Aportaciones económicas de los socios a las Entidades Sin Fines de Lucro

La aportación económica de los socios de Entidades No Lucrativas (ENL) se consolida en España, aumentando en 6 euros entre 2018 y 2020, al pasar de 138 a 144,6 euros de media anual, según el informe ‘La Realidad del Socio y Donante 2021’, elaborado por la Asociación Española de Fundraising (AEFr) con la colaboración de la consultora El Tercer.

En un periodo marcado por la COVID-19, el informe destaca también la respuesta de los ciudadanos durante los peores meses de la pandemia. Así, las donaciones extraordinarias de los españoles en los meses de marzo y abril casi doblaron a las de los dos meses iniciales de 2020. De este modo, en marzo, la media fue de 140 euros, alcanzando los 173 euros en abril y bajando hasta los 121 en mayo. Durante el pasado año la media se estabilizó, creciendo durante el otoño y llegando a los 178 euros en diciembre.

El estudio refleja un ‘Efecto COVID-19’ que no ha sido tan dramático para las ONG como se preveía. Así, no se percibe un incremento en el número de bajas mensuales, que se situaron en una media de 30.000 entre los meses de marzo y diciembre, aunque las altas han disminuido sobre todo al inicio de la pandemia hasta un 33%, remontando en el último trimestre, superando las 40.000 altas en diciembre.

El ratio de bajas/altas alcanzó el 1,22% en mayo, el 1,20% en julio y el 1,15% en abril, disminuyendo al final del ejercicio, hasta 0,89% en diciembre. Mientras que las bajas por antigüedad en 2020 descendieron levemente hasta el 9,17%, cuando en 2019 supusieron un 9,71% del total y en 2017 el 9,42%.

«La buena noticia es que el compromiso de los españoles con las Entidades No Lucrativas, ONG y fundaciones sigue creciendo a pesar del impacto económico y social que ha generado la pandemia, lo que demuestra que ante las dificultades la sociedad responde. Además las ENL han demostrado un grado de profesionalización y adaptación a la crisis para continuar haciendo cumpliendo con su misión: ayudar a la sociedad», afirma el director gerente de la AEFr, Fernando Morón.

El informe se ha elaborado con la participación de 16 de las ONG más activas en captación de fondos privados en España, que representan a 4,3 millones de socios con 625,2 millones en cuotas anuales y a 2,5 millones de donantes que colaboran con 92 millones de euros en donativos.

En el estudio se destaca el incremento de la vida media de colaboración de un socio con su ONG, respecto al anterior estudio, pasando de los 8,54 años de media a los 9,18 años. Además, el 74% ya cuenta con una antigüedad de más de 3 años, aumentando en un 5% con respecto a la edición 2019 (69%) y casi un 10% desde 2017 (65%).

PERFIL DEL SOCIO, DISTRIBUCIÓN Y CANALES DE CAPTACIÓN

En cuanto al perfil del socio, la mujer se compromete más con las causas sociales, en un 60%, frente al 40% de los hombres. La publicación pone de relieve que la edad media de los socios pasa de 57 años en 2019 a 58,34 años en la presente edición. Respecto a la edad, el 58% de los socios tienen más de 55 años y el 79% más de 45 años por lo que se reafirma la tendencia de que la edad media de la colaboración con las ENL aumenta según el poder adquisitivo, con una renta familiar de 30.700 euros, frente a la media de España (28.745 euros).

El 31,7% de estos socios y donantes se concentran en Madrid y Barcelona. Un 18,49% en la capital de España y un 13,20% en la Ciudad Condal, seguidas por Valencia con un 5,04%, Alicante (3,29%) y Bizkaia con un 3,1% entre las cinco primeras. De este modo, 15 provincias suman el 67% de los socios activos: Sevilla (2,82%), Islas Baleares (2,67%), Zaragoza (2,54%), A Coruña (2,51%), Asturias (2,47%), Murcia (2,38%), Málaga (2,26%), Gipuzkoa (2,14%), Santa Cruz de Tenerife (2,05%) y Las Palmas (2,02%).

