Tres platos manchegos del Quijote


  1. Duelos y quebrantos: tradicionalmente servido los sábados, este plato es un desayuno robusto que preparaba Sancho, el fiel escudero de Don Quijote. Los ingredientes fundamentales son huevos y tocino, a menudo complementados con chorizo, todo ello revuelto y cocinado en una sartén hasta alcanzar una textura suave y apetecible. Es un plato energético, ideal para empezar el día con fuerzas renovadas.
  2. Gazpacho: antes de que el tomate se convirtiera en su ingrediente estrella, el gazpacho en tiempos de Cervantes era más bien un aliño humilde pero sustancioso de pan, agua, aceite de oliva, vinagre y ajo. Se solía preparar en un mortero, moliendo los ingredientes hasta crear una sopa espesa y refrescante, perfecta para las jornadas calurosas de la Mancha.
  3. Olla podrida: este plato, mencionado con respeto en la novela, es un estofado reconfortante que combina carnes diversas como cerdo, ternera, y ave, con legumbres como garbanzos y una selección de verduras. La olla podrida es un reflejo de la cocina de aprovechamiento de la época, donde todos los ingredientes se cocían lentamente en una sola olla, creando un caldo concentrado y lleno de matices.