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Cada vez que intento perder el miedo a caer me tropiezo en mi mismo

Hay momentos que me llevan a escribir, en este caso reflexiones, por experiencias vividas en estos días luchando contra el sentimiento de ser apaleado, incomprendido y utilizado. Y no sé porqué llegué nuevamente a La Mancha, El Quijote, y mi pueblo. Os dejo mi «cuento».

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Bajo la luz tenue de una luna que construye la cuna donde se mece la noche de la mancha granatuleña, paseaba lento mientras la imaginación no dejaba de volar hacia ese cielo infinito manchado de estrellas. La brisa de la noche acariciaba mi cara mientras en los ojos se clavaban las figuras que dibuja la carreta de la osa mayor con la menor.

Aún en mi memoria resonaba la canción de mago, qué duermas bien mi dulcinea: «Dejaré verte crecer, me marcho a vivir donde habita el olvido, intentaré buscar el camino. Cada vez que intento perder el miedo a caer me tropiezo en mi mismo». Miré las manos y la tristeza se apoderó de mi, ¡qué difícil es coger el agua con los dedos!

En mi andar desmoronaba el suelo volcánico, ya tenuemente iluminado por el resplandor que allá en el horizonte anunciaba la llegada del nuevo día, y en su sonido se componía la banda sonora de mi vida.

Recordaba una noche de fiesta y el pregón del imaginario Sancho acompañado de su amigo Don Quijote, donde sin saber aún sí fue una vivencia irreal o un sueño real, paseaba por nuestras tierras manchegas. Se acordó del caballero andante y se sintió un poco así, como el mal andante caballero que nunca fue pero que había siempre rodeado su existencia. Acaso toda su vida se había dejado llevar por un montón de locuras, de ideales irreales, de sueños embrolladores pero no embusteros. Se entristeció aún más. Quizás su existencia sólo había sido eso un torpe caminar en busca de desfacer entuertos ajenos y fue como el agua del río empujada, llevada hacia el mar quiera o no. «Tuvo a todo el mundo en poco, fue el espantajo y el coco del mundo, en tal coyuntura, que acreditó su ventura morir cuerdo y vivir loco», las palabras de D. Alonso Quijano rebotaban en su mente.

Andando pisaba la vereda donde Don Quijote libró la batalla de los Galeotes. «Zas, tin, ton…» Podía escuchar los golpes contra los guardianes que llevaban a Galeras a los presos. Y también podía escuchar las piedras que golpeaban a D. Quijote después de liberarlos, como premio a su locura idealizada, maltrecho y dolorido no podía entender cómo después de desfacer entuertos contra desvalidos su premio era ser lapidado, incomprendido.

Seguí andando y pensando que en esta Mancha que aquí parece empezar, que aquí abre camino sin final,… es antesala del Universo, que sigue siendo el milagro del pan y del vino, eso que bien sabéis vosotros, hombres sufridos en la tierra donde las cebadas, trigales, avenas y centenos, han dado vida y solera a años de lontananza en ese risueño campo con el sol campesino de amores. Aquí empiezan los ocres dorados, los sienas tostados al trasluz de un sol radiante, casi asesino, que amamanta los atardeceres hermosos.

Granátula es tierra que rozó el bueno de Don Quijote y que, llegase a ser tan hidalga como Don Alonso Quijano, pero tan humana y tan fiel, como el bueno de Sancho Panza, porque llegando camino de las Cañadas, reales de apellido, y de esa Mancha tan llana, se encuentra este lugar, diferente y distinto, cuna de Oretanos y obispos, estirpe calatraveña, tierra propensa a crear linajes, hombres ilustres de genio innovador, a veces levantisco, cuna de iluminados, hombres de la iglesia y de las armas como nuestro ilustre D. Baldomero, Espartero conocido en todo el mundo, riqueza de la cultura, la vuestra que es, también la nuestra.

Y así ensimismado di un tropezón y levantando la vista:
– ¡Eh señó! Buenos días.
– Una niñita, preciosa, morena, ojos castaños… ¡Eh! Sí. Hola Dulcinea
– ¡Se acuerda de mí!
– Cómo no recordarte. ¡Cada día estás más guapa! Mi Hada.
– Uy, bueno ya sabe que mi nombre no es Dulcinea.
– Sí pero para mí eres Dulcinea, aquella mujer cuyo origen no importaba sólo que era el sueño del caballero. Sueños… ¡qué difícil es tenerlos sin quedar fuera de la realidad! ¡Qué inalcanzables los hacemos los propios hombres! -se ruborizó un poco.
– Muchas gracias. Me siento como esa hada con tus palabras. Pero, ¿Qué hace por aquí?
– Difícil pregunta, mejor dicho compleja respuesta. Como el caballero andante que tanta fama dio a nuestra tierra, ando perdido, errante. Demasiados sueños en mi faltriquera que para más ende tiene un roto en el fondo. ¿Sabes? Creo que necesito un poco de tu magia, ¿Qué hiciste con la varita, toda hada que se precie tiene una?
Dulcinea esbozó una sonrisa en su cara.