El informe ‘La Realidad del Socio y Donante 2021’ destaca el cambio en las tendencias en los canales de captación. En 2018, el telemarketing (41,54%) y ‘Face to Face’ o captación directa (40,56%) estaban emparejados y con la pandemia los socios activos que han llegan vía telemarketing suponen el 46,75% frente al 32,86% del ‘Face to Face’.

La adaptación a conseguir nuevos socios y donantes ha llevado a las ENL a explorar nuevas vías y el canal digital o web ha doblado su notoriedad pasando del 6,82% hace tres años al 13,5%. El resto de opciones o bien se han mantenido con escasa variación o son irrelevantes estadísticamente.

En la quinta edición del informe ‘La Realidad del Socio y Donante 2021’ han participado Acción Contra el Hambre, Fundación Anesvad, Asociación Española Contra el Cáncer, Cruz Roja Española, EDUCO, Fundación Josep Carreras, Fundación Pasqual Maragall, Fundación Plan Internacional España, Fundación Vicente Ferrer, Greenpeace, Médicos Sin Fronteras, Oxfam-Intermón, Save The Children y UNICEF – Comité Español, unoentrecienmil.org y World Vision España.

De cómo resumiría su vida D. Joaquín Baldomero Fernández-Espartero y Álvarez de Toro

Muchos de vosotros habéis leído mi libro sobre El General Espartero. Os dejo lo que fue la primera idea que me llevó a escribirla: Cómo describiría Joaquín Baldomero, su vida en un rápido resumen.

Me bautizaron Joaquín y apellidaron Baldomero-Espartero Álvarez de Toro. Mi madre se puso de parto un 27 de febrero de 1793 en Granátula de Calatrava, Cuidad Real y fue allí precisamente donde el destino me brindó una feliz infancia entre mis nueve hermanos.

Desde el principio, mi padre un simple carpintero de carretas, procuró que mis pasos se dirigiesen hacia los de un futuro hombre de iglesia. Tres de mis hermanos y una hermana ya lo eran pero yo no sentí esa vocación y por respeto no sabía muy bien como hacérselo saber son herirle. ¡Quien diría por aquel entonces que la invasión francesa me serviría de excusa para distraer sus proyectos!

Estudiaba artes y filosofía en la Universidad de nuestra Señora del Rosario de Almagro cuando nos invadieron los gabachos y me alisté en el regimiento de infantería de Ciudad Rodrigo junto a otros jóvenes para luchar contra ellos. Participé en la batalla de Ocaña, el asedio a Toledo y terminé en Cádiz como coronel de artillería. Si algo de bueno tenía la guerra era que nos permitía ascender vertiginosamente en el escalafón. Estuve destinado en Chiclana, Tortosa, Cherta y Amposta.

A partir de mi primer disparo, se podría decir que casi pasé un cuarto de siglo adherido a mi arma. Una vez expulsados los franceses y a punto de cumplir los 22 años acudí a la guerra de las colonias en el Perú a bordo de ‘La Carlota’ como oficial. En América pasé nueve años de mi vida y solo cuando regresé decidí encauzar mi vida hacia otros derroteros matrimoniando con Jacinta Martínez de Sicilia. Ella era una joven heredera que vivía en Logroño y me trasladé allí a vivir pues su dote al fin me brindaría la posibilidad de invertir en cosas a las que mi salario de militar nunca llegaría.

Participé en la primera guerra Carlista como general de las tropas Isabelinas y en contra del tío de la reina Isabel, el hermano del difunto Fernando VII pues el infante Don Carlos María Isidro que se quería hacer con la corona alegando su mejor derecho al trono como varón que era.  Mis triunfos en esta contienda contra los Carlistas, sobre todo a mi paso por Bilbao, Durango, Guernica y Villafranca me fueron recompensados con varias mercedes; entre ellas dos cruces laureadas de San Fernando, la gran cruz de Carlos III y la más grande de las condecoraciones, el Toisón de Oro.

