El papel de las entidades sin fines de lucro (ESFL)
Debemos salir del aletargamiento en el que está la sociedad y estar dispuesta a participar activamente. Sólo nos organizamos para ver el fútbol o alienarnos con programas “gran hermano”. Debe existir un liderazgo social capaz de compensar el liderazgo político.
En este punto me gustaría hacer referencia a una de esas estructuras sociales, no la única ni mucho menos, como es la del tercer sector, especialmente el de acción social (si bien serán unas breves pinceladas puesto que para abordarlo más profundamente se necesitarían más folios que los escritos en este trabajo).
Son unas organizaciones de la sociedad civil que sin pertenecer al sector público persiguen unos objetivos que pretenden incidir en este estado del bienestar. La aparición de las Instituciones sin fines de lucro se debe tanto
a fallos del mercado como al fallo del Estado en su función de asegurar una provisión de recursos eficiente. Las Entidades sin fines lucrativos (ESFL) deben desarrollar un papel de cobertura allí donde las necesidades no
están cubiertas bien sea por el Estado o por el sector Privado, actuando de forma complementaria e independiente de los mismos, especializándose; pero también deben desenvolverse en otros ámbitos de actuación llevando
sus características y manera particular de “saber hacer”.
Estas instituciones tienen funciones propias:
a. Contribuyen a una sociedad más pujante capaz de defender sus derechos.
b. Son fuentes de innovación y dinamización social.
c. Son capaces de prestar servicios que no quedan cubiertos por ninguno de los otros dos sectores, enfrentándose con fallos del mercado y tratando de corregir sus deficiencias.
d. Son un puente de comunicación entre el tejido social y las estructuras sociales.
Así podemos definir el Tercer Sector como aquel formado por una serie de Instituciones, altruistas, solidarias y voluntarias, que surgidas de la propia sociedad, pretenden conseguir mediante su actuación sobre el medio social, unos Objetivos múltiples difíciles de medir, dirigidos a la obtención de mejorías en la calidad de vida y reconocimiento de derechos.
¿Y para cubrir esas externalidades y hacerlas más compatibles con las personas, sobre todo de cara al mantenimiento de una relativa paz social, no estarían las entidades no lucrativas contribuyendo a la defensa del sistema?
¿Las políticas sociales persiguen que las personas en capas “excluidas” salgan de las mismas o buscan mantener el equilibrio del sistema y por ende la paz social?
Una crítica al funcionamiento de estas entidades, que como movimiento social organizado, debe aspirar a algo más que a prestar un servicio o a servir de cura paliativa a las personas excluidas socialmente. En mi opinión se han olvidado de parte funciones descritas anteriormente, centrándose en la c), función que ha sido fomentada desde los servicios públicos y desde la responsabilidad corporativa, contribuyendo a que sean meras entidades instrumentales de prestación y cobertura (eso sí con una manera de hacer propia).
Tampoco las entidades de tipo expresivo61, y con función reivindicativa cumplen porque su aportación se centra en la reivindicativa coercitiva con el empleo de la fuerza en mayor o menor grado (eso sí hay que reconocer que de forma imaginativa). No hay aprendizaje colectivo ni alternativa distinta a la propuesta por estas ESFL dejando de ser un puente entre las propias personas que conforman la sociedad (ya que hay quienes opinan de otra forma y pueden tener alternativas distintas), el tejido y las estructuras sociales.
El papel de las ESFL es fundamental. Y así deben seguir prestando y cubriendo las necesidades de las personas vulnerables y también el reivindicativo. Pero sin olvidar que sí es importante dar de comer es aún más importante enseñarle a pescar. Que el objetivo debe ser emancipador lo que supondría que una ESFL exitosa es aquella que
desaparece en el plano de prestadora de ese servicio concreto ya que la necesidad como tal desaparece o ha sido cubierta, pasando a un plano superior intercalado entre el tejido social y la estructura social; llegando a ser, por qué no, la voz de la sociedad civil organizada (incluyendo el papel de auditoría, entendida como vigilancia, como señala Amartya Sen).
Referencias:
Juan Jesús Donoso Azañón. Extraído del artículo “Entidades Sin Fines Lucrativos”. Diario Lanza. 18
de diciembre de 2008.
López de Aguileta Díaz: “Estado Sociedad Civil y Procesos de Participación”, en Voluntariado en la
Animación Sociocultural. Editorial Popular, 1990.


A Granátula, sin dudar por la influencia de los «ingenieros del agua» – los árabes – llegan estos molinos. Era muy fácil de deducir que sí teníamos río ¿por qué no se iban a aprovechar sus aguas?. Y así fue. En la Vega del Jabalón quedaron sepultados para siempre tres sofisticados molinos, que por orden de la corriente fluvial recibieron los nombres de Molino Moro, Molino de Calatrava (fotografía de la derecha) y Molino de Columba.

Canal, también llamado Caz que era la presa que tomaba las aguas canalizadas del río y las vertía en el cubo o alberca como puede verse en la imagen. El cubo o la alberca estaba construido en piedra o en mampostería. En él se almacenaba el agua y mediante una compuerta se controlaba su salida hacia el rodezno. El conducto que conducía el agua hasta éste se denomina Saetín, y termina en una válvula (botana) que era accionada desde dentro del molino y que regulaba el caudal.
Está emplazado físicamente debajo del molino en el cárcavo (cueva excavada en la parte inferior). Cuando el agua pasa desde el canal empuja las cucharas o palas del interior del rodezno moviendo el eje que transmite el giro a la piedra corredera. El rodezno se apoya en una viga inferior, el sopuente. La altura del sopuente era regulable mediante el levador, que se accionaba desde dentro del molino, permitiendo su engrane o no con la piedra molturadora.
A través de un eje o acial transmitían un movimiento de giro a la muela superior. El acial se ajustaba en su parte superior al orificio central de una pletina de hierro que, a su vez, estaba incrustada en la muela superior; el movimiento de rotación del eje se transmitía a la muela a través de dicha pletina (maza o espada).
La muela inferior estaba anclada en una estructura fija, por encima del rodezno. A dicha base se sujetaba un sistema para regular la altura de la muela superior respecto de la inferior, con el fin de obtener la harina mas o menos fina.
Las estrías de la muela superior se desgastaban por el uso y se tenían que cincelar periódicamente. Para mover y voltear la muela se contaba con el dispositivo llamado cabria. Sobre la estructura en la que descansaban las muelas se levantaba una percha en ángulo, reforzado con un cartabón. Al final del brazo de la percha se colgaba unas pinzas de hierro que se cogían a los orificios esculpidos en los laterales de la muela. Con el peso, las pinzas se cerraban sobre la muela. La muela era izada y volteada para proceder a su reparación.
Por último y antes de proceder a su envasado la harina era preparada eliminando posibles impurezas y granos no machacados adecuadamente. Esta operación denominada criba se efectuaba en el cedazo que consta de un rodillo con palas giratorio (semejante al que actualmente llevan las modernas segadoras), cerniendo la harina molturada.





































Acaba de ver la luz un nuevo documento de AECA, Asociación Española de Contabilidad y Administración, de la Comisión de Entidades Sin Fines Lucrativos, de la que soy miembro. En este caso se aborda la contabilización de las operaciones gratuitas de financiación, o dicho de otra manera, las subvenciones, donaciones, herencias que reciben estas entidades.