– ¿Pero a tus y tantos aún sigues creyendo en las hadas? –puso una sonrisa un tanto pícara.
– Creo que sé lo que intentas decirme, al final la magia se compone de pequeñas cosas, de pequeños momentos, que tienen su seducción, su embeleso, la atracción…

–¡No puedo creer que necesite esa magia, el señor de los sueños!

Volví a tropezar y despertó del espejismo de Dulcinea y de los sueños. Y como Calderón recordé que los sueños, sueños son…

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Y es que los tiempos cambian, así de sencillo. Ahora, las bellas mozas van enjutadas luciendo torso, escote y entre falda de poca tela que con retal se adereza y tangas blancos de hilo, enjaulan su esbeltez entre tacones, menos lejanos que aquellos de nuestro Pedro Almodóvar. Lejanas quedan, por tanto, aquellos vestimentas de nuestras abuelas, con ancha saya de verbina, sobre un refajo o dos de bayeta amarilla y arriba, jubón negro, y… ¡osado sería y la Inquisición, que también dejó huella en nuestro pueblo, bien cumpliría, el que por suerte y más bien eran tiempos de desgracia, pudiese ver tobillo al bies, con piel o sin ella! Buenos tiempos para los jovenzuelos que hacían despertar su imaginación en vuelo constante para saber que habría debajo de jubón, saya o mantón.

Tiempos distintos, ahora todo el mundo te llama amigo por algún suceso insignificante que haya sucedido entre los dos, pero olvidan que la amistad es más que el trato superficial entre dos y que consiste en procurar siempre el bien del otro sin que a ti te importe secundar tus necesidades a las del camarada. «Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro». Un verdadero amigo jamás te haría daño, ni aunque fuera por tu propio bien.

Pero la amistad es algo distinta al cántaro y se lima con la relación, «el roce hace el cariño». Y deseo creer que las personas tienen permanentemente el deseo de olvidar aquellas rencillas que atrás limaron buenas relaciones.

Debe haber refuerzos amorosos en encuentros ya consumados, sin tabúes ni prejuicios. La vida es riesgo, y riesgo es vida. Y flechazos bebidos de la pócima del buen rollo, del roce, del juego, de la carcajada airosa junto a un buen vino. Pero eso sí siendo fieles a nosotros mismos y huyendo del advenedizo que mal trago tiene.

Dedicado: «Y los sueños, sueños son».

Reflexiones sobre la economía española

Unas reflexiones en voz alta. Dejemos de echar la culpa a la crisis internacional, tenemos dentro los suficientes desequilibrios económicos y estructurales. Hemos crecido si, el milagro español, pero debiendo todo y así nuestra deuda es del 160% del PIB; y esto es así porque nadie en España ahorraba y el dinero tenia que venir de fuera (es mas el dinero era algo que se regalaba, si regalado. ¿Cómo?. Sencillo la tasa de inflación superior a los tipos de interés).

Y así adaptamos la estafa piramidal a la economía. Mientras todo sube se mantiene pero ¿Y cuando no crece?

Pobre del ultimo que se ha quedado con la ilusión de riqueza en un piso. Claro pero si la inversión inmobiliaria nunca baja, decían los mirlos cantores, mientras vendían pisos bajo planos y regalaban el dinero para su pago, los muebles, el coche y unas vacaciones.

Y cuando la economía cae y la burbuja revienta en lugar de cortar la zona herida le ponemos un parche. Y así en lugar de sanear, haciendo que afloren en los balances de los bancos y cajas los activos que tienen a precio de mercado, cosa por otra parte que tienen que hacer el resto de los mortales provisionar las perdidas, nos inventamos la capitalización, con un pequeño problema y es que el valor a capitalizar es falso dado que el activo no sabemos cuanto vale. Una colación fácil aquí, habrá crédito cuando el activo de los bancos llegue al valor que tiene en libros, y como esto no se cumple no habrá crédito en años hasta que el valor de terrenos y edificios suba. Pero, si no hay crédito no se venden. ¿Pescadilla que se muerde la cola?

Y mientras mas del 22% en paro. Y entiendase lo que voy a decir ahora. Eso es lo único racional de todo. ¿Y eso? No se trata solo de que ya no haya ladrillo, que también, sino de que en la época de bonanza nuestra productividad iba cayendo año a año. Y así la economía lo que ha hecho es arreglar este problema de un plumazo, eso si en lugar de con un incremento de la misma por el aumento de la producción, porque producimos lo mismo pero con menos personal.
Y de difícil arreglo, el empleo, porque nada volverá a ser como antes. Queda pendiente por tanto la reindustrializacion y reagrarizacion con alto valor añadido de España, basada en el I+D

Otra medida también a largo plazo. También como la de ordenar el mercado interior dentro de España eliminando las trabas que ya no existen dentro de la unión europea, o el coste del sistema administrativo del Estado, mercado de trabajo… (o mejor dicho el poder de sindicatos y centrales de empresarios).

Reflexiones en voz alta de lo que en mi opinión mejoraría nuestra económia.