Ser nombrado diputado en Cortes por Logroño en mis primeros pasos como político no fue nada con lo que me esperaba ya que pasado un tiempo sería agraciado con los títulos de Príncipe de Vergara y dos veces más grande de España con los ducados de la Victoria y Morella. El condado de Luchana y el vizcondado de Banderas quedarían en la retaguardia de mis múltiples nombres para que a mi muerte pudiese también honrar a los más pequeños de aquella prole que esperaba tener aunque ya por aquel entonces se hacía esperar demasiado.

Se que algún desgraciado envidioso osó comparar mis ascensos y lealtad para con la reina con los del defenestrado Godoy pero a mi aquello me resbalaba ya que aquel hundió a España en la miseria mientras que este servidor únicamente trabajaba para enaltecerla.

Las ideas liberalistas que calaron en mí desde la primera vez que las escuché cuando estuve en Cádiz mientras elaboraban la primera Constitución Española apodada por todos como ‘La Pepa’ se hacían cada vez más palpables en mi criterio político. Por ellas precisamente me exigía a mí mismo tanto o más de lo que cualquiera hubiese esperado de mí y sé que mis subordinados sufrían mis demandas con cierta reticencia, pero estaba claro que nada se lograría sin tesón, esfuerzo y suma eficacia. Las ocho veces que me hirieron en el campo de batalla apenas me pesaron sabiendo que serviría como ejemplo a la disciplina militar de mis oficiales.

Cuando fui nombrado presidente del Consejo de Ministros en 1840 tuve que dimitir por no encontrar el apoyo suficiente a mis propósitos pero vengado quedó mi desaliento cuando la mismísima reina regente, María Cristina; después del motín de la Granja de San Ildefonso y el alzamiento de otras grandes ciudades en su contra se exilió a Francia dejando en mis manos la regencia de la corona de España y de la mismísima reina niña en su minoría de edad.

Los 169 votos de las Cortes a favor de mi regencia contra los 103 que mi opositor  Agustín Argüelles por fin me dieron la victoria absoluta en 1841. Mi dura política fiscal y mi autoritaria de gobernar no gustó y los alzamientos se sucedieron hasta que nos vimos obligados a bombardear Barcelona causando más víctimas de las deseadas. Muchos de mis asesores me advirtieron entonces de las consecuencias que aquello me podría acarrear pero muy a mi pesar no encontré otra solución para salvar a España de la debacle en la que estaba sumida.

Fue tal la presión a la que estuve sometido que al final por no causar más derramamiento de sangre, me vi obligado a disolver las cortes en 1843 y voluntariamente exiliarme en Inglaterra. Cuando cuatro años después la reina Isabel me nombró senador y embajador plenipotenciario de la Gran Bretaña, supe que el tiempo de reconciliación no estaba lejano y que muy pronto regresaría con el reconocimiento debido. A la espera de ello, los ingleses me agasajaron de mil y una maneras a pesar de que mi voluntad no era otra que vivir en el exilio austeramente.

Cuando al fin regresé decidí pasar lo mas inadvertido posible en mi casa de Logroño. Solo asistí al bienio progresista como ministro junto a mi antiguo y querido amigo el general O, Donnell.

Pasados aquellos convulsos años y cuando en 1868 la reina Isabel II fue destronada, Prim y Pascual llegaron a ofrecerme la corona de España pero la rechacé. Cumplidos los ochenta, ya no me sentía con fuerzas para luchar por mi patria como antaño y al plantearme estos la duda de a quien nombrar Rey de entre varios candidatos, esta fue mi respuesta:
«Díganles de mi parte que la abandonen por completo y que alarguen el paso en el camino de la constitución monárquica del país. Que desistan de traer al solio español a ningún príncipe extranjero porque eso sería prolongar la peligrosa interinidad en que vivimos…»

El elegido finalmente fue Amadeo de Saboya que apenas fue coronado vino a visitarme en Logroño. Le recibí con prevención pero al conocerle bien después de los dos días que estuvo alojado en mi propia casa pensé que podría ser un buen Rey de España. S. M. agradecido por los mil y un consejos que le di en cuanto regresó a Madrid me otorgó el tratamiento de Alteza Real y Príncipe de la Vergara.

