Puntilla.- banda de encaje con dos bordes diferenciados: cbeza y pie. Es más bien estrecha.

Rollo (de encaje).- trozo seguido de encaje o encaje ya realizado.

Sentar.- alzar el encaje una vez terminado para seguir la labor.

Tapador.- tela algo mayor que la almohadilla sujeta a sus lados con agujas o alfileres. Protege la almohadilla con los bolillos y el encaje al dejar el trabajo para evitar que se ensucie.

Tupido.- todo relleno de hilo, sin huecos o vacíos.

Vara.- medida de longitud que equivale a un metro de longitud.

Vena.- adorno o remate del encaje con hilo más fuerte del normal.

Ventanas.- adorno o decoración de los bolillos de pastor.

El encaje de bolillos en Granátula

El Encaje de Bolillos, artesanía, arte tejido en hilo elaborado en nuestra tierra. El encaje de bolillos que brota de las manos de nuestras queridas Granatuleñas, y en todo el Campo de Calatrava, mujeres que en la almohadilla cruzan los hilos, clavan las agujillas y hacen renacer en nuestros oídos ese resonar de los palillos que prestan su apellido a esta preciada artesanía.

Cuándo y dónde nació el encaje de bolillos ha sido y, prácticamente, sigue siendo un pequeño misterio. Las múltiples teorías discuten su aparición desde los siglos XVI o XVII hasta fechas muy anteriores. Y, de igual modo, tradicionalmente, se ha asignado a Asiria la creación de las pasamanerías y de todos los trabajos artísticos de nudos precursores de los encajes a la aguja y, a Egipto, la invención de los encajes de bolillos. Aunque, otras tesis otorgan el mérito a Grecia, desde donde se difundió por el Mediterráneo, fundamentalmente a Italia, Persia y Arabia.

Orígenes tan difusos han permitido que España, Italia y Flandes mantengan, desde antiguo, una larga disputa por atribuirse la invención de esta labor. No obstante, se sabe que, desde el siglo XV, largas caravanas de mercaderes iban de Auvernia a España; de ésta, a Italia y, de allí, a Flandes (y a la inversa) comprando y vendiendo encajes por donde pasaban. Diversos estudios atribuyen la aparición del Encaje en la Mancha a la implantación en Almagro de los Fugger, Fúcares en la lengua Castellana, aquellos banqueros holandeses que llegaron a España y que se acomodaron en Almagro haciendo negocio no sólo con la banca sino también con las minas de azogue.

En la actualidad, diversos documentos demuestran la existencia de un encaje español en épocas remotas, con anterioridad a otros países europeos. Tan antiguos como los tejidos del ajuar funerario de la Cueva de los Murciélagos, en Albuños (Granada), donde se encontraron más de cincuenta esqueletos vestidos con atuendos de esparto realizados con tejidos especiales. O las pinturas rupestres del Paleolítico que presentan figuras humanas con adornos flotantes, a modo de flecos. que debieron hacerse con tejidos de fibras vegetales, cabellos y correas y desarrollaban nuevas técnicas (trenzado, punto de malla y costura).

Desde ese momento, el encaje recibió diversas denominaciones. Los más antiguos, hechos con fibras y destinados a la decoración, hacen referencia al género pasamanería, cuya técnica agrupaba torsiones, cruces, trenzas, tramados y guipures, a los que se unieron, más tarde, puntos anudados y bucleados. Más tarde, en la Edad Media y el Renacimiento se utilizaron los vocablos randa y cairel. Precisamente, del siglo XI, un trozo de tela de la casulla de Santo Domingo de Silos evidencia el desarrollo de los encajes de oro y, concretamente, posee uno de guipur, de hilos metálicos, en forma de franja.

La palabra encaje, como tal, no hizo su aparición hasta la primera mitad del siglo XVI, y quería significar «una labor tramada, encajada entre dos telas». Fueron momentos en los que el uso del encaje se extendió por todas las clases sociales (siglos XV, XVI y XVII), hasta el punto que los reyes promulgaron un decreto para limitarlos. Así, en la primera mitad del siglo XVII, Felipe III prohibió el uso de blondas y encajes, lo que hizo decaer la producción y el comercio, sobre todo, en La Mancha. Y Carlos II, en 1667, dispuso incrementar la introducción de géneros extranjeros.

En el siglo XVIII, el encaje de bolillos se vio amenazado por las máquinas capaces de reproducir sus modelos, mas no fue hasta los primeros años del XIX cuando un tejedor de Lyon, José María Jacquard, inventó una máquina de tejer encajes. Los primeros sólo eran fondos que se adornaban posteriormente a mano; pero, luego, consiguió obtener encajes donde se incluía la decoración.