No sería el último gobernante de una ideología u otra que llegué a conocer ya que expulsado el anterior y durante la primera república vino a visitarme Estanislao Figueras y a posteriori restaurada la monarquía de nuevo le seguiría el Rey Alfonso XII. A este último por mi avanzada vejez, no pude ir a recibirlo a la estación como me hubiese gustado.  Viví mis últimos años tranquilo y acompañado por mis amigos y vecinos hasta que murió Jacinta mi mujer. La soledad me invadió al no haber querido Dios concedernos la concepción de un solo hijo y sería mi sobrina Eladia la que me atendería los últimos meses de mi vida por lo que en agradecimiento le dejé mi fortuna.

Recuerdos

[Colaboración de Kally]

Recuerdo, cuando regresaba al pueblo, el chillar de los vencejos, el arañar de los escobillos en el suelo, el olor  de los cocidos de puchero.

Recuerdo una luna gorda, amarillenta y redonda, los vecinos sentados en el patio o tomando “el fresco”.

Recuerdo el cuartel, el matadero, el huerto, ese olor característico que cuando sopla reviento de añoranza, alegría y gozo.

_ ¿Porqué tiene una raja la calle abuela?

_ ¡Un señor se la ha hecho!,  decía sonriendo. Alguna vez, tras algún tiempo, vi correr el agua por ese surco…, ¡ahora lo entiendo!

La acera del cuartel, con sus baldosas rojas de barro, era estupenda para correr con mi triciclo amarillo y nunca me regañaron los guardias…

Recuerdo a mi hermano vestirse de “armao”, los tambores, nazarenos, las masillas y galletas de huevo, los rosquillos y barquillos, el potaje con pellas y… beber la leche cuando nadie te veía en la lechera.

Si no sabes es la calle el cuerno, ¡qué nombre!, ¿verdad? Ojalá mis hijos recuerden su calle con tanto cariño como yo, la que entonces, era la mía.

Recuerdo a mi abuela ir a misa con su velo negro y a la noche me contaba un cuento de miedo, me pelaba pipas haciendo un montoncito en su mandil negro. La lumbre salpicaba chuscas anaranjadas quemándome los leotardos… verás tu madre!.

¡Mi abuela!.

La recuerdo sentada a la puerta del matadero, haciendo sus encajes del melón, y cuando se levantaba, yo ocupaba su puesto haciendo ruido con los bolillos, enredándoselos,

_ Pero  “Chinri” ¡No me marres los encajes que te como!.

De esto han pasado mas de veinticinco años.

Con sesenta y seis años  ¡parecía ya tan mayor! Ella siempre respetó  el luto desde la guerra.

Recuerdo asar castañas en los Santos, ir a cavar la sepultura de mi bisabuela, pintar la Cruz y regresar por los huertos, por una senda por la que debías ir en fila india.

Semana Santa, el verano, la Virgen, los Santos, el Cristo,  todo en el pueblo.

Mi pueblo!.

Ahora vivo en él y además de estas cosas conozco su historia, me enorgullezco de ser Granatuleña y hablar bien de ella fuera y dentro de esta tierra.

Inténtalo, ama nuestra historia y quizá nuestros hijos trabajen por este pueblo que ha empezado a enfermar, si no es así perderemos nuestras raíces y todos seremos pobres.

Pipirrana

Y de mi tierra, Granátula y el Campo de Calatrava, y de nuestros vecinos del norte de Andalucía, mas concretamente en el norte de Jaén, os traemos la Pipirrana.

Ingredientes:

  • Dos tomates rojos.
  • Un pimiento verde
  • Un pepino.
  • Dos huevos cocidos.
  • Aceite virgen del Campo de Calatrava, un buen cornicabra con sabor y poder.
  • Vinagre
  • Sal

Y en la versión que hace el fraile calatravo también:

  • Un diente de ajo.
  • Un trozo de pan.
  • Y sin pepino

Y ahora que hace calor nada mejor que esta ensalada, un Pipirrana.

Os dejo al padre Ángel haciendo la receta. El mismo explica al final de la receta que nuestro pipirrana se hace cortando las hortalizas, sin hacer el majado inicial.

El mercadillo de Granátula

Y hoy os dejo este programa del Mercadillo grabado en Granátula. La  vida cotidiana del pueblo, yendo a los mandaos, en algunos casos personas que ya no están con nosotros. Y de paso una imagen de Tacones Lejanos en la plaza, el cementerio. Y la historia de la Encantada, de la mano de Meseguer.

El día de San Juan

Colaboración de Eulogio Carretero Bordallo

La Encantá

Me lo contó mi abuela el día de San Juan. Aquella mañana había puesto una palangana llena de agua en medio del patio. “Todavía no se ve nada”, decía mi abuela asomándose. Nosotros en nuestros juegos por el patio, de cuando en cuando nos asomábamos al pasar por la palangana y veíamos el reflejo de el sol en el agua.

“¿Qué se ve. Que se tiene que ver?”. Le preguntábamos. Había surgido su efecto. Estábamos curiosos, intrigados a su alrededor. ¡Que había echado en la palangana… Mi abuela entre sus macetas, regando sus tiestos: los geranios, las lilas, la hierbabuena, los rosales, al albahaca, los pericones, las enredaderas, las calas… Nunca he visto unas calas tan mimadas. Nunca he visto unas plantas con tanta ilusión cuidadas.!

“Hoy es San Juan, decía. ¿No habéis visto nunca la Encantá…?” La Encantá era una cueva que había en el cerro a un kilómetro del pueblo. Larga y estrecha, que al fondo tenía una charquilla de agua que no se secaba nunca.

¡He dicho “era”, como si ya no existiera. Que curioso, como si hubiese dejado de ser. Y no es cierto. Existe aún, pero… ¿dónde existe?. No sé en que lugar de la memoria ha quedado. ¿Será, que ha perdido su significado?. Algunas cosas solo tienen sentido en ciertos momentos de la vida. O mejor, solo existen en la inocencia de la infancia, después, será que pierden su encanto, dejan de existir. Y es cierto, hoy me duele el comprobar que ya no existe. Que todo ha quedado, como tantas cosas que van quedando en el olvido. En esa caja cerrada que ya no abres. Que ya no quieres abrir, por miedo, a no ser cierto y romper su encanto. Por que te parece mentira. Un sueño…!

Digo bien, era una cueva que había en el cerro, y vuelvo al patio donde me había quedado siguiendo el hilo de mi memoria. Mi abuela entre sus macetas… “¿No sabéis, que hay una Encantá en la cueva?”. Se nos quedaba mirando con unos ojos grandes, espantados, misteriosos. “¡Una mujer…! bajaba la voz, hasta conseguir intrigarnos. Paralizarnos. Cortarnos la respiración. ¡…Una mujer, que nadie ha visto. –Miraba las flores de reojo- Que nadie sabe donde se esconde… Y que todos los años, en el día de San Juan se la puede ver desde la carretera a la entrada de la cueva, peinando sus largos cabellos ante un espejo! ¿Habéis visto como huele la hierbabuena…?”

Nos quedábamos boquiabiertos, perplejos ante tanto misterio. Metía las manos entre el verdor de las plantas y cortaba unos tallos. Nos lo acercaba. Lo olíamos. ¡Ah… cierro los ojos. Aún puedo olerlo en el aire! Respirábamos. Podíamos respirar, imaginando los largos cabellos de la Encantada, a veces rubios a veces morenos enredados entre sus dedos, largos… ¡Como olían las flores en el patio!.

“¿Nunca habéis visto a la luna y al sol besándose en la palangana del agua?” Volvíamos a abrir los ojos admirados. Respirando los efluvios de la hierbabuena. “…Pues ya lo estáis viendo.” decía mi abuela sonriente, llena de luz. Cercada de una aureola, como habiéndolo hecho aparecer con su varita mágica. Y era cierto. Ahí estaba el sol mordido como una galleta por un extremo. “¿Veis?, ese trozo que le falta al sol, es la luna” decía.

“¿Y todos los años, en el día de San Juan, se ve a la luna y al sol besándose en la palangana del agua?” preguntábamos. ¡Que gracia. Que ingenuos! Había sucedido el hechizo, la magia. Ese encanto con que a veces mi abuela solía adornarse, ante nuestras ingenuas miradas. Mi abuela tenía algo de esa magia que solían tener las abuelas de antes.

Verdaderamente que el día de San Juan era un día mágico. Yo sé que hoy incluso, me volvería a resultar curioso alguna de sus cosas. Un día, desde por la mañana, tenía mi abuela un pollo muerto en el patio. La gallina clueca, según decía se había echado encima de el y lo había asfixiado. Nosotros en nuestros juegos por el patio, de cuando en cuando, lo mirábamos al pasar a su lado. “Dejarlo, dejarlo, no lo toquéis,” nos decía. Estaba muerto, no se había movido en toda la mañana. Pero mi abuela, no resignándose nunca a ese tipo de accidentes, siempre tenía su remedio. Le había metido una pimienta mojada dentro del pico y lo había dejado allí en medio a ver si surgía su efecto. Cuando nos dábamos cuenta, en una de nuestras curiosas miradas teníamos la sensación de haberle visto como un tic. Como queriendo tragar saliva o como mover la cabeza o encoger una pata. Pero no, no era posible. Estaba muerto. Nos cansábamos de esperar. No sucedía nada extraño y terminábamos por marcharnos aburridos. ¡Mi abuela y sus cosas. Que gracia! Y cuando más tranquilos estábamos ¡El pollo. El pollo!. Se le oía gritar y salía el pollo corriendo por el patio. ¡El pollo. El pollo! decíamos eufóricos, escandalizados, corriendo detrás de él. “Dejarlo, dejarlo. No lo cojáis…” salía mi abuela en su defensa. Se metía en el corral y se perdía entre los demás. “Mira. Mira, aquel es. El que se esconde. El que está al lado del otro…” decíamos. Se nos confundía, se nos perdía, se nos olvidaba. Se nos ha ido olvidando, como tantas cosas que van quedando en el olvido. En esa caja cerrada que ya no abres. Que ya no quieres abrir, por miedo, a no ser cierto y romper su encanto. Porque te parece mentira. Un sueño…

Había sucedido la magia, el milagro. La resurrección de la vida y de la muerte. Era cierto, Lázaro, había resucitado. Cristo, había resucitado. El milagro de los panes y los peces, era cierto. Y el andar sobre las aguas, también era cierto. Los milagros, el mal de ojo, lo que decía el Catecismo, la Biblia, los Mandamientos, la Santa Madre Iglesia, todo era cierto. Se habían realizado… Nosotros, el día de San Juan nos íbamos encantados por la carretera arriba hacía el cerro, mirando hacia la Cueva de la Encantá y nunca veíamos nada. ¡Hombres de poca fe. Teníamos que tocar la llaga con el dedo, para convencernos.!

¡Hoy, me pregunto sino serán estas historias, de abuelas y filibusteros entre otras cosas, las que nos terminan atando a la vida tan misteriosamente.!

(Fue un eclipse de sol parcial, que sucedió el día de San Juan, allá por el año 1967.)

Eulogio Carretero Bordallo.

Radio del Colegio de Granátula

Un nuevo proyecto del colegio de Ntra. Sra. de Zuqueca de Granátula, para mejora de la formación y el intercambio con la comunidad educativa. Está publicado por el propio colegio, pero no he podido dejar de incluirlo en mi página dentro del canal de Granátula, el podcast de RadiOreto.

A la Mancha manchega

A la Mancha manchega
Que hay mucho vino,
Mucho pan, mucho aceite,
Mucho tocino.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote.
La Virgencita del Prado,
Le dijo a la del Pilar,
Si tú eres aragonesa,
Yo soy manchega y con sal,
Si tú eres aragonesa,
Yo soy manchega y con sal.
A la Mancha manchega
Que hay mucho vino,
Mucho pan, mucho aceite,
Mucho tocino.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote.
Una rubia vale un duro
Una morenita dos,
Yo me voy con lo barato
Rubia de mi corazón.
Yo me voy con lo barato
Rubia de mi corazón.
A la Mancha manchega
Que hay mucho vino,
Mucho pan, mucho aceite,
Mucho tocino.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote.
Dicen que la Mancha es fea
porque no tiene faroles
Pero tienen las manchegas
que alegran los corazones.
Pero tienen las manchegas
que alegran los corazones.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote.
Y ahora el video grabado por un granatuleño, de la Rondalla Oretana.

Y otros estribillos que varían esta canción:
Los demonios son los hombres,
Según dicen las mujeres,
Y siempre están deseando
Que el demonio se las lleve,
Y siempre están deseando
Que el demonio se las lleve.
A la Mancha manchega
Que hay mucho vino,
Mucho pan, mucho aceite,
Mucho tocino.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote
Y…
Morena tiene que ser
la tierra para cebada
y las mozas de mi pueblo
morenas y resaladas.
Como quieres que te quiera
si no te puedo querer
si me has hecho unos calzones
con la bragueta al revés.
A la Mancha manchega
Que hay mucho vino,
Mucho pan, mucho aceite,
Mucho tocino.
Y si vas a la Mancha, no te alborotes,
Porque vas a la tierra de Don Quijote.
Vídeo de la «Versión Rock» de A La Mancha Manchega, del dúo Manzanareño Jariko & Pajariko

El reino visigodo y su decadencia hasta la caía en manos de la invasión musulmán. La influencia en Oreto.

En Granátula de Calatrava se encuentran los restos del obispado visigodo de Oreto. La lápida del obispo Amador, con silla en el Toledo, fue encontrada. La historia de mi pueblo se extiende desde la época de los íberos, pasando por los romanos y el visigodo, antes de llegar a la época musulmán contando como vestigio de esta época el que posiblemente es el Hamman más antiguo de toda la península ibérica. cuya salida de agua intervino en el mausoleo del diácono enterrado en Oreto.

Aún está pendiente de restauración, pero en breve se podrá disfrutar de la Lauda sepulcral. Los investigadores han recuperado una lauda sepulcral “excepcional” de la Hispania visigoda en Granátula del diácono enterrado en ella hace 1.400 años: un clérigo de 1,70 que murió a los 70 años.

Aurelius Vincentius. Los investigadores del yacimiento arqueológico de Oretum, en Granátula de Calatrava, creen que este es el primer nombre y apellido de un cristiano cien por cien ciudarrealeño. Así se llamó un misterioso diácono (clérigo) asociado al obispado visigodo de Oretum del siglo VI, enterrado en un lujoso mausoleo de la necrópolis visigoda oretana entre los años 580 y 600 de nuestra era.

Entre Leovigildo y Recaredo

Tenía  70 años cuando murió, una edad excepcional para la época, y es posible que en el reino Hispano-Visigodo de Toledo reinaran Leovigildo o Recaredo. “Estamos en un momento de reunificación territorial y de credo, en el que los visigodos abandonan el arrianismo e impulsan el cristianismo”, explica Antonio Manuel Poveda, el profesor de la Universidad de Alicante que codirige  la investigación junto con el arqueólogo ciudarrealeño José Luis Fuentes, de la Universidad de Granada.

Os dejo el video grabado por Lanza sobre la extracción de la Lauda en Oreto.

Y continuando con la historia de los Visigodos y su decadencia os comparto este magnífico video del Instituto CEU de Estudios Históricos. Como la decadencia del reino visigodo facilitó la conquista islámica. Conquista que llegó a Oreto, que pasaría  Urit y Zuqueca.